sita mucho periódico para leer, para escribir. Hay que motivarlo. —ciUdad ccs tiene Una sección para niños. —Sí la hay, y muy buena, yo la he reconocido. Lo que pasa es que los que reparten ese periódico tú les dices “mira, vale”, y <strong>el</strong>los te dicen “no, vale, eso es allá, si quieres anda allá, <strong>el</strong>los te dan cestatickets”, no sé qué vaina. Mira, si yo puedo repartir doscientos, trescientos <strong>Ciudad</strong> <strong>CCS</strong>, <strong>el</strong>imino los periódicos y reparto ese. —pero tienes qUe cobrar algo, ¿no? —Claro. Una bonificación como le están dando a <strong>el</strong>los, a los motorizados les dan una bonificación. Yo puedo repartir más de trescientos, porque eso hay que repartirlo, dárs<strong>el</strong>o al público en la mano, “tome, señor”, y se lo llevan. Se les da a los niños también. Hay que purificar al niño, hay que motivarlo, darle lo que es para que aprenda a ser gente, al niño no se lo puede maltratar, hay que enseñarlo, a pasear, a hacer cosas de deporte, para que se le quite esa motivación de malandro… —¿y sU familia? —Vive en <strong>el</strong> 23 de Enero y la otra en Maracaibo. —¿cUántos hijos tiene? —Ocho. Cuatro hembras, cuatro varones. —¿y sU señora? —Murió. Hace 25 años. El señor Carlos me habló de su familia. De su nueva pareja, que lo decepcionó. De lo complicado de hablar de las mujeres, de la ley que las protege, de un caso “insólito” de uno que le pegó un platanazo a su mujer y estuvo cuatro días preso. Nos reímos. Coño, un platanazo es un caso insólito, en serio. Cuatro días preso sirven para no agredir más a la mujer. -Y te voy a decir una cosa. Yo estoy asegurado, y no he podido cobrar la pensión. No aparece. Tiene 75 años y no cobra la pensión. “Pon todo eso”, me dice. Estuvo 15 años en Nueva York entrenando a un muchacho. No habla inglés “ni jota”. “No es como cuentan, que Nueva York es una estr<strong>el</strong>la”, agrega. —¿por qUé se vino de nUeva york? —No, la vida es muy… <strong>el</strong> latino allá no creas que… <strong>el</strong> latino tiene que lavar platos, <strong>el</strong> latino es <strong>el</strong> burro de <strong>el</strong>los. No me gustó la ciudad. —¿prefiere san martín? —No, prefiero Venezu<strong>el</strong>a (risas). San Martín no, Venezu<strong>el</strong>a. Yo no puedo vender mi patria por otra patria, porque yo soy un hombre estudiado. Soy versado, sé lo que estoy haciendo. Mi Venezu<strong>el</strong>a es querida, más ahorita, es más querida por Chávez. Y yo me la paso sufriendo por la desgracia que nos está pasando. Chávez es uno de los hombres más purificados… ¡Verga! Se puso a llorar. ¡Qué arrecho! “Tranquilo, pana”, le digo. Dejó de ser “señor Carlos”. Se calmó. Me contó de un motorizado que lo atrop<strong>el</strong>ló y cómo los cubanos lo curaron. R<strong>el</strong>eyendo parece propaganda pa’ Chávez pero, bueno, así pasó. Seguimos hablando de toda vaina. —mira, ¿qUé estabas diciendo tú de los caraqUistas ahorita? —(Risas) Mira, los caraquistas, me vas a perdonar, pero la mala fama que tienen <strong>el</strong>los es una explicación muy sencilla: los caraquistas cuando ganan, no dejan dormir a nadie, pero cuando pierden, ni hablan y andan asusta’os. Caracas, <strong>27</strong> de enero de 2<strong>01</strong>3. 25 —¡coño!, eso es mentira. —Mira. Los caraquistas: los pantalones, caracas; los interiores, caracas; las botas, caracas, y cuando pierden, ni los zapatos ni las botas aparecen en este país (risas). —Un mensaje final qUe qUieras darle a todos los lectores. —El mensaje que quiero dar yo, mira, es la vida de Chávez, cuidarlo, que se cuide y que se mantenga. Otra vez, se le quiebra la voz. Otra vez diciéndole: “Pana, pa’lante, fuerza”. Antes de terminar, Carlos vu<strong>el</strong>ve con una denuncia: -¿Cómo es posible que, en este país, unas gorras de la Misión Vu<strong>el</strong>van Caras las botaron en la basura? Si quieres le preguntas a la comunidad. ¿Por qué no se las regalaron al pueblo? Eso da lástima. Y yo les digo: pongan cuidado en lo que hacen. Eso es malo. Hace ya tres meses que hicieron eso. —¿dónde las botaron? —En los container en El Guarataro. Eso es una barbaridad. Al terminar de tomarle las fotos a Carlos, voy con <strong>el</strong> fotógrafo a la Comuna Socialista Antonio José de Sucre, les cuento, corroboran la denuncia, nos permiten entrar, y allí estaban las gorras. Ahí está la foto. Edición Número Quince. Año <strong>01</strong>. <strong>ÉPALE</strong> <strong>CCS</strong>
26 NOVELA jaurena tiempos DeL inCenDio (CapítuLo iii) POR JOSÉ RObERtO DuquE IlustRacIOnes ALfREDO RAJOy Edición Número Quince. Año <strong>01</strong>. <strong>ÉPALE</strong> <strong>CCS</strong> Caracas, <strong>27</strong> de enero de 2<strong>01</strong>3.
Change language