Una cristiana.pdf - Ataun
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dico! Me acostaré un rato... En tomando tila... Si ya no tengo nada; nada absolutamente. No pude resistir más: despedime y salí. Me eché a la calle con objeto de disipar una exaltación que, comprimida, fermentaría y me conduciría a algún desatinado extremo. Fuime en busca del bálsamo tranquilo, de Luis Portal, que siempre había de calmarme un poco. Pero no tuve la suerte de encontrarle. Era domingo, supe por Trinito que estaba con Mó de expedición en el Pardo. - VII - Cuando evoco el recuerdo de los días siguientes, creo evocar el de una larga pesadilla; y, sin embargo, no pasarían de quince; pero en ellos mi estado moral fue tan penoso y violento que pensé que mis nervios se desatasen definitivamente. Mi tío, después del episodio del comedor, en vez de alejarse de su mujer, se mostraba con ella más que nunca... ¿diré rendido?
No; pero solícito y afanoso, como quien echa de ver que ha descuidado el cultivo de una finca importante y se propone reparar la omisión. A alguna idea semejante, característica de la naturaleza codiciosa del hebreo, respondía indudablemente aquel no apartarse de Carmiña ni de día ni de noche, aquella especie de frenesí conyugal, aquella intimidad restablecida plenamente, con circunstancias propias de luna de miel. Y si no eran rasgos de propietario celoso de sus derechos, ¿qué significaban la frialdad repentina que me demostraba a mí, el no dirigirme la palabra en la mesa, el concederme sólo pocas, humillantes y secas frases, citando antes puede decirse que sólo charlaba conmigo? Mi posición en la casa, durante la feroz quincena, llegó a ser depresiva, análoga a la de un pariente sostenido por caridad, o de un importuno tácitamente despachado a cada momento, y que no acaba de entender las indirectas. Aquella tirantez debieron de percibirla hasta los criados, aunque eran dos ejemplares célticos traí-
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y, sin embargo, no pasarían de quince; pero en<br />
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