Anarquistas de Bialystok - Nodo 50
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seguro <strong>de</strong> que solo le amenazan pérdidas mínimas, cuestión <strong>de</strong> un<br />
par <strong>de</strong> kopeks. Al mismo tiempo la huelga para los obreros significó<br />
el hambre, el frío y la pérdida <strong>de</strong> sus fuerzas vitales... Así pensó el<br />
capitalista. Y casi llevaba razón. Pero <strong>de</strong> las filas obreras salió a<strong>de</strong>lante<br />
un anarquista-comunista que cambió la dirección <strong>de</strong> la lucha entre el<br />
trabajo y el Capital. Y ahora ya no fue cuestión <strong>de</strong> un par <strong>de</strong> monedas<br />
sino <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong>l mismo capitalista. ¡Así, y únicamente así, se tiene<br />
que actuar! ¿Acaso no es la vida misma, los jugos vitales, la materia<br />
viva la que exterminan los capitalistas?... El obrero entró en el templo,<br />
en el templo en que el capitalista rezaba a su Dios y bañó a este Dios<br />
en la sangre <strong>de</strong>l enemigo <strong>de</strong> la clase obrera... En este templo al que<br />
la burguesía llama a todo el pueblo a venir -exactamente allí sucedió<br />
un episodio sangriento en la lucha entre dos clases enemigas-. Allí<br />
el proletariado mostró que el capitalista y él tienen dos dioses, dos<br />
templos y dos altares distintos. Pero el Capital no es el enemigo único<br />
-hay también la fuerza opresiva <strong>de</strong>l Estado-. El Estado es la guardia,<br />
la i<strong>de</strong>a y el corazón <strong>de</strong>l Capital. El Estado -esa criatura enorme,<br />
armada con cañones, blindada con su justicia- está protegiendo<br />
al Capital y también al mismo tiempo chupando <strong>de</strong> él sus fuerzas.<br />
Y la bomba tirada en una <strong>de</strong> las instituciones estatales habla con<br />
palabras claras: “¡Vosotros, el proletariado tenéis dos enemigos:<br />
el Estado y el Capital!”. Y mientras siga existiendo el capitalista,<br />
tiene que oprimiros a vosotros. El capitalista tiene que arreglárselas<br />
con el Estado. Para la clase trabajadora no <strong>de</strong>be importar bajo qué<br />
forma <strong>de</strong> administración va a funcionar esto. Sea el parlamento<br />
<strong>de</strong>mocrático o el Palacio Invernal, da igual. En cada institución<br />
policial o estatal el obrero revolucionario tiene que entrar como<br />
entró nuestro compañero: con una bomba.<br />
¡Únicamente dos hechos y qué gran ejemplo para la clase<br />
obrera! ¡Esto es un grito po<strong>de</strong>roso <strong>de</strong>l anarquismo revolucionario<br />
para vosotros y os está diciendo: “¡A<strong>de</strong>lante!”. Los actos individuales<br />
<strong>de</strong> violencia realizados por héroes individuales <strong>de</strong> la revolución<br />
obrera son importantes y necesarios. Con letras doradas van a ser<br />
escritos en las páginas <strong>de</strong> la Historia. Aun así, la fuerza no está en<br />
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