Una cristiana.pdf - Ataun
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se casa... ¡Como no se case con una botella de gin!... Al hablar así, el rostro de mi amigo se descomponía, contrayéndose de ira reconcentrada y revelando oculto sufrimiento. - Pues si resulta que Mó no es lo que tú soñabas - le dije - debes alegrarte del trueno. - Y me alegro... ¿Quién lo duda? ¿Crees que lloro? Así que me largue a Ciudad Real... bailaré de gusto. ¡Ventaja mayor! Pero no todos se mostrarían tan enteros. Esto requiere mi fuerza de voluntad. No guise dar broma a mi amigo, porque me parecía crueldad manifiesta. Conocí que estaba herido de punta de amor, tanto o más que yo mismo; que rebosaba despecho y amargura, y que pacía de tripas corazón. Ya me encontraba yo versado en los misterios del antojo amoroso, de ese diablo que se nos aloja en las entrañas y no nos deja vivir, y figureme que la traducción más fiel y ajustada de ciertas biliosas melancolías, de ciertas alegrías sin pretexto, y aun de
ciertos desórdenes en que vi caer a mi sensato amigo, no tenían otra explicación sino la de haberse quedado su alma cautiva entre los deditos de la bella zagala evangélica. Antes de avistarme con mi tío hablé confidencialmente al doctorcillo Saúco, su médico de cabecera desde que Sánchez del Arroyo había interrumpido sus visitas, nunca muy frecuentes, como de facultativo llegado ya a la cúspide de la reputación. Al pronto intentó mi paisano disimular conmigo y convencerme de que la enfermedad de don Felipe Unceta no era sino una «degeneración cutánea»; pero persuadido de que yo estaba en autos, cantó de plano el hombre. «Entonces, hijo, ya que lo sabes... Pero guardame el secreto; es decir, guárdetelo a ti propio; que si se enteran por ahí de que te viene de casta... Por supuesto, tú no tienes nada que temer. Si acaso, tus hijos; esta enfermedad casi siempre salta una generación. A veces también se extingue, a fuerza de tiempo y de cruzamientos de sangre. Lo que va siendo raro
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Al hablar así, el rostro de mi amigo se descomponía,<br />
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- Y me alegro... ¿Quién lo duda? ¿Crees que<br />
lloro? Así que me largue a Ciudad Real... bailaré<br />
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No guise dar broma a mi amigo, porque me<br />
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herido de punta de amor, tanto o más que yo<br />
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yo versado en los misterios del antojo amoroso,<br />
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