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El Supermosca se hizo de la faja mundial en el año 1980
“una casa Pa’ maíta”
Todo el mundo lo sabe y él se encarga de
reiterarlo. Cada golpe dado y recibido tenía
nombre propio: Lucrecia, la “Maíta” de su
vida, su abuela-madre, quien junto con su tía
Elisa lo vio crecer. Saltó al profesional pensando
en ellas. Tenía que reunir los cobritos
para comprarle una casa a Maíta. Y lo logró.
Dejó la selección para los Juegos Olímpicos
e inició, en 1979, una carrera exitosa, disfrutada
por muchos gracias a sus contundentes
golpes. Luego de 11 peleas le quitó la faja a
Seung Hoo Lee.
“Esa vez peleé con la mano fracturada, me
rompí la mano. Pero había mucho billete
de por medio y solo pensaba en la casa para
Maíta. Le quité la faja al chino y lo primero
que hice fue irme al público para comprarle
la casa a mi vieja”.
En Oronó no cabe un sentimiento de malicia.
No lo tuvo cuando el río de oro pasó por sus
manos. Los amigos sí que se encargaron de
disfrutarlo y de vivirlo, particularmente Rafito
Cedeño, un legendario empresario maracucho
que supo sacarle el jugo a muchas
naranjas en el deporte de los toma y dame. La
gran mayoría de los boxeadores de la época
apenas sabían leer o escribir, y Rafito se aprovechaba
de eso. Oronó cuenta una de las “travesuras”
de Rafito en tono jocoso
“Una vez iba a pelear con un panameño y
Edición Número Quince. Año 01. ÉPALE CCS Caracas, 27 de enero de 2013.
En oronó no CAbE
un SEntimiEnto dE
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rAfito CEdEño
—
Rafito me invitó a un restaurante en Las
Mercedes. Allí tomé algunas copas y cuando
estábamos en eso de lo que yo iba a
ganar se apareció, como si nada, su amigo
Madrigal y otro abogado. Ellos hablaban
de dólares, pero a mí me pagaban en bolívares.
Me “tracaleaban” facilito, porque yo
era un muchacho de campo, del monte, que
no sabía leer ni escribir. Alvarado, el abogado,
me dijo, ‘‘Coño, Oronó, con ese poco
de plata te puedes comprar dos carros, esa
es mucha plata’, decía el tipo, cayéndome a
coba y todo eso, pero como a mí me gustaban
los carros, porque yo en Pantoño lo que
cargaba era la burra de mi tío, le digo que
sí, que está bien. Después ‘Cochocho’ me
formó un lío y me jaló las orejas. Por eso es
que yo admiro a ‘Cochocho’ Rengifo, quien
siempre me ha aconsejado. Él, aparte de
haber sido mi entrenador, ha sido siempre
un padre para mí y es mi abogado. Él y mi
amigo Jacinto Flores fueron los únicos que
se quedaron a mi lado cuando el chino me
quitó la corona en San Cristóbal. Hasta me
quise tirar del edificio donde estaba hospedado,
uno de seis pisos. No había amigos,
y eso duele, porque ahí un gentío se bebió
lo que yo ganaba y hasta carros y relojes les
regalé, pero cuando perdí me dejaron solo.
Esa vaina duele”.
el RécoRd
de un PeleadoR
Cuando Rafael Oronó decide saltar al boxeo