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CUADRO 5.A<br />
Estas cifras colocan al país entre los primeros de América Latina, tanto en términos relativos como<br />
absolutos en materia de educación superior. Esto no ha sido siempre así, ya que para 1950 la oferta de<br />
educación superior en Venezuela se reducía a tres universidades oficiales (la Central, la del Zulia y la de<br />
Mérida) y un instituto de formación docente (el Instituto Pedagógico de Caracas), en todos los cuales la<br />
matrícula estudiantil en total no pasaba de 6.900 estudiantes. Durante la dictadura del General Pérez<br />
Jiménez (1950-58) se crean en 1953 las dos primeras universidades privadas (la Católica Andrés Bello y<br />
la Santa María), y a partir de 1958 se inicia un proceso muy acelerado de creación de instituciones de este<br />
nivel educativo, oficiales en los primeros 15 años -–aprovechando la coyuntura de altos precios del<br />
petróleo--, y luego privadas, a partir de 1984, por influencia de las políticas neoliberales que fueron<br />
impuestas.<br />
Para el año 2001 la situación era bastante compleja: se contaba en el país con un conjunto heterogéneo de<br />
145 instituciones legalmente autorizadas para dar formación profesional a nivel superior de pre-grado<br />
(Anexo 1.A), en el cual se ofrecían estudios que iban desde los que exigen dos y medio o 3 años de<br />
duración, conducentes a títulos de “técnicos superiores universitarios (TSU)”, hasta los que requieren un<br />
mínimo de 6 años de estudios de pregrado y a veces hasta cuatro o más a nivel de postgrado, para lograr el<br />
título de Doctor o de Especialista en ciertas áreas, como sucede en algunas subespecialidades médicas.<br />
El 40% de la oferta proviene de planteles privados y el 60% de los oficiales. El 65,5% estudia en<br />
universidades (oficiales y privadas) y el resto en otro tipo de instituciones.<br />
La complejidad institucional se ha hecho mayor en los últimos años con una práctica novedosa que se ha<br />
ido extendiendo a todo el país: nos referimos al hecho de que muchas instituciones se han multiplicado a<br />
sí mismas mediante “extensiones”, es decir, núcleos o programas que funcionan en ciudades distintas a su<br />
sede principal. Es así como se observa que casi todas las universidades autónomas oficiales y las<br />
universidades, colegios y tecnológicos privados han adoptado esta modalidad de aumento de la oferta, lo<br />
cual tiene el contenido positivo de extender la educación superior a toda la geografía nacional, pero se<br />
logra en desmedro de la calidad, puesto que las nuevas creaciones se hacen en condiciones que a veces no<br />
cumplen con los mínimos requisitos pedagógicos para garantizar la calidad de los profesionales que<br />
egresan.<br />
Se tiene una idea más concreta de este fenómeno si se observa que para 1993, unas 32 universidades (17<br />
públicas y 15 privadas) realizaban actividades docentes en 74 ciudades mientras 38 institutos<br />
universitarios tecnológicos (22 oficiales y16 privados) lo hacían en 50 (Sardi, et.al., 1995). Para el año<br />
2.000 el número de extensiones ha crecido en no menos del 15%, pero se ha hecho con cierto control<br />
puesto que el Consejo Nacional de Universidades ha tomado medidas para contener el fenómeno al exigir<br />
que las extensiones tengan condiciones de infraestructura y personal similares a las sedes centrales y que<br />
soliciten la autorización para su funcionamiento.<br />
A la cobertura geográfica mencionada hay que añadir los llamados “centros locales” de la Universidad<br />
Nacional Abierta (UNA), institución que tiene unidades de apoyo en unas 25 ciudades del país, en las<br />
cuales se realizan actividades docentes mediante educación a distancia, en forma similar a como lo hacen,<br />
en menor escala, la Escuela de Educación de la Universidad Central de Venezuela y la Universidad<br />
privada José Maria Vargas con sus denominados Estudios Supervisados.<br />
Como puede observarse en el Cuadro 5.D, para el año 2001 en Venezuela si se agrupan las oportunidades<br />
de estudio en grandes áreas de conocimiento resulta que el mayor porcentaje de ofertas corresponde a las<br />
áreas de Ingeniería, Arquitectura y Tecnología ( 33,24 %) y de Ciencias Sociales (38,28%), que incluye<br />
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