Anarquistas de Bialystok - Nodo 50
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trabajo. No había tiempo para prepararse, teníamos que actuar. En<br />
los mítines, en los que ahora se reunían entre 15 y 20 mil personas,<br />
nuestros oradores llamaban a una insurrección armada. Las<br />
organizaciones políticas suplicaban a los obreros que se limitaran<br />
a un día <strong>de</strong> huelga <strong>de</strong> protesta. Los trabajadores pedían armamento<br />
y nosotros solo podíamos mostrarles nuestras manos siempre tan<br />
vacías. Tras tres días la huelga se acabó y nosotros cuando empezó<br />
nos dimos cuenta ya <strong>de</strong> que a pesar <strong>de</strong> todos nuestros planteamientos<br />
grandiosos estábamos obligados a sentarnos con los brazos cruzados.<br />
Todos nos sentimos tristes y <strong>de</strong>caídos, el rencor nos atrapó. En ese<br />
momento, nuestro compañero Gelinker -siempre enfadado con el<br />
mundo- salió con una bomba hacia la llamada birzha policial.<br />
Tengo que explicar como era el lugar; las autorida<strong>de</strong>s<br />
temiendo que los anarquistas iniciarán la revuelta en la calle<br />
Surazhskaya, empezaron a reunir cada día a los cargos policiales<br />
superiores en la cercana calle <strong>de</strong> Bazarna y allí esperaban las noticias<br />
con miedosa impaciencia. Así, este miedo se convirtió en normalidad<br />
y los policías se acostumbraron al hecho <strong>de</strong> que a la revuelta no se<br />
la espera, que podía venir hoy, mañana o pasado mañana. Relajados<br />
con el tiempo, empezaron a buscar un poco <strong>de</strong> comodidad en un<br />
puesto <strong>de</strong> vigilancia tan importante. Primero el ayudante <strong>de</strong>l jefe <strong>de</strong><br />
policía, que sufría permanentes problemas respiratorios <strong>de</strong> ahogo,<br />
mandó construir una mesa al lado <strong>de</strong> la pared <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las casas.<br />
La llave la llevaba siempre consigo. Cada tar<strong>de</strong> alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> esta<br />
mesa se reunían los oficiales, sus ayudantes o simples agentes -esta<br />
era la birzha policial-. Allí explotó la bomba que tiró Gelinker; el<br />
ayudante <strong>de</strong>l jefe, un alto oficial, dos agentes y tres guardias urbanos<br />
resultaron heridos <strong>de</strong> gravedad.<br />
Nadie, ni el mismo Gelinker, quería poner en esta acción<br />
ningún contenido concreto. Para todos quedó claro que esto era<br />
un episodio más, casi casual, en la lucha entre los anarquistas y la<br />
Policía. Nada más que la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> un puesto importante <strong>de</strong>l<br />
enemigo que era utilizado para controlar muchas <strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> policías.<br />
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