Una cristiana.pdf - Ataun
Una cristiana.pdf - Ataun Una cristiana.pdf - Ataun
Otro tanto hacían la mayor parte de los convidados a la boda. Noté que el señor de Aldao estaba inquieto, y supe que su inquietud provenía de una carta recién llegada del Naranjal. Escribíala, en nombre de don Vicente Sotopeña, su ahijado y protegido Lupercio Pimentel; el cual, después de muchas y muy corteses felicitaciones y grandes protestas de amistad hacia mi tío, se declaraba comisionado por don Vicente para asistir en su nombre, ya que no a la ceremonia, a la comida. Y aquí de los apuros de don Román, temeroso de que no hubiese todos los perfiles que requería la presencia de tan importante persona. Casi hubiera preferido Aldao tener que habérselas con el mismo Santo. Este al fin era la quinta esencia de la llaneza, y en dándole platos regionales y bromas en dialecto, de seguro que en ninguna falta repararía. En cambio el ahijado... ¡Dios sabe! Joven, elegantón, acostumbrado a los festines de la corte...
Despachado el chocolate con cierta anarquía, entramos en la sala, se oyeron en el pasillo voces femeniles, dos o tres risas, y apareció la novia rodeada de varias amiguitas pontevedresas convidadas a la ceremonia y seguida de Candidiña, de doña Andrea, de la chiquilla, que se atropellaban para contemplarla mejor. Carmiña Aldao venía pálida, ojerosa, febril: sus ojos negros tenían el párpado obscuro, cárdeno, como después de una noche de insomnio. Lucía el traje blanco con la red de perlas, mantilla negra sujeta con joyas, un ramito de azahar natural en el pecho, tan rico pañuelo, guantes largos, devocionario y rosario de nácar. Después de saludar a su novio, que le dio los buenos días algo cohibido, y de sonreír a los demás, se quedó sin saber qué hacer, plantada en mitad del saloncito; pero cuando el señor de Aldao, a un movimiento de cabeza de mi tío Felipe, contestó diciendo: «Vamos», la señorita se adelantó y con sencillez y viveza se acercó a su padre. «Perdóname si en algo te he ofendido
- Page 191 and 192: Uno dio al otro un codazo y le oí
- Page 193 and 194: Salimos del cenador cuando ya casi
- Page 195 and 196: ambigua personalidad, admitida en l
- Page 197 and 198: la humanidad peor de lo que Dios la
- Page 199 and 200: leyendo periódicos, o jugando a la
- Page 201 and 202: Cuando creí hacer este descubrimie
- Page 203 and 204: Hubo una ocasión en que imaginé q
- Page 205 and 206: jate de niñerías, o tendré que d
- Page 207 and 208: a de una ventana. Después le intro
- Page 209 and 210: no les visitaría don Vicente. ¿Qu
- Page 211 and 212: Confirmé estas sospechas al cercio
- Page 213 and 214: grandes madrugones. Me acostaba tem
- Page 215 and 216: encender el mar prodigiosamente ser
- Page 217 and 218: algo muy importante que decirse; y
- Page 219 and 220: Sentáronse muy cerca el uno del ot
- Page 221 and 222: amigo. Lo soy muy de veras... ya me
- Page 223 and 224: - Sentido moral. - Eso. Es buena de
- Page 225 and 226: por fuera no le he perdido el respe
- Page 227 and 228: que fuese en gracia de Dios! ¡Mil
- Page 229 and 230: a: el respeto filial me ata las man
- Page 231 and 232: Dios, como a una persona digna de l
- Page 233 and 234: ahora que todavía estás a tiempo
- Page 235 and 236: espirar, encomendarse a Dios y espe
- Page 237 and 238: que una pelota de goma y echar a co
- Page 239 and 240: según demostrarán algunos párraf
- Page 241: Me levanté penosamente, y amenazá
- Page 245 and 246: cayó sobre la cabeza de la novia a
- Page 247 and 248: Al estrecharla olvidé la fatiga, e
- Page 249 and 250: ahora conozco todo lo que vales tú
- Page 251 and 252: - Basta. - XVI - No nos sentamos a
- Page 253 and 254: - Que vayan a buscarle dos... Que l
- Page 255 and 256: llegos? Dejamos desierto el templo
- Page 257 and 258: También a mí me entran ganas de d
- Page 259 and 260: Hice de propósito una pausa, duran
- Page 261 and 262: Interrumpió el período la llegada
- Page 263 and 264: árbol? ¿No me constaba que mi tí
- Page 265 and 266: Con su marcha, la animación de la
- Page 267 and 268: «Cum ejus modi nec cibum sumere».
- Page 269 and 270: creímos que podría más que todos
- Page 271 and 272: - No - contesté en uno de esos ím
- Page 273 and 274: nuestro racionalismo. A mí se me o
- Page 275 and 276: vez: era la profesión saliendo a l
- Page 277 and 278: veo en usted malicia diabólica, ni
- Page 279 and 280: - Oiga, usted, Padre. Los matrimoni
- Page 281 and 282: sobrevenir la catástrofe cruzados
- Page 283 and 284: a los buenos, a los sencillos de co
- Page 285 and 286: ningún crimen. El crimen es haber
- Page 287 and 288: que consigas de esa mujer, no te se
- Page 289 and 290: da aún, y el erizado pelo rojo com
- Page 291 and 292: ventana abierta la voz del ruiseño
Otro tanto hacían la mayor parte de los convidados<br />
a la boda. Noté que el señor de Aldao<br />
estaba inquieto, y supe que su inquietud provenía<br />
de una carta recién llegada del Naranjal.<br />
Escribíala, en nombre de don Vicente Sotopeña,<br />
su ahijado y protegido Lupercio Pimentel; el<br />
cual, después de muchas y muy corteses felicitaciones<br />
y grandes protestas de amistad hacia<br />
mi tío, se declaraba comisionado por don Vicente<br />
para asistir en su nombre, ya que no a la<br />
ceremonia, a la comida. Y aquí de los apuros de<br />
don Román, temeroso de que no hubiese todos<br />
los perfiles que requería la presencia de tan<br />
importante persona. Casi hubiera preferido<br />
Aldao tener que habérselas con el mismo Santo.<br />
Este al fin era la quinta esencia de la llaneza, y<br />
en dándole platos regionales y bromas en dialecto,<br />
de seguro que en ninguna falta repararía.<br />
En cambio el ahijado... ¡Dios sabe! Joven,<br />
elegantón, acostumbrado a los festines de la<br />
corte...