Una cristiana.pdf - Ataun
Una cristiana.pdf - Ataun Una cristiana.pdf - Ataun
prolongaciones de mi cuerpo y a la eflorescencia de mi barba. En cuanto me puse de nuevo de pies a cabeza, estrenando un traje de entretiempo, barato, pero de agradable color y mediano corte, pareciome que recobraba la verdadera salud. Hasta entonces no había cesado mi dolencia; aún pesaba sobre mí, en forma de vestimenta menguada y pobre. Al salir a la calle llevaba, retozándome dentro, un regocijo bullicioso y pueril, más propio de algún chicuelo que de hombre hecho y derecho y barbado. ¡Tanto influye en nuestro espíritu la cáscara del ropaje, indispensable requisito o pasaporte que nos exige la sociedad! Disipado aquel sentimiento de vaga nostalgia que noté en los primeros instantes de mi convalecencia, entrome una especie de hervor de vitalidad, de ansia de movimiento, que se tradujo en hacer visitas a todos mis conocidos, adquirir relaciones nuevas, salir, hablar... todo menos la necesaria y desesperante empolladura. Los libros me inspiraban tedio, un tedio que
quería ocultarme a mí mismo, por vergüenza, pero que era real y efectivo; mi cabeza estaba como oxidada, y los goznes de mi entendimiento y de mi memoria se resistían a funcionar. La primera vez que comprobé este fenómeno, me causó una especie de terror. «¡No puedo, no puedo! ¡Ay, Dios mío, qué va a ser de mí este año!». Dos o tres veces realicé el esfuerzo penoso que consiste en poner en tensión la voluntad para obligar a la inteligencia a concentrarse y funcionar metódicamente, sin irse por esos cerros o entregarse a una inercia dormilona. La pícara no quería obedecer. Y, en cambio, el cuerpo, antojadizo y rebosando lozanía, resistíase a la sujeción y a la encerrona. Mi deseo mayor era flanear, callejear, tomar el sol, detenerme aquí y allí sin objeto, pasear solamente por el gusto de sentir que mis músculos y mis tendones poseían elasticidad y vigor propios de gimnasta. Como suele suceder en los años en que la corriente vital asciende aún, yo, después de mi enfermedad, encontrábame más animo-
- Page 369 and 370: maestoso está en El Barco Fantasma
- Page 371 and 372: Yo buscaba el pañuelo para amparar
- Page 373 and 374: egiones más hermosas para mí cuan
- Page 375 and 376: SEGUNDA PARTE La prueba - I - No s
- Page 377 and 378: doble, o con otro de los infinitos
- Page 379 and 380: Abrí la válvula. ¡Necesitaba tan
- Page 381 and 382: me disponía nuestro paisano el doc
- Page 383 and 384: orgullo, lo mismo que si dijesen:
- Page 385 and 386: en mis trece... Pero de ahí a cerr
- Page 387 and 388: lámina de Romeo subiendo por el ba
- Page 389 and 390: -¡Inocente! - exclamé gozándome
- Page 391 and 392: ita Mó, ni si cuenta con padre, ma
- Page 393 and 394: - Todavía no - respondió mi amigo
- Page 395 and 396: muy mal en tocar siquiera la conver
- Page 397 and 398: de la aristocracia en sus orígenes
- Page 399 and 400: Una cosa me cohibía, aguándome el
- Page 401 and 402: Buenos Aires. Con lo que sé ya me
- Page 403 and 404: - Verás - contesté, apoyándome e
- Page 405 and 406: - También a mí - contesté - me h
- Page 407 and 408: os, que tendrá dieciséis o diecis
- Page 409 and 410: tiendo. Nadie me quita de la cabeza
- Page 411 and 412: a toda costa... Pero a medida que p
- Page 413 and 414: disparate! Ya sabes que mi tío me
- Page 415 and 416: o! como meter... se mete, mazo y es
- Page 417 and 418: - III - Escribí a mamá una carta
- Page 419: confundir y barajar las cosas más
- Page 423 and 424: etroceso que realizamos ante la mue
- Page 425 and 426: expones? Ea, hoy sales a dar una vu
- Page 427 and 428: nas» cierto periódico muy autoriz
- Page 429 and 430: llez de los Roeles de Porcuna, nobl
- Page 431 and 432: to es que Pepita profesaba al seño
- Page 433 and 434: No pisé su casa sin religiosa emoc
- Page 435 and 436: su faz de rey mago, que parecía de
- Page 437 and 438: sin inflexiones, una voz blanca, y
- Page 439 and 440: prestarse, porque, según decía,
- Page 441 and 442: ladaré lo que decía de mi carrera
- Page 443 and 444: ven ustedes atarugados. Se les pide
- Page 445 and 446: que sería mucho mayor si no estuvi
- Page 447 and 448: quién entraba y salía en casa de
- Page 449 and 450: le la baba: «¡Cómo están tan un
- Page 451 and 452: íos, amigos de cháchara, pero má
- Page 453 and 454: gado por otro orden de sentimientos
- Page 455 and 456: Cada día se patentizaba mejor que
- Page 457 and 458: El segundo indicio, puramente moral
- Page 459 and 460: La satisfacción de tití se revela
- Page 461 and 462: páginas con ataques a mi tío y a
- Page 463 and 464: me otorgaría nunca: pensé tambié
- Page 465 and 466: cho; y ¿a qué provocar discusione
- Page 467 and 468: «Por desgracia - añadía -, Felip
- Page 469 and 470: yo le desee buena suerte y me parez
prolongaciones de mi cuerpo y a la eflorescencia<br />
de mi barba. En cuanto me puse de nuevo<br />
de pies a cabeza, estrenando un traje de entretiempo,<br />
barato, pero de agradable color y mediano<br />
corte, pareciome que recobraba la verdadera<br />
salud. Hasta entonces no había cesado mi<br />
dolencia; aún pesaba sobre mí, en forma de<br />
vestimenta menguada y pobre. Al salir a la calle<br />
llevaba, retozándome dentro, un regocijo<br />
bullicioso y pueril, más propio de algún chicuelo<br />
que de hombre hecho y derecho y barbado.<br />
¡Tanto influye en nuestro espíritu la cáscara del<br />
ropaje, indispensable requisito o pasaporte que<br />
nos exige la sociedad!<br />
Disipado aquel sentimiento de vaga nostalgia<br />
que noté en los primeros instantes de mi<br />
convalecencia, entrome una especie de hervor<br />
de vitalidad, de ansia de movimiento, que se<br />
tradujo en hacer visitas a todos mis conocidos,<br />
adquirir relaciones nuevas, salir, hablar... todo<br />
menos la necesaria y desesperante empolladura.<br />
Los libros me inspiraban tedio, un tedio que