Anarquistas de Bialystok - Nodo 50

Mitia estaba agitando a gente en una taberna, donde había entrado
para calentarse. Entre el público estaba un soldado que se indignó
por su discurso y le amenazó con ir a denunciarlo a la Policía. Mitia
se levantó y salió. El soldado le siguió. Mitia giró en una calle vacía,
agarró al soldado y lo tiró al suelo. Quería clavarle una daga, pero
este le suplicó por su vida. Mitia lo soltó y empezó a caminar, pero
se giró y vio que el tipo le apuntaba. En un instante Mitia se lanzó de
nuevo sobre el soldado y con un golpe de daga en el cuello, cerca de
la nuca, le derrumbó al suelo. “En cinco segundos ya no respiraba”,
añadió Mitia, con su característico acento polaco, contándonos ese
episodio.
Era peligroso para Mitia quedarse en Bialystok, entonces, en
el verano de 1905 viajó a Kiev y luego a Yekaterinoslav. Durante la
huelga de Octubre estaba allí, con los compañeros en las barricadas.
A finales de Octubre cruzó la frontera y se fue a Lvov. Allí le tocó
ver a una huelga extranjera, que le chocó e indignó profundamente.
Él pensaba que se realizaría una manifestación, pero en vez de eso
los obreros, tranquilamente, se fueron al teatro. Las entradas eran
gratuitas, organizadas -perversamente- por los dueños de las fábricas
en las cuales se realizaba la huelga... ¡Qué diferencia con las huelgas
de casa! Mitia no pudo aguantar la vida allí. En Diciembre tomó un
trasporte de literatura y entró en Rusia. La huelga de Diciembre le
pilló de camino, las lineas de tren ya habían pasado de las manos
obreras a las de las autoridades. Se acercó a los soldados para que
le ayudasen a llegar a casa, diciendo que no tendía dinero. Éstos le
prestaron una gorra, un capote y le explicaron cómo responder ante
los oficiales, por si acaso.
Subió a un tren militar -el único que circulaba-, realizó todo
como debía y así llegó a Yekaterinoslav con toda la literatura. Con gran
asombro y entusiasmo le recibieron los compañeros. Sin embargo,
poco tiempo pudo estar allí: el 24 de Diciembre fue arrestado en un
piso cuando durmía y, por la vía administrativa, le condenaron a 3
meses por tenencia de un arma. Mitia permanentemente planteaba
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