Anarquistas de Bialystok - Nodo 50
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que le compré a un revisor su gorra y su linterna por diez piezas <strong>de</strong><br />
oro y abordé un tren con <strong>de</strong>stino a Brest-Litovsk, don<strong>de</strong> había vivido<br />
<strong>de</strong> niño. Mis abuelos habían muerto ya, pero su familia todavía vivía<br />
allí y fui a casa <strong>de</strong> una tía. Al principio no me reconoció -me tomó<br />
por uno <strong>de</strong> los muchos soldados que iban <strong>de</strong> camino al frente-, pero<br />
la llamé por su nombre y me abrazó y me dio ropas <strong>de</strong> civil.<br />
De Brest-Litovsk tomé un tren a <strong>Bialystok</strong> y fui al almacén<br />
<strong>de</strong> azúcar don<strong>de</strong> trabajaba mi padre. Me llevó a casa y mi madre<br />
me besó y lloró. Me las arreglé para conseguir otro pasaporte falso<br />
-no me llamaba esta vez Zajar Nefidov, sino Moishe Kaplan- y cogí<br />
un tren a O<strong>de</strong>ssa, don<strong>de</strong> mi hermano trabajaba en una fábrica que<br />
hacía charreteras. En la estación anterior a O<strong>de</strong>ssa -Raz<strong>de</strong>lnie, se<br />
llamaba y era famosa por sus ladrones-, regresé a mi compartimento<br />
y encontré que me habían robado el pasaporte y el dinero. No me<br />
habían <strong>de</strong>jado más que ochenta cópecs y el billete que llevaba en<br />
el bolsillo <strong>de</strong>l chaleco. Pero no tardé en conseguir trabajo en una<br />
fábrica <strong>de</strong> plumillas y me quedé en O<strong>de</strong>ssa más <strong>de</strong> dos años, hasta el<br />
estallido <strong>de</strong> la revolución.<br />
Un día, en 1916, me paró un policía y me preguntó :”? Por<br />
qué no estás en el frente, luchando? Ven conmigo a la comisaría.” Le<br />
di tres rublos y me <strong>de</strong>jó marchar. Al viernes siguiente se presentó en<br />
la fábrica y me exigió más dinero o me llevaría a la comisaría. Le dí<br />
mi reloj como garantía hasta que llegará el día <strong>de</strong> la paga, cuando le<br />
entregué tres rublos y me <strong>de</strong>volvió el reloj. La fábrica <strong>de</strong> plumillas<br />
quebró, pero encontré otro trabajo en una fábrica que hacía sacos <strong>de</strong><br />
lona. No me gustaba -los sacos eran para la guerra, y yo estaba en<br />
contra- y me fui pronto. Luego enseñé ruso y yiddish a los hijos <strong>de</strong><br />
un pana<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> <strong>Bialystok</strong> que se había trasladado a O<strong>de</strong>ssa, hasta<br />
que estalló la revolución.<br />
Entre los marineros <strong>de</strong> la Flota <strong>de</strong>l Mar Negro había<br />
numerosos revolucionarios, socialistas revolucionarios, anarquistas,<br />
bolcheviques, y cuando uno <strong>de</strong> ellos me preguntó por qué no iba<br />
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