Una cristiana.pdf - Ataun
Una cristiana.pdf - Ataun Una cristiana.pdf - Ataun
crense y yo. Habíamos cenado, y aturdidos por el sueño y unas copas de detestable seudo Champaña, mirábamos con sorpresa la claridad del día, cuando al poner el pie en la calle se arrojaron sobre nosotros cuatro o cinco individuos, vociferando interjecciones. Eran los de la turbia Aurora periodística. Venían armados de garrotes, y el primer lampreazo cayó, sonoro y magnífico, sobre las espaldas del director de El Teucrense, que retrocedió, pálido de susto, gritando: «¡Indecentes... canallas!». El siguiente fue para mí, y me alcanzó en el sombrero, que por fortuna resguardó mi cabeza. Pero segundaron, y sentí el golpe en la mano, tan doloroso, que encendió mi furia, y en vez de pedir auxilio, me arrojé sobre el que acababa de herirme, lo desarmé, y con su propio bastón le perseguí, sin conseguir atizarle, porque apeló a la fuga. A todo esto ya se habían reunido varios rezagados del baile, con esa prontitud que tienen las gentes para enterarse de los acontecimientos y acudir a su teatro. Levantaron del
suelo al de El Teucrense, que se quejaba de puntapiés y pisotones, amén de los bastonazos; y a mí también quisieron acudirme con remedios farmacéuticos y caseros, éter, agua, vinagre. Mi juvenil orgullo se rebeló. Protesté: «Si no tengo nada. Total, un palo en la mano. ¿Ven ustedes? No hay hueso roto. La manejo bien». La agresión había sido tan imprevista, que yo no sabía el nombre de mi apaleador. «Se llama Rivas Moure. Es uno que por influencias de Dochán desempeña interinamente una cátedra del Instituto». Sin querer, y como si masticase alguna cosa pesada e indigesta, al retirarme a mi casa iba murmurando: «Rivas Moure, Rivas Moure». La mano me escocía. Por fortuna era la izquierda. - XIII - Y digo por fortuna, porque, a la verdad, el ser apaleado e inutilizado a causa y en defensa de mi tío me parecía la mayor primada en que
- Page 565 and 566: cuestan. No sé cómo lo tomará tu
- Page 567 and 568: cha, yo, oxidado por mi larga resid
- Page 569 and 570: cido, y un imposible, una novela, u
- Page 571 and 572: diese emprenderla a cachetes con la
- Page 573 and 574: Desde que descansé en la Ullosa, m
- Page 575 and 576: chochez que le entró. Últimamente
- Page 577 and 578: días: chanchullos gordos... Ademá
- Page 579 and 580: Yo no me paré en tales requisitos
- Page 581 and 582: go. No: besarla, nunca. Reprimiendo
- Page 583 and 584: cían sus pupilas y se transfigurab
- Page 585 and 586: Por eso me irrito cuando me llamas
- Page 587 and 588: cuando salgas, te pasearé la calle
- Page 589 and 590: iglesia, ni los bailes de los círc
- Page 591 and 592: do a su casa muebles comprados para
- Page 593 and 594: Madrid) hacia las pestilentes habla
- Page 595 and 596: No obstante, al llegar a su plenitu
- Page 597 and 598: egional era pro de Lupercio Pimente
- Page 599 and 600: titas negras, y luciendo su capotit
- Page 601 and 602: suegro y, la mujer, y ni siquiera l
- Page 603 and 604: Al otro día del Certamen se celebr
- Page 605 and 606: mística, de la hermosura puramente
- Page 607 and 608: ó el celo del seide, repitiendo:
- Page 609 and 610: peligroso. Hubo un momento de curio
- Page 611 and 612: se más, hizo a don Apolo una graci
- Page 613 and 614: ella por medio de sonrisas, atencio
- Page 615: jo. Donde bramó más tempestuosa f
- Page 619 and 620: había enviado dos padrinos, los se
- Page 621 and 622: patrimonial de la Ullosa, y capaz d
- Page 623 and 624: de que yo me atribuyese facultades
- Page 625 and 626: señores de La Aurora se nos hubies
- Page 627 and 628: terreno que pisan los caballeros, p
- Page 629 and 630: -¿Y qué es lo que iban ustedes a
- Page 631 and 632: tura favorable de decirle a usted q
- Page 633 and 634: Con el periódico en el bolsillo sa
- Page 635 and 636: -¿Cómo? - pregunté no menos alte
- Page 637 and 638: A medida que apretaba el calorcillo
- Page 639 and 640: tían jardines, aunque pegados a la
- Page 641 and 642: en el corral. El sol, el silencio,
- Page 643 and 644: La obscuridad del establo no me per
- Page 645 and 646: ella que está casada con un judío
- Page 647 and 648: erisipela un poco. Se me han formad
- Page 649 and 650: viese el problema, aunque fuese ech
- Page 651 and 652: una expresión que no es posible im
- Page 653 and 654: -¡Qué ideas tan disparatadas tra
- Page 655 and 656: que te lo he dicho, y lo que le suc
- Page 657 and 658: venía diariamente a casa a pedir l
- Page 659 and 660: checa. De modo que si ellos no se a
- Page 661 and 662: de él... y ahora menos, que por un
- Page 663 and 664: Yo, sin tocar al chocolate ni al va
- Page 665 and 666: trocado dos palabras a solas con Ca
suelo al de El Teucrense, que se quejaba de<br />
puntapiés y pisotones, amén de los bastonazos;<br />
y a mí también quisieron acudirme con remedios<br />
farmacéuticos y caseros, éter, agua, vinagre.<br />
Mi juvenil orgullo se rebeló. Protesté: «Si<br />
no tengo nada. Total, un palo en la mano. ¿Ven<br />
ustedes? No hay hueso roto. La manejo bien».<br />
La agresión había sido tan imprevista, que yo<br />
no sabía el nombre de mi apaleador. «Se llama<br />
Rivas Moure. Es uno que por influencias de<br />
Dochán desempeña interinamente una cátedra<br />
del Instituto». Sin querer, y como si masticase<br />
alguna cosa pesada e indigesta, al retirarme a<br />
mi casa iba murmurando: «Rivas Moure, Rivas<br />
Moure». La mano me escocía. Por fortuna era la<br />
izquierda.<br />
- XIII -<br />
Y digo por fortuna, porque, a la verdad, el<br />
ser apaleado e inutilizado a causa y en defensa<br />
de mi tío me parecía la mayor primada en que