Una cristiana.pdf - Ataun
Una cristiana.pdf - Ataun Una cristiana.pdf - Ataun
había verificado la boda de Carmen y principiado para mí la verdadera juventud con los primeros estremecimientos de la pasión. Por las calles de Pontevedra me encontré a Serafín Espiña, tan lejos del sacerdocio como cuando le conocí; al Alcalde de San Andrés; al Ayudante de marina, con toda su familia, mujer, cuñadas y mamones; a don Wenceslao Viñal, individuo del jurado, embutido en su levitón y dignificado con su chistera, y a Castro Viera, del jurado también, calzándose guantes color de zanahoria. Y después vi entrar en el teatro, donde había de verificarse la literaria solemnidad, a una pareja que llamaba la atención, provocaba maliciosas risas, hacía volver la cabeza a todo el mundo y proyectaba con mi sombra una silueta de caricatura. Érase el señor de Aldao, trémulo, pocho, concluido, con el labio colgante y los pies a rastra, y su esposa, hermoseada, fresca, blanca como la leche, afinada ya, derecha y gentil, elegantemente vestida de seda lila a pin-
titas negras, y luciendo su capotita de paja que guarnecía, embosacándose en los cabellos rubios, una rosa té. Iban de ganchete, y Cándida - he de confesarlo - no manifestaba ni descoco ni engreimiento con su nueva posición; sólo cierto gracioso aturdimiento infantil, que la indujo, cuando me vio, a amenazarme con el abanico, y a sonreírme con boca y ojos, mostrando unos dientes como piñones entre la cereza partida de los labios. Yo no entré en el Certamen. Por ser de día y hallarse encendidas las luces todas, dentro reinaba un calor asfixiante, y no merecía la pena de arrostrarlo el oír la leyenda Os Turrichaos, en octavas reales y en dialecto, y premiada con un ejemplar de las Obras de Cervantes; el Himno a Helenes, tintero de plata; el Romance a Nuestra Excelsa Patrona la Divina Peregrina, florero de bronce y cristal... y otras obras destinadas al pozo del olvido, a pesar de que don Apolo las llamó aromadas flores del poético vergel galaico. Tampoco el discurso de Añejo,
- Page 547 and 548: derecho a quejarse una mujer como C
- Page 549 and 550: tóricas. Yo no comulgo con ruedas
- Page 551 and 552: estoy enamorado de mi tía Carmen.
- Page 553 and 554: dirigir a usted alguna advertencia
- Page 555 and 556: Hay lucha... pues usted vencerá...
- Page 557 and 558: a expensas del marido de Carmen. Ya
- Page 559 and 560: su marido y me quisiese a mí muy d
- Page 561 and 562: -A mí háblame en castellano claro
- Page 563 and 564: - Quiero decirte - pronuncié trata
- Page 565 and 566: cuestan. No sé cómo lo tomará tu
- Page 567 and 568: cha, yo, oxidado por mi larga resid
- Page 569 and 570: cido, y un imposible, una novela, u
- Page 571 and 572: diese emprenderla a cachetes con la
- Page 573 and 574: Desde que descansé en la Ullosa, m
- Page 575 and 576: chochez que le entró. Últimamente
- Page 577 and 578: días: chanchullos gordos... Ademá
- Page 579 and 580: Yo no me paré en tales requisitos
- Page 581 and 582: go. No: besarla, nunca. Reprimiendo
- Page 583 and 584: cían sus pupilas y se transfigurab
- Page 585 and 586: Por eso me irrito cuando me llamas
- Page 587 and 588: cuando salgas, te pasearé la calle
- Page 589 and 590: iglesia, ni los bailes de los círc
- Page 591 and 592: do a su casa muebles comprados para
- Page 593 and 594: Madrid) hacia las pestilentes habla
- Page 595 and 596: No obstante, al llegar a su plenitu
- Page 597: egional era pro de Lupercio Pimente
- Page 601 and 602: suegro y, la mujer, y ni siquiera l
- Page 603 and 604: Al otro día del Certamen se celebr
- Page 605 and 606: mística, de la hermosura puramente
- Page 607 and 608: ó el celo del seide, repitiendo:
- Page 609 and 610: peligroso. Hubo un momento de curio
- Page 611 and 612: se más, hizo a don Apolo una graci
- Page 613 and 614: ella por medio de sonrisas, atencio
- Page 615 and 616: jo. Donde bramó más tempestuosa f
- Page 617 and 618: suelo al de El Teucrense, que se qu
- Page 619 and 620: había enviado dos padrinos, los se
- Page 621 and 622: patrimonial de la Ullosa, y capaz d
- Page 623 and 624: de que yo me atribuyese facultades
- Page 625 and 626: señores de La Aurora se nos hubies
- Page 627 and 628: terreno que pisan los caballeros, p
- Page 629 and 630: -¿Y qué es lo que iban ustedes a
- Page 631 and 632: tura favorable de decirle a usted q
- Page 633 and 634: Con el periódico en el bolsillo sa
- Page 635 and 636: -¿Cómo? - pregunté no menos alte
- Page 637 and 638: A medida que apretaba el calorcillo
- Page 639 and 640: tían jardines, aunque pegados a la
- Page 641 and 642: en el corral. El sol, el silencio,
- Page 643 and 644: La obscuridad del establo no me per
- Page 645 and 646: ella que está casada con un judío
- Page 647 and 648: erisipela un poco. Se me han formad
titas negras, y luciendo su capotita de paja que<br />
guarnecía, embosacándose en los cabellos rubios,<br />
una rosa té. Iban de ganchete, y Cándida -<br />
he de confesarlo - no manifestaba ni descoco ni<br />
engreimiento con su nueva posición; sólo cierto<br />
gracioso aturdimiento infantil, que la indujo,<br />
cuando me vio, a amenazarme con el abanico, y<br />
a sonreírme con boca y ojos, mostrando unos<br />
dientes como piñones entre la cereza partida de<br />
los labios.<br />
Yo no entré en el Certamen. Por ser de día y<br />
hallarse encendidas las luces todas, dentro reinaba<br />
un calor asfixiante, y no merecía la pena<br />
de arrostrarlo el oír la leyenda Os Turrichaos,<br />
en octavas reales y en dialecto, y premiada con<br />
un ejemplar de las Obras de Cervantes; el Himno<br />
a Helenes, tintero de plata; el Romance a<br />
Nuestra Excelsa Patrona la Divina Peregrina,<br />
florero de bronce y cristal... y otras obras destinadas<br />
al pozo del olvido, a pesar de que don<br />
Apolo las llamó aromadas flores del poético<br />
vergel galaico. Tampoco el discurso de Añejo,