R ed Hot CHili PePPeR s l a m agia inagotable d e - Rolling Stone

l a m a g i a i n a g o t a b l e d e
R e d H o t C H i l
i P e P P e R s
Tres décadas
y una docena
de compañeros
de banda
después,
Anthony Kiedis
y Flea recién
están empezando
la batalla
Por David Fricke
Fotografía de
Terry Richardson
54 rolling stone, septiembre de 2011 rolling stone, septiembre de 2011 55
Kiedis y Flea,
21 de julio
de 2011

Red Hot CHili PePPeRs
‘ t e n i a m i e d o’,
confiesa Flea, el bajista de los Red Hot Chili Peppers, mientras ruge el motor del micro de la gira. “No me podía imagi-
nar salir con otra gente. Parecía que era el fin.” ➺ Estamos en la última semana de julio, y Flea está sentado en el living
que hay en la parte de atrás del micro, mientras éste viaja raudamente con rumbo norte por la Pacific Coast Highway de
Los Angeles a Big Sur, donde los Chili Peppers darán su primer recital en cuatro años. El show será el primero en más
de una década sin John Frusciante, quien fuera el brillante y volátil guitarrista de la banda durante quince años y cinco
discos de funk metálico y pop psicodélico, que incluyeron el número 5 de 1991, BloodSugarSexMagik y el número 1 de
2006, Stadium Arcadium. En 2009, Frusciante abandonó la banda por segunda vez, en esta ocasión de manera definitiva.
Con el pelo de un color entre el verde y el turquesa
y una musculosa de básquet que deja ver el museo
de tatuajes que alberga su torso, Flea explica cómo
componían canciones con Frusciante: “John venía
con una idea, pum, y yo la seguía. O yo tenía una
idea y, bum, él tocaba lo que le hacía falta. Y listo”.
Flea también ofrece una amplia gama de adjetivos
para describir su amistad: “agradable”, “tensa”, “fraternal”
y “combativa”.
Es como si a la banda “le faltara un integrante de
la familia”, dice.
Ahora tienen un nuevo integrante. Los Chili
Peppers están a punto de lanzar I’m With You, su
primer disco con el amigo y sucesor de Frusciante,
Josh Klinghoffer, de 31 años. Ayer, Flea, Klinghoffer,
el baterista Chad Smith y el cantante Anthony Kiedis
tuvieron su último ensayo antes de la gira, practicando
casi dos docenas de canciones en una sala
de Santa Mónica. Mañana en Big Sur, los Peppers
harán su debut en vivo con Klinghoffer, en un show
con invitación exclusiva en el jardín de la Henry
Miller Memorial Library. Flea tiene una casa en la
zona, y quiere que la banda dé inicio a esta nueva
era frente a sus amigos y vecinos.
“No me siento preparado”, admitirá Kiedis unas
horas antes el show. “Nunca he estado preparado
para el primer show de una nueva etapa. Estoy lo
suficientemente preparado para saber que, de algún
modo, voy a poder hacer que funcione. De última,
lo atamos con alambre.”
En realidad, los Chili Peppers se han vuelto expertos
en renacer de sus cenizas desde que empezaron
a tocar, en 1983. Amigos desde la secundaria
y únicos dos integrantes originales de la banda,
Flea y Kiedis, ambos de 48 años, han sobrevivido
al abuso de drogas duras, a la muerte (la sobredosis
del guitarrista fundador, Hillel Slovak, ocurrida en
1988) y a unos doce cambios de integrantes, incluyendo
la primera renuncia de Frusciante en 1992 y
el breve lapso en que la banda tuvo a Dave Navarro,
de Jane’s Addiction, como guitarrista. Frusciante
regresó en 1998.
Pero cuando volvió a dejar la banda en 2009,
poco antes de que terminara un descanso de dos
años de las grabaciones y las giras, “podría haber
sido el fin, seguro”, dice Smith, de 49 años, cuando
le toca el turno en el living del micro de gira.
“Habíamos pasado por un montón de guitarristas,
y ahora otra vez.” El baterista admite que tenía la
esperanza de que Frusciante cambiara de parecer,
“cosa que ya había sucedido con anterioridad. Está
bien, está haciendo otras cosas, pero un día me va
a llamar por teléfono: «Hola, habla John, ¿querés
zapar?»”. Smith hace una imitación afectuosa de
la voz quebrada y susurrante de Frusciante. “Pero
eso nunca sucedió.”
Para octubre de 2009, dos meses antes de que
Frusciante anunciara públicamente que dejaba la
banda, Flea, Smith y Kiedis ya estaban componiendo
con Klinghoffer, un talentoso sesionista nacido
en Los Angeles que trabajó con Beck, PJ Harvey y
Gnarls Barkley, y tocó guitarras y teclados adicionales
durante la gira de Stadium Arcadium. No hubo
audiciones ni otros candidatos de peso. La nueva
formación grabó la pistas de base de las catorce canciones
de I’m With You en un mes.
“lo llamabamos el
monstRuo de dos
Cabezas”, diCe Flea
sobRe su vinCulo
Con antHony
k iedis. “siemPRe
tuvimos mas
FueRza juntos que
sePaRados.”
“Nunca me dio la sensación de que estuviéramos
acabados”, insiste Kiedis. “Flea me comentó que
su mayor preocupación era que él no quería seguir
adelante si no éramos tan buenos como antes, como
en nuestro mejor momento: «Logramos demasiadas
cosas como para hacer algo tibio».”
Pero, concede el cantante, “si se va Flea, se acaban
los Chili Peppers. Ni siquiera lo intentaría…”.
Su voz se apaga un poco, como si estuviera considerando
lo imposible. “Flea y yo estamos destinados a
compartir esta vida. Así son las cosas.”
En el micro, Flea habla acerca de ese vínculo: “Anthony
y yo nos mudamos a L.A. por la misma época,
teníamos la misma edad”; o sea, en los albores de la
adolescencia. Flea llegó de Melbourne, Australia,
donde nació; y Kiedis, de su Michigan natal. Los
dos venían de familias desarmadas por el divorcio
y, señala Flea, “de la porción más baja de la escala
económica. Sabíamos que nadie iba a hacer nada por
nosotros si no lo hacíamos nosotros mismos. Nos
dimos cuenta de que teníamos algo mágico cuando
estábamos juntos. Lo llamábamos «el Monstruo de
Dos Cabezas». Teníamos más fuerza juntos que separados.
Podíamos lograr cosas”.
El monstruo es ahora una pareja de padres, con
vidas personales separadas y ocupadas. Divorciado
dos veces, Flea tiene dos hijas. Kiedis tiene un
hijo de 3 años y medio, Everly, fruto de su unión
con la modelo Heather Christie; la pareja se separó
en 2008. (Smith, que entró en los Chili Peppers en
1989, tiene dos hijos con su esposa, Nancy, y tres
más de relaciones anteriores. Klinghoffer es soltero).
“Nuestras ideas sobre las cosas, todas nuestras
bromas y experiencias… No creo que Anthony y
yo nos demos cuenta todo el tiempo de lo profundo
que es”, prosigue Flea. “La semana pasada, no nos
llevamos para nada bien. Tuvimos una discusión
ridícula sobre un video. Eso es lo que no quisiera
perder tras la partida de John, la sensación de ser
parte de una familia, luego de haber trabajado juntos
durante tanto tiempo en algo.”
Mientras cena un bife con una copa de vino en
un hotel de Big Sur, Klinghoffer, un tipo amigable,
de voz suave, alto y enjuto, recuerda una conversa-
56 rolling stone, septiembre de 2011 rolling stone, septiembre de 2011 57
Foto: getty images
I’M WITH YOU
Flea y Kiedis en 1986. “estábamos destinados a compartir esta vida”, dice Kiedis.
ción telefónica que tuvo hace poco con Frusciante.
Se conocieron cuando Klinghoffer era adolescente,
y ambos tocaron con su propia intensidad fraternal
en los discos solistas de Frusciante, así como en
otros proyectos. “Le estaba hablando sobre tocar
con estos muchachos”, cuenta Klinghoffer. “El me
dijo: «Levantarte a la mañana y tocar música increíble
con tus amigos tiene algo de increíble».”
“Eso es algo que he querido más que cualquier
otra cosa en la vida: tener una banda de amigos en
quienes confiás y a quienes querés”, dice Klinghoffer
con entusiasmo. “Flea y John tenían una relación
especial; fui testigo de ella durante años. Que
Flea, Chad y Anthony se hayan abierto para permitir
que entrara otra persona, una persona nueva, me
parece increíble.”
Fue imposible localizar a Frusciante para que
ofreciera sus comentarios. “Creo que quiere ser
libre para hacer lo que se le dé la gana”, sugiere Flea,
“sin el aspecto comercial que implica ser parte de
una banda grande”.
Pero el fin de semana anterior al concierto en
Big Sur, Smith se encontró con Frusciante en un
show de Soundgarden en Los Angeles. “Se lo veía
bien y feliz”, dice el baterista. Más tarde, Frusciante
le envió a Smith un mensaje de texto: “Me hizo
muy feliz verte”.
“No sé qué nos deparará el futuro, nunca lo sé,
pero en este momento, la banda es muy divertida”,
declara Flea, acelerándose. Los Chili Peppers compusieron
más de cincuenta canciones para I’m With
You y ya planean grabar un segundo disco con Klinghoffer
cuando termine la gira, el año que viene.
“Sólo va a cambiar para mejora”, jura alegremente
Smith. “A menos que pase algo raro.”
En un rincon de una habitacion del
Dirt Cheap Sound Stage, la tarde del último
ensayo de los Chili Peppers para la
gira, Flea, descalzo y con el torso desnudo,
enfundado en unos holgados pantalones
rojos, se sienta a la mesa a comer su almuerzo
vegetariano. Se queda completamente inmóvil durante
un minuto, con los ojos cerrados y las palmas
hacia arriba, antes de empezar a comer.
“Flea dice una pequeña oración antes de cada
una de sus comidas”, dice la cantante y poeta Patti
Smith, íntima amiga y colaboradora suya. Flea tocó
el bajo en la banda de Smith en algunos shows de
los últimos años. “Estar con Flea es una experiencia
holística”, dice afectuosamente. “Se cuida con la
comida. Corre todos los días.” Smith lo vio calentar
para un recital de los Chili Peppers practicando Bach
en su bajo detrás de escena. Cuando toca con Flea,
cuenta, “si estoy cansada, si él percibe que decaigo
un poco, me mira a los ojos y me pasa toda su energía.
Es único. Sabe lo que vale. Pero tiene esa cosa
desinteresada que hace a un gran músico”.
Las silenciosas oraciones de Flea son aconfesionales.
“He desarrollado una relación con mi idea de
lo que es Dios”, dice. “Si bien la música me permitió
liberarme, tocar se trata para mí de permanecer en
contacto con algo sagrado, una energía divina que
fluye a través de mí.”
Es una energía palpable. En Dirt Cheap, los Chili
Peppers, con un nuevo integrante para las giras, el
percusionista Mauro Refosco, pasan del acid pop
de “Monarchy of Roses” y la austera balada “Meet
Me at the Corner”, ambas del nuevo disco, al dance
bélico de “Throw Away Your Television”, de By the
Way, de 2002, y el imperativo funky de “Give It
Away” de BloodSugar.
En cada una de las canciones, Flea telegrafía cada
nota e inflexión rítmica con el cuerpo prácticamente
doblado por la mitad, inclinado hacia adelante,
con la cabeza y los hombros sacudiéndose al ritmo.
Kiedis hace su propia versión de lo mismo. Sus bailes,
durante las pausas instrumentales, son en parte
karate, en parte breakdancing, todo coronado por
una sonrisa canchera.
Klinghoffer no está pintado. Por lo general, se
para pegadito a Flea, ambos sacudiendo las cabezas,
casi dando cabezazos, y toca sus power chords
con sus largas piernas separadas, como una versión
basquetbolista de Pete Townshend. Pero el estilo de
Klinghoffer, inquieto y textural, una mezcla de la ur-

Red Hot CHili PePPeRs
dimbre melódica de Keith Richards
y el eco y la distorsión pictóricos de
Jimi Hendrix, es un cambio radical
respecto de los cortantes riffs y solos
de Frusciante.
“Josh le da vueltas a una idea y la
trabaja”, explica Flea. “Es más sublime
y sutil. Nunca habíamos tenido
eso. Incluso cuando se pone
violento, Josh envuelve más de lo
que ataca.”
“No soy John”, dice Klinghoffer
sin rodeos. “No es algo consciente.
Nunca hice nada para evitar ser
como John. Pero lo que él hacía era
esa banda. Con suerte, ésta es una
nueva banda.”
Flea dice lo mismo luego de ese
ensayo. “Me mandó un mensaje
de texto: «Suena increíble»”, señala
luego Klinghoffer. “Fue muy
buena onda.”
Sammy Hagar, que toca con Chad
Smith en la banda Chickenfoot, envidia
la lealtad que ve en los Chili
Peppers. “Siempre le alabo eso a
Chad”, dice Hagar. “No es que apuñalaron
al guitarrista por la espalda y
lo echaron”, dice, en referencia a los
dramas de los que fue testigo Hagar
en Van Halen. “Se van integrantes,
pero ellos conservan un núcleo sólido.
Es buena gente que se quiere entre sí.”
Flea, sin embargo, aprovechó la impasse de dos
años de la banda luego de Stadium Arcadium para
trabajar en las giras y en los discos de otros artistas,
y para grabar material solista en su propio estudio
en la localidad angelina de Silverlake. En 2010,
tocó el bajo en Atoms for Peace, la banda paralela
del cantante de Radiohead, Thom Yorke, en vivo
y para un disco de estudio de próxima aparición.
Yorke cuenta que le pidió a Flea que participara
en el proyecto “porque toca el bajo como un instrumento
solista. Pero pensé: «¿Por qué querría él
hacer algo así?». Me dijo que le gustaba la idea de
involucrarse sin ser responsable del producto final,
disfrutando de lo suyo y nada más”. Yorke se ríe.
“Entiendo perfectamente eso.”
Flea es, en realidad, una compleja mezcla de confianza
en sí mismo, humildad y anhelo, un músico
de formación tradicional (empezó con la trompeta)
cuyo agresivo estilo como bajista oculta su vocación
de servicio. “Quiero apoyarlos”, dice de su
labor con Yorke y Patti Smith. “Thom canaliza algo
tan hermoso. Yo pienso: «Quiero darle todo lo que
soy, darle lo que necesita para flotar».”
“Esa libertad de la que habla Thom se trata de
quitarse del medio”, explica Flea. “Cuando tratás
de controlar la música, terminás estrangulándola.
Sé que suena hippie. Pero estoy intentando sacar la
energía, dejarla fluir. Ese es el don que tengo.”
Flea fue uno de los fundadores, en 2001, de una
escuela de música para niños sin fines de lucro, el
Silverlake Conservatory. Por lo demás, sigue considerándose
a sí mismo un estudiante. En otoño de
2008, el bajista se anotó en la Thornton School of
Music de la University of Southern California, para
tomar cursos de teoría, composición y trompeta. No
recibió un diploma oficial, pero cumplió con las tareas
(sobre Bach, Haydn y Mozart, entre otros) y
rindió los exámenes finales. “Como toco la trompeta
y el bajo, que no son instrumentos de acordes, quería
desentrañar algunos misterios”, dice.
“Me llamaba dos o tres veces por tarde: «Tengo
una pregunta sobre la tarea, este acorde del segundo
compás»”, dice el instructor de teoría de Flea,
Neal Desby. “Era muy serio, y los otros alumnos se
daban cuenta de eso. Se convirtió en una lección en
sí misma. A las 9.30 de la mañana, el tipo ya estaba
acá. No tiene por qué hacerlo.” La nota de Flea en
“solo va a CambiaR
PaR a mejoR”, juR a
CHad smitH sobRe
esta nueva etaPa
sin joHn
FRusCiante. “a
menos que Pase
algo RaRo.”
CHILI 2011 La nueva
formación de los
Peppers, que tocará el
18 de septiembre en
River: Flea, Smith,
Kiedis y Josh
Klinghoffer, el
guitarrista de 31 años.
el curso de Desby: “Muy bien 10, felicitado. Le fue
extremadamente bien”.
Cuando indago en el micro si alguna vez se pregunta
qué sería de él ahora sin la música o la banda,
Flea me mira asombrado: “Es extraño que me lo preguntes.
Justamente, hoy me desperté pensando en
eso”. Cuenta que en su adolescencia se entregó a
las drogas duras y robó casas: “Cosas muy jodidas,
que te pueden hacer terminar en la cárcel o muerto.
Anthony, Hillel, mis amigos que eran como mi familia…
nos drogábamos juntos. Era nuestra forma de
comunión. Pero se volvió evidente que las drogas
arruinaban la vida de la gente y no tenían nada de
lindo”. Flea dejó las drogas duras (“por mi cuenta,
nunca fui a rehabilitación”) a principios de los 90,
a los 30 años. A Kiedis, quien escribió vívidamente
sobre su vida como adicto en el hit de BloodSugar-
SexMagik, “Under the Bridge”, le costó más. Está
limpio desde el año 2000.
“La música y los libros me salvaron”, cuenta Flea.
“Leer a Kurt Vonnegut a los 13, eso me hizo crecer,
me dio una noción de ética, qué está bien en el
mundo.” Actualmente, Flea es un ávido coleccionista
de libros. Tiene una primera edición inglesa
de Jane Eyre de Charlotte Brontë, que compró en
Londres en 2004 por, según admite avergonzado,
“una suma considerable de dinero”.
“No la leí hasta los treintipico”, dice sobre la novela,
“pero me emocionó: la resistencia que Jane
mantiene a la hora de enfrentarse a situaciones en
las que todos los demás pierden la dignidad y la amabilidad.
Tiene que pasar por un infierno. La abandonan,
la tratan como la mierda. Y aun así, nunca
se aparta de lo que ama”.
Foto: gentileza Warner
Dale una guitarra, le sugiero, y podría ser la historia
de su banda.
“Me identifico con ella”, confiesa Flea. “No siempre
conservé mi dignidad ni me mantuve fiel a mí
mismo, ni fui amable y esas cosas.” De todos modos,
dice: “Es algo a lo que aspiro”.
Joshua adam klinghoffer nacio en los
Angeles el 2 de octubre de 1979, el menor
de los dos hijos de Steve y Kathy Klinghoffer,
oriundos de Nueva York. El padre de
Josh también está en la industria del espectáculo:
es técnico de sonido de cine y televisión.
Josh tenía 9 años cuando sus padres lo inscribieron
en clases de batería. “Tamborileaba sobre todo lo
que tenía a su alcance”, cuenta Kathy. “Yo le hablaba
a Josh, y él tocaba la batería en la mesa de la cocina,
tocaba la batería en la mesa ratona.” Josh aprendió
solo a tocar la guitarra y el teclado.
A los 15, Josh les anunció a sus padres que dejaba
la secundaria para estudiar música por su cuenta.
“Durante años fue una guerra”, recuerda Josh. “Les
dije: «Quiero educarme según mis propios parámetros».”
Fue un extraño paralelismo: Frusciante también
abandonó la secundaria para concentrarse en
la guitarra, tocando obsesivamente arriba de discos
en su casa hasta que entró en los Chili Peppers a los
18, en 1989. “Hubo mucho Led Zeppelin y Jimi Hendrix”,
cuenta Klinghoffer sobre sus estudios por su
cuenta. “Los Chili Peppers y Pearl Jam fueron bandas
muy importantes para mí.”
Klinghoffer conoció a Frusciante por medio de
Bob Forrest, el ex líder de una banda de culto de
Los Angeles, Thelonious Monster, y amigo histórico
de los Peppers. “Josh y John sólo vivían para la
música y los discos”, cuenta Forrest, ahora consejero
en materia de adicciones. Recuerda un viaje a
Nueva York en el que Forrest y Klinghoffer firmaron
un contrato con una banda que tenían en esa
época, The Bicycle Thief. “Nos dieron un avance de
diez mil dólares a cada uno. Josh dijo: «Te veo en el
hotel». Volvió ocho horas más tardes con cien cds
y una guitarra acústica de la década de 1940. Le dije:
«¿Cuánta plata te queda?». El me respondió: «No
sé, no mucha».”
El currículum de Klinghoffer como sesionista es
un cúmulo de apariciones estelares en las altas esferas
del rock alternativo. Además de haber tocado
en vivo con Beck y Harvey, hizo giras y sesiones con
Perry Farrell, Sparks, Tricky, los Butthole Surfers
y la muy recomendable banda indie Warpaint, además
de varios discos con Frusciante. Forrest señala
una diferencia significativa entre los dos guitarristas:
“John explotó muy rápidamente y consiguió
poder y dinero” cuando entró en los Chili Peppers.
“Nunca tuvo la experiencia que tuvo Josh de tocar
con otros músicos.” Steve Klinghoffer habla con orgullo
del talento de su hijo “para atraer a la gente;
encaja muy bien”.
En los Chili Peppers, lo tratan como a un socio
mayoritario, no como a uno minoritario; y él actúa
en consecuencia. En varios momentos de ese ensayo
para la gira, Flea y Kiedis (“el eje invisible”, en palabras
de este último), se consultan sobre la próxima
filmación de un video y sobre el orden de las canciones
en el show. Pero a Klinghoffer suele vérselo por ahí,
HistoRia de bolsillo
de los CHili PePPeRs
28 años, 11 cambios de integrantes y ninguna remera
Cuatro punks
de l.a.
1983 el cantante Anthony
Kiedis, el bajista Flea, el
guitarrista Hillel Slovak y el
baterista Jack Irons, íntimos
amigos que habían egresado
hacía un par de años de la
secundaria, forman una banda
en los angeles. en su primer
recital se hacen llamar tony
Flow and the miraculously
majestic masters of mayhem,
pero rápidamente cambian
su nombre por red Hot Chili
peppers.
la primera crisis
1984 Slovak y Irons dejan
la banda para dedicarle más
tiempo a otro proyecto y los
reemplazan el guitarrista
Jack Sherman y el baterista
Cliff Martinez, que tocan en
el primer disco de los Chili
peppers.
el regreso de Hillel
1985 despiden a Sherman
por tensiones internas; Slovak
vuelve a unirse a la banda;
el grupo graba Freaky styley
con George Clinton como
productor.
Peppers en alza
1987 Martinez cae en
desgracia con el resto de la
banda y es despedido. los
otros integrantes convencen
al baterista Irons de que
vuelva para grabar the Uplift
mofo party plan, el disco más
exitoso de la banda hasta aquel
momento.
tragedia
1988 Slovak es encontrado
muerto por sobredosis de
heroína. presa del dolor, Irons
vuelve a renunciar, dejando a
la banda en el limbo. Kiedis
y Flea prueban una nueva
formación, que incluye nada
menos que al guitarrista
de parliament Funkadelic,
Blackbyrd McKnight y al ex
baterista de dead Kennedys,
D.H. Peligro.
Renacimiento
1989 la nueva formación se
desarma rápidamente. Kiedis
y Flea reclutan al fan de la
banda John Frusciante como
nuevo guitarrista luego de
verlo en una prueba para otra
banda. les toman audición a
decenas de bateristas antes
de decidirse por Chad Smith
y grabar mother’s milk, de
1989. el disco se convierte en el
mayor éxito de la banda hasta
ese momento.
john Frusciante
dejó la banda
1992 los red Hot Chili
peppers están disfrutando
del éxito superfunk de
bloodsugarsexmagik, de
1991, cuando Frusciante
súbitamente deja la banda
luego de cuatro shows de
una gira por el extranjero. el
sesionista Arik Marshall se
convierte en su reemplazante
interino: toca en lollapalooza
y aparece en dos videos, y
también es el violero con que la
banda toca en obras en 1993.
la puerta giratoria
de guitarristas
1993 le piden la renuncia a
Marshall luego de la gira que
los trajo por primera vez a
la argentina, y lo reemplaza
Jesse Tobias, a quien también
despiden poco después.
los extraños años
de navarro
1993 Dave Navarro, de Jane’s
addiction, se convierte en
el séptimo guitarrista de los
Chili peppers, y toca con ellos
en Woodstock en el 94 y en
el disco one Hot minute. para
algunos, una decepción. para
otros, uno de los puntos altos
en la discografía de los Chili.
john Frusciante
salva las papas
1998 la banda despide a
Navarro por diferencias
creativas. el grupo vuelve a
reunirse con un rehabilitado
Frusciante, y graba tres
discos, comenzando con
Californication, que marcó el
retorno y la energía renovada
de la banda en 1999.
llaman a
klinghoffer
2009 Frusciante se va por
segunda vez para concentrarse
en su carrera solista. los
peppers invitan a su amigo,
Josh Klinghoffer, que había
salido de gira con ellos en
2007, para que sea el nuevo
guitarrista.
58 rolling stone, septiembre de 2011 rolling stone, septiembre de 2011 59
Fotos: getty images (slovaK y navarro); gentileza Warner (KlingHoFFer)
GUITARRAS PICANTES Con slovak en 1985, con navarro en 1995 y con Frusciante en los 2000.

Red Hot CHili PePPeRs
escuchando atentamente y haciendo sugerencias. Y
recibe el mismo crédito de composición que los demás
en I’m With You. “Josh brilló con sus contribuciones”,
dice Rick Rubin, el productor de este disco y de los
últimos seis de los Peppers. “Discutía si las cosas
no se hacían como él quería. Peleaba por sus cosas.”
Kiedis escucha lo que llama “el núcleo de Josh, una
suavidad, en sus melodías y en sus progresiones de
acordes”. También se dio cuenta de su perfeccionismo.
“Tocamos una canción, y yo pienso: «Mierda,
salió muy bien». Después doy vuelta la cabeza y veo
que está pateando sus equipos. Escucha una cosita
que no salió bien con los pedales. A mí me suena perfecto.
Pero él quiere que sea todavía mejor.”
Mientras se come su bife antes de debutar en
Big Sur, Klinghoffer habla con honestidad sobre lo
que tiene que aprender y perfeccionar para la gira
de los Chili Peppers: un repertorio de canciones
que se extiende por tres décadas; los cambios en
los tonos de guitarra y los coros de las canciones
nuevas; convertirse en el principal encargado de
los solos. “Eso me da muchísimo miedo”, confiesa.
“Empiezo un solo y pienso que arranqué bien.
Pero en el medio…” Klinghoffer se ríe. “Mis finales
son pésimos.”
Flea salta en su defensa. “Ser el guitarrista de
una banda grande de rock es un laburo tremendo”,
afirma el bajista. “Con el paso del tiempo, va a descubrir
cada vez más cosas. Pero está todo ahí. Sólo
tiene que ser él mismo.”
Luego Flea cuenta una anécdota sobre un reciente
campamento de verano que organizó su escuela
de música, donde Smith, Refosco, Klinghoffer y él
tocaron para los alumnos y respondieron sus preguntas.
En un momento, hablaron de cómo se había
iniciado cada uno en la música. “Sabía que Josh no
quería hablar”, dice Flea, “así que le pregunté: «Josh,
¿cómo empezaste vos?». Y él se quedó calladito. Después
dijo: «Bueno, cuando era chico, empecé a tocar
música…», y los chicos se quedaron escuchándolo
con atención, «…y eso me hacía feliz. Todavía sigue
haciéndome feliz». Eso es lo único que dijo. Pero sus
palabras tenían un peso tremendo.”
Cambio muchisimo”, dice kiedis la
mañana del concierto en Big Sur, reflexionando
acerca de su vida fuera
de los Peppers desde el nacimiento de
Everly en 2007. “Antes todo giraba en
torno de mí. Ahora todo gira en torno de mi hijo. Es
lo mejor que podría haberme pasado.”
Kiedis está sentado en el living de una antigua cabaña
en una propiedad ubicada en una zona de colinas
con vista al Pacífico, donde está parando con
Everly. La casa de Kiedis está cerca; a él y a Kiedis
les encanta surfear en esta agua. “Road Trippin’”, el
tema de Californication, de 1999, habla de una de las
vacaciones que pasaron surfeando allí.
“Me levanto cuando se levanta él”, dice el cantante,
describiendo un día típico en casa con Everly.
“Tomo el desayuno con él, pero no se lo preparo.
Tiene una niñera. Mi trabajo es contarle cuentos
mientras come. Y es muy exigente con los cuentos.
Si trato de contarle uno cortito, se queja. Tienen
que ser sí o sí cuentos largos.”
Por lo general, luego se dedican a hacer rompe-
60 rolling stone, septiembre de 2011
cabezas, leer, dibujar y “jugar a las escondidas en el
jardín trasero”. No ven televisión, al menos no la televisión
“que tiene publicidades y ruido”, en palabras
de Kiedis. Padre e hijo miran juntos “animación de
la década de 1930, muchas películas. Pero cuando
pasa por alguna habitación donde hay un televisor
encendido, directamente pasa de largo”.
Kiedis, que vive en Malibú, se reserva un par de
horas diarias para practicar surf. (Hace dos años,
luego de que lo internaran con una crisis aguda de
vesícula –“literalmente, me explotó adentro como
un volcán”–, Kiedis se recuperó surfeando.) Dice
que su vida sentimental actual es “bastante inexistente”.
En cuanto al matrimonio, “no creo necesitarlo.
Ser padre soltero es maravilloso”.
Uno de los más célebres libertinos del rock, integrante
de una banda que se hizo rápidamente famosa
en los 80 por aparecer en escena completamente
desnuda, con la excepción de una media estratégicamente
colocada, Kiedis pasa revista a su propia
adolescencia con un padre soltero en Los Angeles
(su padre, John, es un actor que ahora tiene setenta
y pico) con afecto matizado. “El pensaba: «Voy
a convertir a mi hijo en mi mejor amigo, y vamos a
ser dos adultos que vamos a enfrentarnos al mundo
juntos»”, recuerda Kiedis. “Me dio conocimientos y
me presentó una cultura que la mayoría de los padres
no les da a sus hijos.”
“Pero es difícil”, prosigue, “cuando te convertís
en el padre de tu padre porque está fuera de control,
cosa que me ocurrió con el mío a mediados de los
70, con todo el alcohol y las drogas que él tomaba.
Puso a prueba mis límites, aunque no tanto como
lo haría yo mismo más tarde. Quisiera evitar a toda
costa poner a mi hijo en esa posición”.
“Yo fui papá mucho antes que todos los demás
integrantes de la banda”, dice Flea. Su hija mayor,
Clara, música y fotógrafa, acaba de terminar la universidad.
“Pero la dedicación que Anthony pone en
su hijo es muy fuerte. Y se lo ve tan estable. Percibo
en él una mayor comprensión y tolerancia ante cosas
que antes podrían haberle molestado.” Flea sonríe.
“Sin duda, está más relajado conmigo.”
Kiedis se muestra a la vez modesto y circunspec-
“lo ultimo que
quisieR amos seR es
una banda que giR a
PaR a toCaR «undeR
tHe bRidge» y que
la gente se vaya a
ComPR aR un
PanCHo en los
temas nuevos.”
to a la hora de hablar de las letras de I’m With You.
Se define a sí mismo como “un escritor raro. Nunca
pienso: «Ahora mi vida es diferente, voy a sacar papel
y lápiz»”. Su esperanzada bravata encima del brioso
galope de bajo de Flea en “Factory of Faith” “fueron
sólo palabras que me vinieron a la cabeza. Ahora si
lo pienso, me doy cuenta de que estaba poniendo
mi fe en el proceso del amor, enviando un mensaje
de que estaba disponible”.
Pero tiene la respuesta lista para la pregunta sobre
la primera canción adulta que escribió: “Love Trilogy”,
de The Uplift Mofo Party Plan, de 1987. Como
gran parte del material temprano, “es un poco limada”,
concede. “Pero la temática es adulta: el amor por
tus amigos, por tus padres, por la vida. Siempre nos
sentimos malinterpretados. Siempre supimos quiénes
éramos. Cuando nos portábamos como unos pelotudos
y hacíamos morisquetas, burlándonos de nosotros
mismos ante la prensa y todos los demás, sólo tenía
sentido porque creíamos todo el tiempo en nuestra
música, desde la primera canción que tocamos.”
“No me imagino que deje de existir”, dice acerca
de la banda y su futuro con Klinghoffer. “Algo raro
podría pasar”, dice, en consonancia con el comentario
de Smith. “O no. Sé que hoy tenemos el recital
en la Henry Miller Library, nuestro primer recital
con Josh, de noche, al aire libre, en las montañas.”
Kiedis esboza una sonrisa hambrienta. “¡Sí!”
El primer show en vivo de los Chili Peppers resulta
desprolijamente divertido. Se corta la luz varias
veces durante las primeras canciones; la mitad
del set es del disco nuevo, que el público no ha oído
aún; y Kiedis, que se queda sin voz a causa del frío,
le pide a Klinghoffer que cante por él un par de estribillos
agudos.
Pero también hay numerosas señales de una banda
que ha vuelto a nacer: el vigoroso baile de Kiedis, al
son de la polirrítmica “Ethiopia”, de I’m With You;
Flea, con el torso desnudo y sudoroso a pesar del
frío; los interludios de guitarra entusiastas y desgarradores
de Klinghoffer. “Lo último que quisiéramos
ser”, había dicho el día antes Chad Smith en el
micro, “es una banda que sale de gira un verano, a
tocar «Under the Bridge» en galpones. «¿Qué pasa
con nuestras canciones nuevas?». La gente se fue
a comprar un pancho y una coca. Tenemos mucha
suerte. Tenemos otra oportunidad”.
En el backstage en Big Sur, luego de los bises,
Flea está deleitado y aliviado. “Cada vez que miraba
a Josh, me daba cuenta de que estaba muy metido”,
dice. “Nada de pánico. Esta banda, esta nueva
versión, está arrancando.”
“Me sentí bárbaro”, anuncia con alegría Klinghoffer.
“Los ensayos son importantes, pero no hay
nada como tocar para la gente.” Se ríe de los incidentes.
“Fue mi tipo de recital: se corta la luz, el
cantante pierde la voz. Podría haber tocado toda
la noche.” También, en un momento dado, Kiedis
se acerca a Flea, que está caminando hacia un auto
que lo espera. No hablan sobre el show. Kiedis le
está contando a Flea sobre el pronóstico meteorológico
del día siguiente para Big Sur: buenas olas
y vientos de baja intensidad por la tarde, perfecto
para el surf. “Eso suena muy bien”, dice Flea. “¿Te
parece tipo cuatro?” Kiedis sonríe, y se dan un abrazo
antes de separarse.