Historia Republicana - Ministerio del Poder Popular para la Educación
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82 LA CULTURA TOMA NUEVOS RUMBOS PESE AL FRENO DEL GOBIERNO Las presidencias de Castro y Gómez introdujeron a la Venezuela rural por los caminos del siglo XX. Con Gómez nace la explotación petrolera que en pocas décadas cambió todo, menos los altos índices de analfabetismo. El auge que había tenido la instrucción primaria gratuita décadas atrás, ni siquiera a paso lento siguió andando. De modo que Venezuela mantuvo una gran mayoría de su población analfabeta marginada de la cultura académica y poseedora de una cultura popular que iba perdiendo fuerza ante la avasallante penetración cultural foránea, al lado de una minoritaria pero impetuosa y activísima élite de intelectuales que se empeñaba en desgarrar el tiempo para abrir ventanas a lo contemporáneo. El arte que evocaba héroes y ejércitos vencedores abandonó la emoción del romanticismo y pasó a temas concretos de la realidad, con un nuevo estilo para el manejo interpretativo de lo criollo y lo nativo. La historia alcanzó valor interpretativo de las causas y consecuencias de lo ocurrido, dentro del marco positivista que se impuso en el trabajo científico de las universidades. Los intelectuales más destacados comprendieron desde fines del siglo XIX que teníamos Estado, pero no una nación consolidada ni un claro sentimiento de patria. Al logro de esto contribuyeron escritores criollistas, nativistas, modernistas y la nueva corriente vanguardista. Política cultural del Estado en declive Con la llegada del siglo XX declinó el carácter institucional y estatal que había tenido la cultura en tiempos del guzmancismo y volvió a ser una tarea individual y de grupos que fundaron algunos intelectuales. El Estado solo fundó la Academia de Medicina (1904) y la de Ciencias Políticas (1915) y de Física y Matemática (1917). Se estancó la instrucción primaria pública obligatoria, así como el incremento de la secundaria y de la universitaria. La Universidad de Valencia fue bruscamente cerrada en 1903, e igual suerte le tocó a la Universidad del Zulia. Ambas universidades permanecieron cerradas hasta finalizado el gomecismo, en tanto que las universidades Central y de Mérida fueron cerradas varias veces: cuando abrían una, surgía alguna causa política para cerrar la otra. Algunos escritores de aquel tiempo Castro y Gómez venían del medio rural, pero se rodearon de algunos destacados intelectuales. Muchos de ellos, posteriormente, se convirtieron en opositores del gobierno y esto lo reflejaron en las obras que escribieron. En narrativa predominó el cuento, pero despuntaba la novela nacional con varios escritores: Pedro María Morantes (más conocido por su seudónimo: Pío Gil) con poco tiempo como empleado de la Cancillería y juez de Primera Instancia, se asqueó al ver tantos adulantes: renunció y se va a Europa. Allá publicó entre otras su novela El Cabito, cuyo principal personaje, el Cabito, representa a Cipriano Castro, y hace agrias críticas a la adulancia. Pío Gil no regresó, sus panfletos contra Gómez le impidieron morir en su patria. Pio Gil (1865-1918)
Runo Blanco Fombona, después de ejercer varios cargos en el Gobierno de Castro, salió preso a la cárcel de Ciudad Bolívar. En prisión escribió su más famosa novela: El hombre de hierro. Al salir en libertad, viajó a Europa y regresó a la salida de Castro. Poco después, sus críticas al gomecismo lo llevaron a La Rotunda (1909-1910) y de allí al exilio. Fue nominado en 1925 para el Premio Nóbel de Literatura. Sólo regresó a la patria al morir Gómez. Manuel Díaz Rodríguez publicó su primera novela en 1901: Ídolos rotos. En ella dice que “La obra de los libertadores, incompleta por la fuerza de las cosas, apenas había sido aumentada un ápice. Ellos nos legaron cuanto podían legarnos: un territorio libre, habitado por hombres libres. Pero hombres libres en territorio libre, por sí solos, no forman pueblo o nación…” José Rafael Pocaterra (1888-1955) José Rafael Pocaterra ocupó varios cargos públicos, y cuando lo acusaron de apoyar un complot contra Gómez lo metieron preso en La Rotunda (1919-1922), de donde salió al exilio. En prisión concibió el tema de su más famosa obra: Memorias de un venezolano de la decadencia. Pocaterra es considerado “Maestro” del cuento contemporáneo de Venezuela. ¿Has leído Panchito Mandefuá? Si no lo has hecho, hazlo y disfrútalo. Francisco González Guinán y Eloy González, además de obras literarias, escribieron historia. Del primero es la Historia contemporánea de Venezuela en 15 tomos, considerada fuente importante para el estudio de la vida política entre 1830-1895. De Eloy González es una Historia de Venezuela, que narra en tres tomos la evolución histórica del país. Ambos ejercieron cargos en el gobierno de Gómez. José Gil Fortoul escribió obras literarias y la Historia constitucional de Venezuela, que por primera vez presentó una visión de nuestro pasado con relaciones de causas y efectos, muy diferente a la anecdótica y romántica que hasta entonces se había escrito. Durante el gobierno de Castro, Gil Fortoul ejerció cargos diplomáticos; con Gómez fue senador, ministro de Instrucción Pública e incluso temporalmente Presidente de la República (tal era la confianza que le tenía el dictador). Hubo otros positivistas allegados a Gómez, como César Zumeta y Laureano Vallenilla Lanz que justificaron el régimen dictatorial con teorías sociológicas, una de ellas la tesis del “gendarme necesario”, expuesta por Vallenilla en su libro Cesarismo democrático. Tanto Zumeta como Vallenilla ocuparon cargos de importancia y fueron hombres de confianza de Gómez. Lisandro Alvarado, al egresar de la Universidad, recorrió casi toda Venezuela en burro, en canoa, a pie. Así estudió directamente paisajes, flora, fauna, el modo de hablar en diferentes regiones (incluso lenguas indígenas). Gracias a su indagación, escribió sobre temas de diversas áreas de la ciencia. Sólo ocupó muy poco tiempo un cargo en la Cancillería de Gómez. Surgimiento de la novela contemporánea Lisandro Alvarado (1858-1929) Con Teresa de la Parra, Rómulo Gallegos y Arturo Uslar Pietri, nació la novelística contemporánea de Venezuela. Teresa de la Parra, de refinada cultura europea, escribió sus dos únicas novelas: Igenia y Memorias de Mamá Blanca. Son obras intimistas que narran con sencillez la vida todavía provinciana llena de prejuicios hacia la mujer. Rómulo Gallegos publicó durante el gomecismo sus primeras novelas Reinaldo Solar (1920), La Trepadora (1925), y la que lo hizo famoso: Doña Bárbara (1929). El todavía muy joven Arturo Uslar Pietri, se inició como novelista con Lanzas Coloradas (1931), que trata el tema histórico. 83
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LA CULTURA TOMA NUEVOS<br />
RUMBOS PESE AL FRENO<br />
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Las presidencias de Castro y Gómez introdujeron a <strong>la</strong> Venezue<strong>la</strong> rural por los caminos <strong>del</strong> siglo XX. Con<br />
Gómez nace <strong>la</strong> explotación petrolera que en pocas décadas cambió todo, menos los altos índices de<br />
analfabetismo. El auge que había tenido <strong>la</strong> instrucción primaria gratuita décadas atrás, ni siquiera a paso lento<br />
siguió andando. De modo que Venezue<strong>la</strong> mantuvo una gran mayoría de su pob<strong>la</strong>ción analfabeta marginada<br />
de <strong>la</strong> cultura académica y poseedora de una cultura popu<strong>la</strong>r que iba perdiendo fuerza ante <strong>la</strong> avasal<strong>la</strong>nte<br />
penetración cultural foránea, al <strong>la</strong>do de una minoritaria pero impetuosa y activísima élite de intelectuales<br />
que se empeñaba en desgarrar el tiempo <strong>para</strong> abrir ventanas a lo contemporáneo.<br />
El arte que evocaba héroes y ejércitos vencedores abandonó <strong>la</strong> emoción <strong>del</strong> romanticismo y pasó a temas<br />
concretos de <strong>la</strong> realidad, con un nuevo estilo <strong>para</strong> el manejo interpretativo de lo criollo y lo nativo. La historia<br />
alcanzó valor interpretativo de <strong>la</strong>s causas y consecuencias de lo ocurrido, dentro <strong>del</strong> marco positivista que se<br />
impuso en el trabajo científico de <strong>la</strong>s universidades.<br />
Los intelectuales más destacados comprendieron desde fines <strong>del</strong> siglo XIX que teníamos Estado, pero no<br />
una nación consolidada ni un c<strong>la</strong>ro sentimiento de patria. Al logro de esto contribuyeron escritores criollistas,<br />
nativistas, modernistas y <strong>la</strong> nueva corriente vanguardista.<br />
Política cultural <strong>del</strong> Estado<br />
en declive<br />
Con <strong>la</strong> llegada <strong>del</strong> siglo XX declinó el carácter<br />
institucional y estatal que había tenido <strong>la</strong> cultura<br />
en tiempos <strong>del</strong> guzmancismo y volvió a ser una<br />
tarea individual y de grupos que fundaron algunos<br />
intelectuales. El Estado solo fundó <strong>la</strong> Academia de<br />
Medicina (1904) y <strong>la</strong> de Ciencias Políticas (1915) y de<br />
Física y Matemática (1917).<br />
Se estancó <strong>la</strong> instrucción primaria pública<br />
obligatoria, así como el incremento de <strong>la</strong><br />
secundaria y de <strong>la</strong> universitaria. La Universidad<br />
de Valencia fue bruscamente cerrada en 1903,<br />
e igual suerte le tocó a <strong>la</strong> Universidad <strong>del</strong> Zulia.<br />
Ambas universidades permanecieron cerradas<br />
hasta finalizado el gomecismo, en tanto que <strong>la</strong>s<br />
universidades Central y de Mérida fueron cerradas<br />
varias veces: cuando abrían una, surgía alguna<br />
causa política <strong>para</strong> cerrar <strong>la</strong> otra.<br />
Algunos escritores de aquel tiempo<br />
Castro y Gómez venían <strong>del</strong> medio rural, pero<br />
se rodearon de algunos destacados intelectuales.<br />
Muchos de ellos, posteriormente, se convirtieron en<br />
opositores <strong>del</strong> gobierno y esto lo reflejaron en <strong>la</strong>s<br />
obras que escribieron.<br />
En narrativa predominó el cuento, pero despuntaba<br />
<strong>la</strong> nove<strong>la</strong> nacional con varios escritores:<br />
Pedro María Morantes (más conocido por su<br />
seudónimo: Pío Gil) con poco tiempo como empleado<br />
de <strong>la</strong> Cancillería y juez de Primera Instancia, se asqueó<br />
al ver tantos adu<strong>la</strong>ntes: renunció y se va a Europa. Allá<br />
publicó entre otras su nove<strong>la</strong> El Cabito, cuyo principal<br />
personaje, el Cabito, representa a Cipriano Castro, y<br />
hace agrias críticas a <strong>la</strong> adu<strong>la</strong>ncia. Pío Gil no regresó,<br />
sus panfletos contra Gómez le impidieron morir en<br />
su patria.<br />
Pio Gil (1865-1918)