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Anarquistas de Bialystok - Nodo 50

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discurso. La juventud escuchaba<br />

con avi<strong>de</strong>z y atención, luego hacían<br />

preguntas. Se levantó un jovencito,<br />

aún adolescente. “Ese es Lapidus”<br />

me susurró alguien. Anteriormente<br />

ya me habían elogiado a ese “buen<br />

chaval”. Hoy no me acuerdo <strong>de</strong> cual<br />

fue su pregunta, era algo sobre el papel<br />

<strong>de</strong>l terror... Lo que me impactó fue el<br />

ardor <strong>de</strong> ese joven. Era muy bajito. No<br />

parecía débil, ni tampoco enfermizo;<br />

pero un sufrimiento penetrante<br />

atravesaba su fisonomía, casi salía <strong>de</strong><br />

los bor<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su boca... Sus ojos me<br />

llamaron mucho la atención: gran<strong>de</strong>s,<br />

muy gran<strong>de</strong>s, negros, <strong>de</strong>sbordantes<br />

<strong>de</strong> una enorme tristeza irracional...<br />

Parecía que saliesen rayos <strong>de</strong> esos<br />

ojos, causados por la inquietud y la<br />

melancolía. También su voz estaba<br />

poseída <strong>de</strong> esa tristeza pensativa. Más a<strong>de</strong>lante su voz cambiaría,<br />

sonando con la firmeza <strong>de</strong> un fanático: el rencor, el dolor, la burla...<br />

Pero entonces era aún diferente.<br />

Vladimir llegó a Berlín. Charlaba mucho con el compañero<br />

que habló en Köthen, comentaba mucho lo que pasaba en Rusia.<br />

Conversó también conmigo.<br />

En Rusia el movimiento crecía. La lucha pacífica <strong>de</strong> los<br />

social<strong>de</strong>mócratas iba perdiendo su encanto. Todos aludían, aún<br />

confusamente, a la necesidad <strong>de</strong> una lucha fuerte, una lucha terrorista.<br />

En los mejores casos a los luchadores se les daba una aureola. Hay que<br />

recordar que el terror no era un fin por si mismo, significaba per<strong>de</strong>r<br />

el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> ser un socialista científico... Y Vladimir ya entonces no<br />

dudaba: ardía por la sed <strong>de</strong> una lucha revolucionaria. ¡Lanzarse con<br />

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