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Anarquistas de Bialystok - Nodo 50

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Para conseguirlo, en uno <strong>de</strong> los molinos sonó la sirena que en nuestra<br />

ciudad daba la señal en caso <strong>de</strong> incendio. En todas las calles dirigidas<br />

al lugar <strong>de</strong>l supuesto incendio se apostaron nuestros compañeros,<br />

armados con las bombas. Durante cuatro horas seguidas la sirena<br />

sonó con su lúgubre y <strong>de</strong>sgarradora llamada, en toda la ciudad se la<br />

escuchaba. Pero ningún policía se <strong>de</strong>cidió a cruzar la puerta <strong>de</strong> su<br />

comisaria. La venganza tuvo que ser aplazada... Dos días <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> la matanza los obreros enterraron en el cementerio los cadáveres<br />

<strong>de</strong> los fallecidos y volvieron al trabajo. A pesar <strong>de</strong> todo, la victoria se<br />

sentía más en nuestra bolsa.<br />

Con todos estos acontecimientos nuestra obra estaba<br />

tomando un carácter auténtico <strong>de</strong> masas. Los partidos estaban en<br />

una situación miserable, dado que la mayoría <strong>de</strong> sus miembros<br />

se pasaron a nuestro lado. La bolsa vivía su apogeo: cada tar<strong>de</strong><br />

sobre unas <strong>50</strong>00 personas pasaban su tiempo allí <strong>de</strong>batiendo,<br />

aprendiendo, intercambiando opiniones. Nuestra literatura se<br />

difundía con enorme éxito y la gente la leía directamente <strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong> los policías. Aún más, a menudo se podía ver a algún guardia<br />

acercándose al compañero que distribuía las proclamas y pidiéndole<br />

con resignación: “Dame a mí una octavilla, que sí que soy un<br />

humano, <strong>de</strong> verás...”. Luego, los guardias y los soldados se reunían<br />

en grupitos, y aunque supuestamente salían a patrullar, discutían<br />

nuestras proclamas.<br />

Las huelgas <strong>de</strong> trabajadores o talleres particulares<br />

encabezadas por nuestro grupo ocurrían casi a diario. Casi siempre<br />

los partidos políticos acababan involucrados en las huelgas. Esto no<br />

significaba que en este asunto no fuéramos mas allá <strong>de</strong> la simple<br />

participación practicada por todas las organizaciones revolucionarias:<br />

se montó una oficina para asegurar el éxito <strong>de</strong> las huelgas. A menudo<br />

se podía oír en boca <strong>de</strong> obreros <strong>de</strong>sconocidos : “Si los anarquistas<br />

y maximalistas llevan nuestra huelga, seguramente ganaremos”.<br />

De hecho, en este periodo a veces era suficiente con mencionar que<br />

los anarquistas estaban en la huelga para que las <strong>de</strong>mandas fueran<br />

respondidas positivamente y a toda prisa.<br />

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