Descarga aquí el PDF ÉPALE 27/01/13 - Ciudad CCS

No fue su mejor pelea, por el contrario, considera
que fue la peor, “pero la gente siempre
la recuerda. Le dan base por bola a las demás,
a las muchas veces que me fajé duro para ser
campeón y todo eso, pero qué va. Cuando entro
a un lugar, a tomarme un café o comerme
una arepa en la avenida Baralt, alguien me
reconoce, me saluda y me grita: ‘Epa, Oronó,
cómo está la vaina… coño, me acuerdo
cuando el chino te noqueó en San Cristóbal,
que te dieron duro por los costados… tú eras
flojito abajo, verdad’. No jooodaaa… la gente
se acuerda es de esa, solo de esa pelea. ¡Hasta
cuándo!”.
Se ríe rememorando el episodio. Ha pasado
largo tiempo desde ese momento. Forma
parte de los eslabones que conforman una
fructífera carrera como boxeador. De vendedor
de conservas a campeón mundial del
peso Supermosca. De soportar el duro sol del
oriente de nuestro país a los grandes reflectores
que iluminan las efímeras glorias de los
ensogados del mundo. El rugido de los carros
en la carretera, las reyertas con los amigos
para que no te quiten los clientes y ese ruido
ensordecedor que pide sangre y más sangre
en los cuadriláteros de boxeo. Es la película
que día tras día repasa en su memoria Rafael
Jesús Oronó, mejor conocido como “Pantoño”,
pueblito que le vio nacer un día de agosto
de 1958.
—¿Y PoR qué no te PaRaste, tú
eRas de los bRavos?
—No… yo me recuperé, pero después... Mira,
periodista. La verdad es que ese chino, cómo
es que se llama… el surcoreano Chul Ho Kim,
ajá… me dio duro, por aquí, por el hígado.
Las piernas se me doblaron y me caí. Tenía
una paralizada, no la podía mover; el dolor
era arrecho y yo estaba cansado. El referí de
la pelea (Sacary Clayton, el mejor árbitro de
la época) estaba contando y cuando iba por
ocho, vi para la esquina y allí estaba “Cochocho”
Rengifo, mi entrenador, gritando que me
parara y Rafito (Cedeño) con la misma broma,
pero también estaba el chino ese, engolosinado,
parado detrás de mí, esperando para
rematarme. “No joda, yo de aquí no me paro,
porque ese carajo lo que quiere es matarme,
mejor me quedo, dije… Esa es la pelea que
todo el mundo recuerda. ¿Qué bolas, no?”.
Caracas, 27 de enero de 2013.
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Ese es “Maíta”, “Pantoño” Oronó, hoy convertido
en curtido profesor de boxeo. Imparte
sus clases en el gimnasio del estadio Brígido
Iriarte, en El Paraíso. Allí le acompañan en
su labor otros veteranos del deporte de los
coliflores, peleadores no menos famosos,
como el doble campeón mundial Jesús “Kiki”
Rojas, el legendario gladiador amateur Reyes
Arraiz, la muralla maracucha José Antonio
Polanco y el recordado fajador Oscar Arnal,
todos pertenecientes a ese gran momento
que tuvo el boxeo en nuestro país entre los
años 60 y 70.
—¿a qué cRees tú que se debe
el auge del boxeo PoR esos
tiemPos?
—No sé. Yo creo que había más dedicación,
más… más…
—¿mística?
—Esa es la palabra. Más mística. Uno luchaba
por ponerse la camisa distrital. Eso era
un orgullo, pero ahora cualquiera se la pone
y lo que da es lástima. A mí me gustaba mi
profesión, siempre que me lo preguntan digo
que si naciera de nuevo volvería a ser boxeador,
porque yo conocí al mundo a punta de
golpes. Salí de un pueblito llamado Pantoño
y llegué hasta Japón. De vender conservitas
de coco y chaco (batata) para ponerme la faja
del peso Supermosca. Esa vaina no la hace
todo el mundo.
De Pantoño, población enclavada en el municipio
Rivero del estado Sucre, entre Casanay
y Cariaco, nuestro personaje da un brinco
a España, luego a Tailandia, Panamá, Santo
Domingo. “A mí me incluyeron en el Salón de
la Fama primero que a Galarraga, jajajá. Yo le
echo vaina por eso”.
En total, fueron 41 peleas las realizadas por
Jesús Rafael Oronó en el deporte de las cejas
partidas, donde se impuso en 32 ocasiones.
Perdió 7 y empató dos.
Rafael “Pantoño” Oronó realiza su primera
incursión internacional en 1977, en el torneo
Giraldo Córdova Cardín, en la República de
Cuba, donde demostró su garra de boxeador
ante duros contrincantes. Obtuvo medalla de
bronce, que lucía con orgullo.
Edición Número Quince. Año 01. ÉPALE CCS