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como que si hablásemos de la mar con peces y arenas. -¡De modo que, según tú, las provincias no tienen derecho a decir como los individuos cada cual para sí? - Mira, déjame de derechos. Discutir derechos en esta materia, es echarse por los cerros de Úbeda. Con derechos y andrómenas soy capaz de probarte que ahora la verdadera reina de España es Isabel II, y que su nieto la usurpa el trono. En política racional no hay derechos ni mojigangas, hay lo que conviene o no conviene, hay lo acertado y lo desacertado, hay un olfato y un tacto que yo no te puedo explicar en qué consisten, pero que se manifiestan en los resultados. Con las ideas radicales se va a la lógica del absurdo. El álgebra no me la apliques a la política. Y déjate de independencias. Es una realidad indiscutible la patria española, aunque tú creas que no. Irritado por esta contradicción, solía exclamar:
- Valiente antigualla está lo del amor patrio. Los grandes pensadores se ríen de la idea patriótica. Esto no me lo negarás. - Diles a esos grandes pensadores, que vayan a pensar a un pesebre. Si suprimen poco a poco los resortes porque se ha movido siempre la humanidad, se nos acaba el pretexto hasta para vivir. Ya sabes que no me da por lo sentimental, pero la patria es como la familia, que maldito si se necesita acudir a poesías y sentimentalismos para quererla y defenderla hasta la muerte. Todo lo arreglas tú con sacar el Cristo de la antigualla. Pues las antiguallas son inevitables, y precisas, y convenientes. De antiguallas vivimos. Y no es esta antigualla de la patria la única que llevamos en la masa de la sangre. Hay otras infinitas, chacho, que no las soltaremos ni en veinte siglos. Yo creo que aquí, para fomentar las ideas que vayan reemplazando a las antiguallas, lo que hace falta es cruzarnos con otras raras; todos los que nos ilus-
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Los grandes pensadores se ríen de la idea patriótica.<br />
Esto no me lo negarás.<br />
- Diles a esos grandes pensadores, que vayan<br />
a pensar a un pesebre. Si suprimen poco a<br />
poco los resortes porque se ha movido siempre<br />
la humanidad, se nos acaba el pretexto hasta<br />
para vivir. Ya sabes que no me da por lo sentimental,<br />
pero la patria es como la familia, que<br />
maldito si se necesita acudir a poesías y sentimentalismos<br />
para quererla y defenderla hasta<br />
la muerte. Todo lo arreglas tú con sacar el Cristo<br />
de la antigualla. Pues las antiguallas son inevitables,<br />
y precisas, y convenientes. De antiguallas<br />
vivimos. Y no es esta antigualla de la<br />
patria la única que llevamos en la masa de la<br />
sangre. Hay otras infinitas, chacho, que no las<br />
soltaremos ni en veinte siglos. Yo creo que aquí,<br />
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con otras raras; todos los que nos ilus-