Anarquistas de Bialystok - Nodo 50

propaganda de ideas. Los obreros en la fábricas textiles de Bialystok
-la ciudad nativa de Semion, con la mayoría de la población judía-
tomaron con anhelo la idea nueva. Semion fue uno de los primeros
conversos.
Así, durante alguna huelga en Bialystok, de esas que muy
probablemente tenían interesantes episodios como la explosión de
una bomba en la casa del patrón o que el portavoz de éste fuese
acuchillado o matado a tiros, ya sea en la calle o en la sinagoga.
Era normal que la Policía fuese excesivamente brutal hacia los
huelguistas, pero era también habitual que una ‘makedonka’ de 5 kg
explotase en una de las comisarías. Y si se necesitaba el dinero para
el movimiento nadie montaba fiestas de baile ni colectas entre los
compañeros... A la vez la donación generosa de algunos centenares
o miles de rublos se fue obteniendo del prójimo capitalista judío
persuadido con la pistola apuntada a su cabeza.
Siempre me sentí muy humilde escuchando las historias
de Semion, porque yo personalmente nunca cometí ningún acto
verdadero de violencia revolucionaria mientras, al lado mio, un
compañero más joven que yo hizo tanto. Sin embargo Semion
nunca hizo ni la más sutil alusión sobre su propia participación
en los hechos que contaba. Los revolucionarios rusos no tenían
costumbre de jactarse sobre sus propias hazañas.
Semion fue despiadado cuando, con toda la crueldad, ponía
en ridículo a los anarquistas del Oeste de Europa. Se mofó también
de los compañeros de Nueva York que en sus revistas publicaban
los anuncios pagados. Despreciaba el discurso revolucionario
de la mayoría de publicaciones anarquistas del Oeste, con frases
incendiarias que nunca eran seguidas por los hechos. Se reía de las
‘tácticas revolucionarias’ que asumían las formas conformes con
la ley, se burlaba de los periódicos tolerados por parte de varios
gobiernos occidentales y de los propagandistas que usaban sus
nombres de verdad. Hasta se burló del viejo Piotr Kropotkin, la
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