Anarquistas de Bialystok - Nodo 50
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<strong>de</strong> uniforme, le conté mi historia. Él y sus amigos telegrafiaron a<br />
Sasha Taratuta -era el marido <strong>de</strong> Olga y sovietskiy anarjist 32 - a<br />
Petrogrado y él respondió por mí. Me hablaron <strong>de</strong> la amnistía a los<br />
revolucionarios y <strong>de</strong> que estaba exento <strong>de</strong>l servicio militar. Pero<br />
me marché <strong>de</strong> todas maneras y trabajé en una torre vigía junto a<br />
un puente en Bessarabia. Un día un compañero vino a recogerme.<br />
Me dijo que los anarquistas estaban regresando, <strong>de</strong> Londres, <strong>de</strong><br />
América, y me pidió que regresara a casa a unirme a la revolución.<br />
Así que regrese con él a O<strong>de</strong>ssa.<br />
De O<strong>de</strong>ssa fui a Yalta, luego hacia el norte, hacia Moscú<br />
y Petrogrado; me reuní con compañeros en todas esas ciuda<strong>de</strong>s,<br />
incluso con Sasha Taratuta, Bill Shatov y Tanya Shapiro. Me establecí<br />
con los anarquistas <strong>de</strong> Moscú y me lancé al trabajo activo. Un grupo<br />
fuimos al frente a hacer propaganda entre las tropas <strong>de</strong> Krasnov, que<br />
estaban intentando aplastar la revolución. Llegó Trotski y una <strong>de</strong> las<br />
primeras cosas que dijo fue : “Hay <strong>de</strong>masiado anarquistas aquí.”<br />
Nos mandaron regresar y trabajé en el <strong>de</strong>partamento <strong>de</strong> transporte<br />
<strong>de</strong>l Sindicado <strong>de</strong> Ciuda<strong>de</strong>s y estuve activo en el grupo anarquista <strong>de</strong><br />
Moscú, que realizaba expropiaciones, como habíamos hecho antes<br />
durante el gobierno zarista.<br />
La mayor expropiación se realizó en 1918 contra un<br />
banco estatal y una compañía <strong>de</strong> seguros, participamos cuarenta<br />
anarquistas, yo entre ellos. Un compañero, Stokozov, que iba vestido<br />
con un uniforme <strong>de</strong>l Ejército Rojo, nos franqueó la entrada a través<br />
<strong>de</strong> una puerta <strong>de</strong> hierro vigilada. El guardia abrió una pizca la puerta<br />
y nosotros forzamos la entrada. Había <strong>de</strong>ntro veinticinco soldados<br />
bolcheviques, pero uno <strong>de</strong> nuestros hombres sacó una bomba y les<br />
or<strong>de</strong>nó que estuvieran quietos. “¿Quienes sois?”, preguntó uno. Pero<br />
no contestamos. E hicieron lo que se les mandaba. Cuando entraban<br />
clientes, se les ro<strong>de</strong>aba y se les ponía bajo vigilancia. Abrimos la caja<br />
fuerte con un soplete y nos llevamos varios millones <strong>de</strong> rublos. Yo me<br />
32 Anarquista pro bolchevique<br />
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