Una cristiana.pdf - Ataun
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En esta ocasión tuve mil de hablarla a solas, porque mi tío se marchaba de casa con diferentes pretextos, y siempre andaba de cabildeos políticos, tejiendo intrigas de menor cuantía, relacionadas con sus proyectos de veraneo en Pontevedra y el influjo que allí deseaba reconquistar. Las tiranías locales, aunque piden frecuentes viajes a la corte, también imponen al tirano residencia en sus dominios. Sucedíale a mi tío lo que a muchos caciques de su misma exigua talla: que no poseyendo condiciones para volar con sus propias alas en Madrid, consiguen dominar una provincia merced al favor de personajes más altos; pero faltándoles este puntal, la acometida de otra medianía hace tambalearse su efímero poder. El adversario de mi tío era Dochán, ambiciosillo rastrero, de habilidad suma, que ya le tenía minados todos los caminos y tomadas todas las vueltas. Había empezado por fundar, contra El Teucrense, otro periodiquín llamado La Aurora de Helenes: esta hoja ladradora y procaz llenaba sus tres
páginas con ataques a mi tío y a ciertos paniaguados suyos que, desatendidos por Sotopeña, iban inclinándose hacia el partido conservador o el reformista, únicamente por recurso; porque veían al Santo indiferente a sus quejas, sordo, desde lo alto de la hornacina, a sus postulaciones, y ya se permitían de vez en cuando, seguros de que nada lograban por medio del incienso, apelar a la intimidación, dirigirle estocadas y reticencias, sacando el estribillo aquel de las romanas virtudes. ¡Ancha y pródiga mano y paciencia heroica necesitaba el Santo bendito para satisfacer a todos sus conterráneos, que fundaban en sus milagros la aspiración de hacer del presupuesto la quinta provincia gallega! A mi tío le pegaba La Aurora sin reparo. Le daba con las de alambre. Salían a relucir diariamente enjuagues y chanchullos, el alquiler de la casa para oficina de Correos, los solares lamosos, los expedientes de carreteras... todo, todo; la eterna miseria de los escándalos de
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Las tiranías locales, aunque piden frecuentes<br />
viajes a la corte, también imponen al<br />
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mi tío lo que a muchos caciques de su misma<br />
exigua talla: que no poseyendo condiciones<br />
para volar con sus propias alas en Madrid, consiguen<br />
dominar una provincia merced al favor<br />
de personajes más altos; pero faltándoles este<br />
puntal, la acometida de otra medianía hace<br />
tambalearse su efímero poder. El adversario de<br />
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habilidad suma, que ya le tenía minados todos<br />
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