Una cristiana.pdf - Ataun
Una cristiana.pdf - Ataun Una cristiana.pdf - Ataun
ese breve combate interior, ese recelo que infunde la mujer ajena. Para decir la estricta verdad, lo que yo me propuse no fue seducir a la novia ni desbancar al novio. Sobre que el verbo seducir indica una fatuidad que yo no padezco, no soy capaz de combinar perversamente y a sangre fría lo que Luis Portal llamaba drama de familia. Lo único a que aspiré fue a averiguar si eran ciertos mis barruntos referentes al desvío interior de la novia, y si a mí podía verme con tierna indulgencia. De buena fe creí que conseguido esto, se calmaría mi inquietud. La vida en el Tejo se prestaba a estrechar intimidades. De vuelta del baño tomábamos el desayuno dónde y cómo quería cada cual; libertad sumamente propicia a encontrarse a la novia en grato aislamiento, por el huerto o por el jardín. Costábame mucho trabajo, para lograr este propósito, desembarazarme del monaguillo, que me había cobrado afición y se me agarraba como una lapa. Quedábase él tumbado
leyendo periódicos, o jugando a las damas con don Román, o cogiendo cerezas y fresas con Candidiña, y yo me escurría en busca de Carmen. Generalmente la sorprendía al salir de la capilla, donde había oído la misa del Padre Moreno. Al hacerme el encontradizo, la ofrecía flores y, la daba palique. Hablábamos de lo que puede hablar una muchacha soltera: si Pontevedra es animado, de las fiestas de la Peregrina, de los bailes del Casino, del paseo, de qué tal se pasaba el invierno allí, de los amoríos y noviazgos de sus amigas, con otras insulseces semejantes, propias en mi opinión para traer de la mano algún galanteo. Tuve pretexto y ocasión para piropearla disimuladamente, ya elogiando lo bien que la sentaba su traje, o lo bonito de su pelo, ya convidándola a que se apoyase mejor en mi brazo para andar, alegando que tan grata pesadumbre no podía fatigarme. A estas insinuaciones mi tía no opuso jamás la cara feroce de la virtud. Acogía los requiebros con graciosa son risa de malicia, como si dijese:
- Page 147 and 148: - Aún cabes tú, muliércula - adv
- Page 149 and 150: plomo...». Por decirle algo a la m
- Page 151 and 152: fraile, un fraile de verdad, un fra
- Page 153 and 154: drés: yo, como no soy el novio, te
- Page 155 and 156: - O con llevar unos calzoncillos de
- Page 157 and 158: mundo rabiando o cantando, verdad?
- Page 159 and 160: liente farolón y anda lampando por
- Page 161 and 162: Espiña... no se va tras los amorí
- Page 163 and 164: Echó a andar y yo tras ella: en el
- Page 165 and 166: -¿Pero es posible? - Y venía tan
- Page 167 and 168: ñado en fotografiarlo. Se llevó m
- Page 169 and 170: otras menudencias relacionadas con
- Page 171 and 172: cuantos hechizos suele desplegar en
- Page 173 and 174: fracción que representaba su polí
- Page 175 and 176: térides de los antiguos geógrafos
- Page 177 and 178: aumenta en nuestro corazón la embr
- Page 179 and 180: - Ya entendemos, ya entendemos que
- Page 181 and 182: tendían los perfiles de la eleganc
- Page 183 and 184: por ver esa ciudad tan hermosa, tan
- Page 185 and 186: -¡Vaya! Y por tan moro: por morís
- Page 187 and 188: zaron a hacerme preguntas sobre la
- Page 189 and 190: -¡Arre, ese se iba al bulto! -¿Y
- Page 191 and 192: Uno dio al otro un codazo y le oí
- Page 193 and 194: Salimos del cenador cuando ya casi
- Page 195 and 196: ambigua personalidad, admitida en l
- Page 197: la humanidad peor de lo que Dios la
- Page 201 and 202: Cuando creí hacer este descubrimie
- Page 203 and 204: Hubo una ocasión en que imaginé q
- Page 205 and 206: jate de niñerías, o tendré que d
- Page 207 and 208: a de una ventana. Después le intro
- Page 209 and 210: no les visitaría don Vicente. ¿Qu
- Page 211 and 212: Confirmé estas sospechas al cercio
- Page 213 and 214: grandes madrugones. Me acostaba tem
- Page 215 and 216: encender el mar prodigiosamente ser
- Page 217 and 218: algo muy importante que decirse; y
- Page 219 and 220: Sentáronse muy cerca el uno del ot
- Page 221 and 222: amigo. Lo soy muy de veras... ya me
- Page 223 and 224: - Sentido moral. - Eso. Es buena de
- Page 225 and 226: por fuera no le he perdido el respe
- Page 227 and 228: que fuese en gracia de Dios! ¡Mil
- Page 229 and 230: a: el respeto filial me ata las man
- Page 231 and 232: Dios, como a una persona digna de l
- Page 233 and 234: ahora que todavía estás a tiempo
- Page 235 and 236: espirar, encomendarse a Dios y espe
- Page 237 and 238: que una pelota de goma y echar a co
- Page 239 and 240: según demostrarán algunos párraf
- Page 241 and 242: Me levanté penosamente, y amenazá
- Page 243 and 244: Despachado el chocolate con cierta
- Page 245 and 246: cayó sobre la cabeza de la novia a
- Page 247 and 248: Al estrecharla olvidé la fatiga, e
leyendo periódicos, o jugando a las damas con<br />
don Román, o cogiendo cerezas y fresas con<br />
Candidiña, y yo me escurría en busca de Carmen.<br />
Generalmente la sorprendía al salir de la<br />
capilla, donde había oído la misa del Padre<br />
Moreno. Al hacerme el encontradizo, la ofrecía<br />
flores y, la daba palique. Hablábamos de lo que<br />
puede hablar una muchacha soltera: si Pontevedra<br />
es animado, de las fiestas de la Peregrina,<br />
de los bailes del Casino, del paseo, de qué tal se<br />
pasaba el invierno allí, de los amoríos y noviazgos<br />
de sus amigas, con otras insulseces<br />
semejantes, propias en mi opinión para traer de<br />
la mano algún galanteo. Tuve pretexto y ocasión<br />
para piropearla disimuladamente, ya elogiando<br />
lo bien que la sentaba su traje, o lo bonito<br />
de su pelo, ya convidándola a que se apoyase<br />
mejor en mi brazo para andar, alegando que<br />
tan grata pesadumbre no podía fatigarme. A<br />
estas insinuaciones mi tía no opuso jamás la<br />
cara feroce de la virtud. Acogía los requiebros<br />
con graciosa son risa de malicia, como si dijese: