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En el tema que nos interesa dicha globalización mediática afecta el principio
de soberanía estatal en tanto que supera los límites territoriales y legales mediante
“la globalizacion y el entrecruzamiento de la propiedad; la flexibilidad y penetración
de la tecnología; la autonomía y la diversidad de los medios de comunicación”
(Castells, p. 282)
En suma, la clásica definición weberiana del estado racional como
“asociación de dominio institucional con el monopolio de poder legítimo” y como
“comunidad humana que en un determinado territorio –el concepto de ‘territorio’ es
esencial a la definición- reclama para sí (con éxito) el monopolio de la coacción
física legítima” (Weber, Max, p 1056) merece lecturas complementarias a partir de
estas esferas de poder que escapan precisamente al control estatal de la mano de
la libertad de prensa.
Es más la comunicación a través de ordenadores no puede ni quiere ser
controlada por el estado. En un reciente juicio en Estados Unidos en 1996 en el
Estado de Pensilvania sobre un caso tan conflictivo como el material pornográfico
difundido por Internet la comisión judicial federal de Pensilvania declaró
inconstitucional la mayor parte de una ley federal que pretendía regularlo
declarando “ Del mismo modo que la fuerza de Internet es el caos, la fuerza de
nuestra libertad depende del caos...” (Castells, p. 287) Y esta es la tendencia que
parece afirmarse a menos que se lograra un acuerdo global al respecto y su
aplicación irrestricta por todos los países y, aún así, tendrían que lidiar con el
permanente avance tecnológico que hace cada vez más difícil implementar y
sostener estos controles.
Por otro lado, en el plano interno el surgimiento de identidades y gobiernos
locales producen el repliegue del estado-nación. Como también la delegación de
funciones que habían legitimado su existencia durante la vigencia del Estado de
Bienestar Keynesiano lo pone ahora en cuestión mientras su lugar pasa a ser
ocupado por la diversificación y fragmentación de los intereses. (Castells, 298-
333, Offe, Klaus, 1985,72-84)
Comienza así a afectarse el proceso de homogeneidad social y económica
y, al hacerlo, se desdibujan los fundamentos del contrato social diluyendo el
acuerdo o consenso entre capital, sindicatos y estados. En tal sentido en una
percepción radical, amenaza quebrar nuevamente, las mediaciones entre estado y
sociedad representadas por la nación, y el pueblo o lo popular. (O’Donnell, G.
Contrapuntos, ....p. 69-75)
Estos cambios representados en el desdibujado diseño de las funciones del
Estado de Bienestar que anudaba sus relaciones con la ciudadanía junto con la
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