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podría afirmarse que se ha cumplido el diagnóstico fatal y apocalíptico que Hegel desplegara en su controvertida Estética: nunca como hoy puede afirmarse que el arte, al menos una forma determinada de entender o vivir el arte, ha muerto 9 . Nunca como hoy debe afirmarse, atendiendo al menos a un cierto espíritu de época, que si la estética hegeliana—en realidad la filosofía como forma predominante del Espíritu Supremo—propuso sustituir al arte en los albores de la modernidad, la crítica de vanguardia actual (no nos referimos aquí a los remanentes positivistas, formalistas, etc) ha sustituido ahora a la estética y a su componente todavía absolutizador por una suerte de estética sin estética o por una mirada desinteresada e irónica respecto al arte. Una mirada o una miríada de miradas, exteriores al mismo, e interesadas por otras cuestiones supuestamente previas y en todo caso exteriores al hecho artístico ahora subordinado. Como no nos referimos sólo a las perspectivas influidas por el marxismo, el psicoanálisis o el discurso de la diferencia (género, raza, etc), sino también a las perspectivas directamente herederas del llamado giro lingüístico y su manera metodológica de asimilar la deconstrucción 10 , cabe detectar ese pacto de continuidad entre estas tendencias y la inyucción hegeliana al menos en lo que se refiere al posicionamiento, reflexivo y exterior, iluminista o irónico, eminentemente moderno y burgués, para con el arte. Esa sería mi segunda tesis. 4) El artista ya no es el que mejor atrae al Espíritu Absoluto (Hegel); el artista 10

está sobredeterminado por causas que lo preceden de las cuales es síntoma (marxismo, psicoanálisis, discurso de la diferencia); el autor ha muerto, es lenguaje (giro lingúístico). Mi tercera tesis reza así: El pacto secreto de todas estas perspectivas, lo que tienen en común en cuanto perspectivas (su exterioridad), acaba siempre por sustituir las actividades reales (hacer arte es una de ellas) por el ventajoso punto de vista externo de un tercero sobre estas actividades. ¿Para apoderarse de ellas, para aplicarlas a otra cosa porque ese tercero persigue un objetivo distinto, exterior a la actividad misma?. “Se confunde la esencia de la actividad con el beneficio de un tercero, del que se pretende que debe sacar provecho o que tiene derecho de recoger los efectos (Dios, el espíritu objetivo, la humanidad, la cultura, o incluso el proletariado, etc)” (Deleuze 107). 11 Ese pacto secreto impediría acercarse a la experiencia artística como una actividad real, pero también como una práctica no sólo dialógica sino radicalmente heterogénea, que dice algo en la medida en que quien la actúa, el artista, quiere algo al actuarla: quizás, como en el caso de Lezama Lima, la heterogeneidad misma. En todos los casos ese pacto de la exterioridad impediría acercarse a la experiencia artística como vivencia 12 inestable, como vivencia del peligro, tanto para el autor como para la vivencia no menos activa y peligrosa del espectador activo, arriesgado y no profesional 13 . ¿No podría entenderse entonces el ejercicio crítico como una nueva actividad, una escritura en primera persona (o ni siquiera), 11

está sobredeterminado por causas que lo preceden de las cuales es síntoma<br />

(marxismo, psicoanálisis, discurso de la diferencia); el autor ha muerto, es<br />

lenguaje (giro lingúístico). Mi tercera tesis reza así: El pacto secreto de todas estas<br />

perspectivas, lo que tienen en común en cuanto perspectivas (su exterioridad),<br />

acaba siempre por sustituir las actividades reales (hacer arte es una de ellas) por el<br />

ventajoso punto de vista externo de un tercero sobre estas actividades. ¿Para<br />

apoderarse de ellas, para aplicarlas a otra cosa porque ese tercero persigue un<br />

objetivo distinto, exterior a la actividad misma?. “Se confunde la esencia de la<br />

actividad con el beneficio de un tercero, del que se pretende que debe sacar<br />

provecho o que tiene derecho de recoger los efectos (Dios, el espíritu objetivo, la<br />

humanidad, la cultura, o incluso el proletariado, etc)” (Deleuze 107). 11<br />

Ese pacto secreto impediría acercarse a la experiencia artística como una<br />

actividad real, pero también como una práctica no sólo dialógica sino<br />

radicalmente heterogénea, que dice algo en la medida en que quien la actúa, el<br />

artista, quiere algo al actuarla: quizás, como en el caso de Lezama Lima, la<br />

heterogeneidad misma.<br />

En todos los casos ese pacto de la exterioridad impediría acercarse a la<br />

experiencia artística como vivencia 12 inestable, como vivencia del peligro, tanto<br />

para el autor como para la vivencia no menos activa y peligrosa del espectador<br />

activo, arriesgado y no profesional 13 . ¿No podría entenderse entonces el ejercicio<br />

crítico como una nueva actividad, una escritura en primera persona (o ni siquiera),<br />

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