Stony Brook University
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trascendencia antimundana sino que intenta coligar o confundir el más allá con el más acá. ¿Contra quien escribe Lezama Lima? ¿Contra quien se hace pasar? La pregunta ahora ya nos debe parecer pertinente y, de hecho, devela otra de las tensiones primordiales de una obra de Lezama Lima que—estamos viendo en este capítulo—no sólo aspira ya al reencantamiento del mundo: del mismo modo esta obra podría definirse desde su resistencia a cualquier régimen de la normalidad, a la norma, ya sea sexual o literaria. A la vez, la obra de Lezama Lima, deleitándose en una suerte de ingravidez o ingenuo candor que también se observa en los personajes iluminados de sus novelas, se resiste a abrir un fuego directo, su disposición a la contra permanece sumergida porque la norma del compromiso del escritor o de la reivindicación gay, por ejemplo, también ha quedado excluida y en ocasiones parodiada: recordemos que Lezama Lima se burla de los gays (de los “incorporadotes”, de los “asimiladores”, de las “abadesas de las tapiñas”, de los “demonios androginales”, de los “aquejados de la manera griega”), en numerosos pasajes de su obra 11 . El contra quien forma parte del qué y del cómo en la obra de Lezama Lima, quizá de cualquier obra, pero no de una forma abierta y expuesta. Escribe, desde un código secreto, contra el patriarcalismo cubano al que no se enfrenta directamente, al que imita y al imitar desordena. Escribe contra el patriarcalismo de la literatura cubana: su escritura reta tanto al alto estilo de los escritores de la república (la famosa disputa con Jorge Manach vendría a 158
demostrar este aserto), de los cuales es su parodia hipertrofiada, como al estilo realista de escritores como Carlos Montenegro, ante el cual la escritura lezamiana representa una antítesis llevada al absurdo. Pero insistimos en que esa confrontación no es directa. Como sucede con la obra pictórica de Rousseau, el candor de Lezama Lima consigue disfrazar o atemperar la burla, transformala en el comentario socarrón de “un amigo malicioso” que quiere satisfacer, también, la ingenuidad que los demás esperan de él. Predominará el hacerse pasar, predomina un aire de guasa, de ocurrencia, el “camp” que navega entre lo serio y lo trivializado, un “camp” muy particular que no puede abolir lo trascendente sino transformarlo, disfrazarlo, parodiarlo sin empobrecerlo (“Cuando el hombre vuela, sus pelotas son de oro”), que convierte la problemática homosexual en una festividad astuta y escamoteada, que combate toda norma, incluso la norma del combate mismo, el “camp” que construye un estilo “en segunda lengua” excéntrico respecto a la excelencia en el decir y al decir realista. Para Susan Sontag, Homosexuals, by and large, constitute the vanguard—and most articulate audience—of Camp (…), which definitely has something propagandistic about it. Needless to say, the propaganda operates in exactly the opposite direction (…) homosexuals have pinned their integration into society on promoting the aesthetics sense. Camp is a solvent of morality. It neutralizes moral indignation, sponsors playfulness. (59) En la medida en que existe provocación, escándalo y propaganda, en la medida también que existe disfraz y astucia, el “camp” es un cinismo lúdico, a 159
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numerosos pasajes de su obra 11 . El contra quien forma parte del qué y del cómo<br />
en la obra de Lezama Lima, quizá de cualquier obra, pero no de una forma abierta<br />
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