Una cristiana.pdf - Ataun
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queridos, al abrazar a Botello y apretar la mano del bonachón portugués. Según iba andando detrás del mozo de cuerda que cargaba mi baúl, hice las siguientes reflexiones para explicarme mi emoción: «Esta irregularidad pintoresca, este predominio del sentimiento y del humorismo, y este desprecio de la realidad que noto en la casa y en los huéspedes de Pepa Urrutia, son atractivos, porque constituyen una forma del romanticismo innato en nuestra raza, romanticismo que yo padezco también. La tal casa parece un familisterio, basado no en la comunión socialista, sino en la falta de hiel y de sal en la mollera. Me he encontrado ahí con varias personas que a fuerza de ser excelentes, no tienen ni tendrán nunca un adarme de juicio ni de sentido común. Por lo mismo, sospecho que las echaré muy en falta los primeros tiempos; que siempre las recordaré con nostalgia, y que al ir corriendo años, se me figurará poético y precioso hasta lo de las chinches. Sin embargo, yo valgo más
que lo que dejo, pues soy capaz de dejarlo». Y me consolaba el orgullo de tenerme por más formal y positivo que los pupilos de la vizcaína. - II - Duraron mis saudades menos de lo que temí. Cada ser prefiere su elemento natural, y el mío no era el desorden, el galimatías de la posada bohemia. Mi nuevo paradero estaba sito en la calle del Clavel: un cuarto cuarto, soleado y con habitaciones no tan angustiosas como suelen ser las que se ofrecen por trece reales diarios. También era vizcaína la patrona, porque lo son la mitad de las patronas de España; pero bien distinta de la Pepa Urrutia: limpia como los chorros del oro, excelente guisandera de bacalao con tomate, callos, paella y demás sabrosas porquerías de la cocina nacional, y exenta de pasiones devastadoras, al menos que estuviesen a la vista, por lo cual todos los huéspedes saldaban sus cuentas o salían pitando.
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queridos, al abrazar a Botello y apretar la mano<br />
del bonachón portugués. Según iba andando<br />
detrás del mozo de cuerda que cargaba mi baúl,<br />
hice las siguientes reflexiones para explicarme<br />
mi emoción:<br />
«Esta irregularidad pintoresca, este predominio<br />
del sentimiento y del humorismo, y este<br />
desprecio de la realidad que noto en la casa y<br />
en los huéspedes de Pepa Urrutia, son atractivos,<br />
porque constituyen una forma del romanticismo<br />
innato en nuestra raza, romanticismo<br />
que yo padezco también. La tal casa parece un<br />
familisterio, basado no en la comunión socialista,<br />
sino en la falta de hiel y de sal en la mollera.<br />
Me he encontrado ahí con varias personas que<br />
a fuerza de ser excelentes, no tienen ni tendrán<br />
nunca un adarme de juicio ni de sentido común.<br />
Por lo mismo, sospecho que las echaré<br />
muy en falta los primeros tiempos; que siempre<br />
las recordaré con nostalgia, y que al ir corriendo<br />
años, se me figurará poético y precioso hasta<br />
lo de las chinches. Sin embargo, yo valgo más