Anarquistas de Bialystok - Nodo 50

Mirando ahora atrás los hechos de hace más de medio
siglo, me estoy preguntado cual fue el secreto de la gran fascinación
que Semion ejercía sobre todos nosotros. Seguramente tenía
muchas cualidades: inteligencia aguda, valor, falta de respeto
por cualquier dogma... Estaba hecho para impresionar a un joven
tímido como yo. Fue mi falta de confianza en mi mismo que me
hizo susceptible hacia cada teoría nueva, que prometía resolver las
cuestiones que me atormentaban. ¿Pero de donde vino este hechizo
sexual con el cual Semion atrapó a esas dos jovencillas virginales,
que seguramente podrían encontrar alguien más atractivo? Ahora,
no puedo resistir la idea, que detrás de este encanto particular
existiese algo que los franceses llaman ‘la nostalgie de la boue’, la
atracción que alguna gente muy culta siente por ‘el lado oscuro’ de
la vida, por la vulgaridad, la brutalidad, el cinismo y la suciedad.
Nos preguntábamos que haría Semion, después rechazar
todos los ideales revolucionarias conocidos entonces, como ya había
hecho. Buscar la venganza contra la sociedad injusta con un acto de
lanzar una bomba no alcanzaba la altura de sus ambiciones. Muy
consciente de sus fuerzas intelectuales se sentía capaz de convertirse
en un líder de los desposeídos, el organizador de la revuelta
mundial para establecer la igualdad económica. Para alcanzar este
objetivo adoptó, como uno de puntos prioritarios de su ‘programa’,
el postulado que cada persona educada que quisiese servir a la
causa obrera tenía que convertirse a si misma en un trabajador
manual, vivir de este sueldo y intentar ampliar las insurrecciones
espontáneas como un miembro de la clase obrera y nunca desde
posición de su ‘vanguardia’ parasitaria. Créalo o no, pero Semion,
junto a dos chicas y un joven desesperadamente enamorado de una
de ellas, pronto volvieron a Rusia para convertirse en unos obreros
sencillos en espera de prender fuego al mundo.
El primero que se desplazó fue el desafortunado admirador
de Valia. Encontró trabajo en Kiev, así que desde Ucrania
empezaría su conquista revolucionaria. La próxima fue Sania, que
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