Una cristiana.pdf - Ataun
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¡Ahora hay cada zapatito!... (Portal lanzó un beso al aire). Ahí viene ya... Ponte serio. Rugir de faldas... Belén hizo su entrada solemne. ¡Rediós! Era verdad; no había quien fuese capaz de conocerla disfrazada así. Peinada con la clásica modestia de las señoras, lucía una bata de terciopelo color hoja seca, y en las orejas dos tornillitos de brillantes. En las manos, afinadas ya por la holganza, relucía también alguna piedra; y al andar, se le entreveían aquellos zapatitos famosos, estrechos, entaconados, de raso obscuro, manzana de su perdición. Me pareció más gruesa, de movimientos más tranquilos y lánguidos, de tez aún más pálida y fresca que antes, comparable sólo al satinado de la hoja de magnolia. -¿Venimos a mala hora? - preguntó Portal. Antes de responder, Belén se fijó en mí, y casi chilló de alegría... -¡Hola! ¡ya pareció el perdido! ¿Es usted, mala persona? Una sola vez he tenido el gusto de verle, y luego la del humo... Veraneando ¿eh?
Pues aquí nos hemos aguantado los demás con calores y resquemores... Pero, y ¿desde cuándo estás por aquí? - añadió, apeándome con resolución el tratamiento. - Desde dos días hace - atajó Portal -, y siempre suspirando por echar la vista encima a la gente buena. No me dejaba vivir con «vamos a saludar a Belén... Aunque como ahora está hecha una señorona, puede que no haga maldito caso a los pobres estudiantes... Pero yo me pongo malo si no la veo... Lo dicho, me da un ataque de... algo...». - Ande usted, gallego trapacero - contestó la hermosa, que clavando en mí sus flechadores y soberbios ojos, me envolvió en una mirada fogosa y humilde a la vez -. Ni este se acordaba de mí, ni ganas... Na, después de aquel día de jaleíto... si te he visto, no me acuerdo. Y yo... claro, ¿qué ha de hacer una? Para los despilfarros que le costaba a tu tío... ¡Tiñoso mayor! Dicen que se ha casado... Divertida estará la mujer... En fin, ahora me encuentro bien, lo que
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¡Rediós! Era verdad; no había quien<br />
fuese capaz de conocerla disfrazada así. Peinada<br />
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de raso obscuro, manzana de su perdición.<br />
Me pareció más gruesa, de movimientos<br />
más tranquilos y lánguidos, de tez aún más<br />
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Antes de responder, Belén se fijó en mí, y casi<br />
chilló de alegría...<br />
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persona? <strong>Una</strong> sola vez he tenido el gusto de<br />
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