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Los miembros ordinarios del personal académico de todos los institutos oficiales de educación superior,<br />

salvo excepciones, ingresan por concurso como instructores, y se ubican y ascienden en el escalafón de<br />

acuerdo con sus credenciales, méritos y años de servicio. En estos casos se abren concursos públicos.<br />

Sin embargo, los directivos de las instituciones con mucha frecuencia utilizan el recurso de contratar<br />

temporalmente a algunos profesionales y abren uno o dos años después el concurso público, con lo cual<br />

burlan la Ley al dar ventaja al ocupante de la plaza.<br />

En los colegios e institutos universitarios, el ingreso puede darse en las categorías de Instructor, Asistente<br />

o Agregado de acuerdo a la experiencia previa y credenciales del candidato que gane el concurso. Para el<br />

ascenso, en lugar del requisito de acumulación de un determinado número de años de servicio y defensa<br />

de un trabajo especial, se establece un puntaje que debe lograr el interesado. La escala de uso más<br />

generalizado es la siguiente: 3 puntos para ser asistente; 9 para agregado; 15 para asociado y 21 puntos<br />

para ascender a titular. Para lograr esos puntajes se toman en cuenta los cursos de postgrado,<br />

perfeccionamiento y actualización, sus años servicio, publicaciones y experiencia en cargos<br />

administrativos en la educación superior, entre otros. (OPSU, 1985).<br />

La formación y mejoramiento docente del profesor universitario han sido considerados como un<br />

problema esencial para el funcionamiento del subsistema, dado el explosivo crecimiento de la matrícula<br />

estudiantil, iniciado en la década de los años setenta y que trajo como consecuencia la incorporación de un<br />

número significativo de docentes sin la requerida capacitación y experiencia. Por lo demás, se entiende<br />

como un planteamiento compartido que la calidad de la enseñanza en la educación superior, en gran<br />

medida la determina la capacitación pedagógica de los docentes.<br />

Si bien la vigente legislación exige la formación pedagógica del docente, se ha reconocido la debilidad y<br />

ausencia de sistemas adecuados para proveer esta formación. Para resolver este problema, algunas<br />

instituciones han creado programas especiales, como es el caso de la Universidad Central de Venezuela,<br />

donde se creó en 1974 el Sistema de Actualización Docente del Profesorado (SADPRO) el cual ha<br />

atendido un número considerable de docentes. A partir de entonces, otras instituciones han desarrollado<br />

prácticas similares. A este mismo fin sirven, además, algunos de los 200 programas de postgrado en<br />

educación que existen en el país.<br />

En cuanto al apoyo a los proyectos de investigación del profesorado de educación superior, deben<br />

destacarse la creación o existencia de programas tales como el desarrollado por la Comisión Nacional para<br />

el beneficio Académico (CONABA) del CNU, los programas de estímulo a los investigadores aplicados<br />

en la Universidad Simón Bolívar (USB), la Universidad de los Andes (ULA) y la Central de Venezuela<br />

(UCV), A lo anterior se agrega que la mayoría de las universidades nacionales desarrollan programas de<br />

incorporación a las redes informáticas nacionales e internacionales; están comprometidos en la mejora<br />

constante de los servicios de biblioteca, con la creación de fondos editoriales y se desarrollan programas<br />

de mejoramiento, perfeccionamiento y renovación de los docentes al facilitarle la realización de estudios<br />

de postgrado en especializaciones, maestrías, doctorados y postdoctorados, nacionales y extranjeros.<br />

El Consejo Nacional de Universidades aprobó en el 2001 otorgar una prima a los docentes que tengan<br />

grado de Doctor, equivalente al 19% del sueldo correspondiente a las respectivas categorías y dedicación.<br />

También se contribuye y estimula la consolidación de grupos de docentes-investigadores con los<br />

programas del Ministerio de Ciencia y Tecnología, entre los cuales conviene destacar el Programa de<br />

Promoción al Investigador (PPI), que estimula la actividad de científicos y tecnólogos mediante<br />

complementos salariales según la categoría en la cual sean ubicados.<br />

Además existen los programas de apoyo a la actividad de investigación, ofrecidos por los Consejos de<br />

Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico de cada universidad, apoyo que se expresa en el<br />

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