LAS SIETE PALABRAS. Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía ...

SEXTA PALABRA
El Amor como deber cumplido.
Esta es la hora de Jesús. El reloj marca el final y la obra que le fue confiada
por el Padre Dios se transforma en informe, en balance, en reporte final.
Bastaron tres palabras: “TODO ESTÁ CUMPLIDO”.
“Sabiendo Jesús que había llegado su hora de PASAR de este mundo al Padre,
habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el
extremo” (Juan 13,1). Esta palabra nos llena de absoluta e íntima confianza
en la Persona de Jesús: mi SALVACIÓN ya está dada en Él. Todo ser humano
tiene ahora acceso libre a Dios en Jesús y por Él. Ahora han sido quitados de
en medio el poder de la muerte, la deuda del pecado y la inclinación
idolátrica que pretende endiosar lo humano o lo creado y reducir a Dios a la
esfera humana. El poder de las riquezas, del saber y del placer, de la mentira
y la opresión, han sido vencidos. Ahora le queda a Jesús como último
enemigo a vencer la muerte misma, la separación biológica entre lo espiritual
y lo corpóreo físico, material, del ser humano. Procederá a ello después de
este su parte de satisfacción completa ante el Padre Dios y ante la
humanidad que mira y escucha al mártir del Calvario.
Sí, la salvación ya es realidad suficiente y única en la Persona de Jesús: él ha
recorrido el abismo de la miseria humana y ha derribado los muros que nos
separan con Dios y entre las personas y los pueblos. Queda lo nuestro: que
HAGAMOS PROPIA la Salvación de Cristo. Que acojamos su Palabra como
poder que Dios nos da para NACER DE NUEVO, engendrados por el Espíritu
en el seno de la Iglesia a través del Bautismo, formando a Cristo en mí como
lo engendrara en el Corazón y en el Vientre de María. Nos queda vivir la vida
como CONVERSIÓN de todo nuestro ser a la Persona de Jesús, a la Voluntad
del Padre y al Mandamiento Nuevo de amarnos como Él nos amó. Es, en
síntesis, nuestra transformación, nuestro paso de la muerte a la vida,
aceptando que el Amor sea nuestro DEBER SIN LÍMITES: el amor a Dios en el
prójimo, dando nuestra vida por los demás.