Una cristiana.pdf - Ataun
Una cristiana.pdf - Ataun Una cristiana.pdf - Ataun
- Si no te levantas me enfado, y si vuelves a decir eso, también - contestó tití poniéndose en pie resueltamente -. No te agradezco estos consuelos, Salustio: más bien parecen lisonjas, y lisonjas a mí... tiempo perdido. ¿Quieres que te diga la verdad? Pues la culpa de esta desazón es mía, mía solo. No debí llevarle la contraria a Felipe, sino dejar que se apaciguase el primer enfado, y después hacerle reflexiones. Al pronto se comprende que le haya molestado el casamiento de papá. Pongámonos en lo justo. Ningún marido se irrita contra una mujer que no le contesta. Por la lengua vienen todas las discusiones matrimoniales. Nuestro papel es callar. - No, bobiña, vuestro papel es hablar cuando tenéis razón; lo mismo que nosotros, aunque nosotros hablamos muchísimas veces sin tenerla. De modo que si tu marido suelta una barbaridad enorme... que no hay Dios, supongamos, ¿tú no debes replicarle?
- Mientras esté irritado, no... porque, ¿qué conseguiré? Echar leña al fuego, nunca persuadirle. Pero así que se aplaque, con suavidad y con cariño, le puedo hacer mis objeciones, lo mejor que sepa... y entonces sí que me oirá y se convencerá. No supe qué replicar, pues aun cuando se me ocurrían mil reparos, el criterio de tití me subyugaba enteramente, pareciéndome el único digno de ella. Era un día nubladísimo; el comedor daba al patio, y las espesas cortinas, retrasando la luz, contribuían a hacerlo más lóbrego. Los pliegues de aquellas cortinas, de color pardusco y tela tupida, se me antojaron, por repentino capricho de la imaginación, el plegado de un hábito de fraile, contribuyendo bastante a la semejanza el grueso cordón que las ceñía y sujetaba al alzapaño. Los arabescos de la cortina, a cierta altura, me figuré que dibujaban con suma propiedad la cara de un hombre. Era un fenómeno de autosugestión, que evocaba allí, oyendo nuestro diálogo y burlándose de mí con
- Page 311 and 312: miso del superior para bañarse y a
- Page 313 and 314: Al bajarme del tren en Madrid, en l
- Page 315 and 316: jada y la tormenta, que sentí un e
- Page 317 and 318: vivencia, quitando interés dramát
- Page 319 and 320: sugestiones de la ociosidad. El dia
- Page 321 and 322: -¿Eh? ¿Qué tal? - exclamó mi am
- Page 323 and 324: Pues aquí nos hemos aguantado los
- Page 325 and 326: - Calla, calla... Déjame a mí de
- Page 327 and 328: ueno de faya francesa, que me regal
- Page 329 and 330: tamente los demonios del cuerpo. Tr
- Page 331 and 332: te? Sepámoslo. ¡Venga ese program
- Page 333 and 334: tú íntimo amigo de un neo-católi
- Page 335 and 336: intelectual, de la contradicción p
- Page 337 and 338: to... ¡atiende bien!, de que le re
- Page 339 and 340: tapete de coníferas y arbustos en
- Page 341 and 342: Salimos a la calle de Bailén, y no
- Page 343 and 344: ayer, y más mañana que hoy. Ya su
- Page 345 and 346: como capítulos, decidme si hay con
- Page 347 and 348: Convengamos en que tití Carmen no
- Page 349 and 350: con afán una ojeada, una sonrisa,
- Page 351 and 352: to que haberles echado a un tiempo
- Page 353 and 354: los tenía; podía excusársele alg
- Page 355 and 356: no repugnarse, no mirarse con antip
- Page 357 and 358: la servilleta, de encima de la mesa
- Page 359 and 360: - Ahora mismo voy a ponerle una car
- Page 361: qué a Carmiña, y sentándome a su
- Page 365 and 366: Pero la esposa no dejó salir nada
- Page 367 and 368: frac y pantalón nuevos brillaban c
- Page 369 and 370: maestoso está en El Barco Fantasma
- Page 371 and 372: Yo buscaba el pañuelo para amparar
- Page 373 and 374: egiones más hermosas para mí cuan
- Page 375 and 376: SEGUNDA PARTE La prueba - I - No s
- Page 377 and 378: doble, o con otro de los infinitos
- Page 379 and 380: Abrí la válvula. ¡Necesitaba tan
- Page 381 and 382: me disponía nuestro paisano el doc
- Page 383 and 384: orgullo, lo mismo que si dijesen:
- Page 385 and 386: en mis trece... Pero de ahí a cerr
- Page 387 and 388: lámina de Romeo subiendo por el ba
- Page 389 and 390: -¡Inocente! - exclamé gozándome
- Page 391 and 392: ita Mó, ni si cuenta con padre, ma
- Page 393 and 394: - Todavía no - respondió mi amigo
- Page 395 and 396: muy mal en tocar siquiera la conver
- Page 397 and 398: de la aristocracia en sus orígenes
- Page 399 and 400: Una cosa me cohibía, aguándome el
- Page 401 and 402: Buenos Aires. Con lo que sé ya me
- Page 403 and 404: - Verás - contesté, apoyándome e
- Page 405 and 406: - También a mí - contesté - me h
- Page 407 and 408: os, que tendrá dieciséis o diecis
- Page 409 and 410: tiendo. Nadie me quita de la cabeza
- Page 411 and 412: a toda costa... Pero a medida que p
- Si no te levantas me enfado, y si vuelves a<br />
decir eso, también - contestó tití poniéndose en<br />
pie resueltamente -. No te agradezco estos consuelos,<br />
Salustio: más bien parecen lisonjas, y<br />
lisonjas a mí... tiempo perdido. ¿Quieres que te<br />
diga la verdad? Pues la culpa de esta desazón<br />
es mía, mía solo. No debí llevarle la contraria a<br />
Felipe, sino dejar que se apaciguase el primer<br />
enfado, y después hacerle reflexiones. Al pronto<br />
se comprende que le haya molestado el casamiento<br />
de papá. Pongámonos en lo justo.<br />
Ningún marido se irrita contra una mujer que<br />
no le contesta. Por la lengua vienen todas las<br />
discusiones matrimoniales. Nuestro papel es<br />
callar.<br />
- No, bobiña, vuestro papel es hablar cuando<br />
tenéis razón; lo mismo que nosotros, aunque<br />
nosotros hablamos muchísimas veces sin tenerla.<br />
De modo que si tu marido suelta una barbaridad<br />
enorme... que no hay Dios, supongamos,<br />
¿tú no debes replicarle?