Una cristiana.pdf - Ataun
Una cristiana.pdf - Ataun Una cristiana.pdf - Ataun
mozo era, Padre Moreno!». Cuando me llegó mi turno, no pude menos de convenir para mi sayo en que efectivamente resultaba buen mozo. La longitud del cabello y lo poblado de la barba acentuaban el carácter siempre franco y varonil de la figura del fraile: el cual, terminado el incidente del retrato, prosiguió: - Pues yo me eché mano a esas barbazas que ven ustedes ahí, y con gran formalidad exclamé: «Si España continúa por el camino que ha emprendido desde hace algunos años, Alá volverá a conducir los caballos africanos a estas llanuras, que aún recuerdan en medio del desierto». Y luego me volví hacia los presentes, sin mirar a mi amigo que se volvía loco para reprimir la risa, y les dije: «Perdonen, señores, a un hijo del África; estos conceptos se me han escapado sin yo poderlo remediar...». ¡Allí vería usted a aquellos hombres entusiasmados con mi salida! «No, no, que nos parece muy bien; ole los moros simpáticos...» y otros dichos del mismo género. Pero el apuro fue citando empe-
zaron a hacerme preguntas sobre la que ellos creían mi religión y las costumbres de mi supuesto país. A uno se le ocurrió interrogarme «si era cierto que la ley de Mahoma autoriza para casarse con muchas mujeres» y, entonces otro, oficial de caballería por más señas, saltó diciendo...: «¡Ajo! eso es lo mejor que tiene la ley de Mahoma...». Algazara general provocó esta parte del relato. Mi tío se apretaba la frente; el señor de Aldao la cintura; Serafín hipaba; Carmiña reía de muy buen corazón y yo le hacía el dúo. -¿Y cómo salió usted del paso, Padre Moreno? Vamos a ver... que eso será curiosísimo. - Oigan ustedes - dijo el fraile errando se hubo aquietado un poco la greguería -. Yo me puse serio, sin amoscarme, y les dije en un tono así... muy natural: «Señores, aunque nos llaman bárbaros y fanáticos, sabemos reconocer los defectos de nuestra legislación. He viajado mucho, he estudiado la constitución íntima de muchas sociedades, y pueden asegurar que nada
- Page 135 and 136: no mi tío, vestido de dril claro,
- Page 137 and 138: y qué ocurría por allá. Yo me si
- Page 139 and 140: en casa de la Josefa Urrutia, el dr
- Page 141 and 142: ien distintas; y entre tanto fue ll
- Page 143 and 144: También el Padre Moreno metió su
- Page 145 and 146: - No lo sabo... pero el que tiene l
- Page 147 and 148: - Aún cabes tú, muliércula - adv
- Page 149 and 150: plomo...». Por decirle algo a la m
- Page 151 and 152: fraile, un fraile de verdad, un fra
- Page 153 and 154: drés: yo, como no soy el novio, te
- Page 155 and 156: - O con llevar unos calzoncillos de
- Page 157 and 158: mundo rabiando o cantando, verdad?
- Page 159 and 160: liente farolón y anda lampando por
- Page 161 and 162: Espiña... no se va tras los amorí
- Page 163 and 164: Echó a andar y yo tras ella: en el
- Page 165 and 166: -¿Pero es posible? - Y venía tan
- Page 167 and 168: ñado en fotografiarlo. Se llevó m
- Page 169 and 170: otras menudencias relacionadas con
- Page 171 and 172: cuantos hechizos suele desplegar en
- Page 173 and 174: fracción que representaba su polí
- Page 175 and 176: térides de los antiguos geógrafos
- Page 177 and 178: aumenta en nuestro corazón la embr
- Page 179 and 180: - Ya entendemos, ya entendemos que
- Page 181 and 182: tendían los perfiles de la eleganc
- Page 183 and 184: por ver esa ciudad tan hermosa, tan
- Page 185: -¡Vaya! Y por tan moro: por morís
- Page 189 and 190: -¡Arre, ese se iba al bulto! -¿Y
- Page 191 and 192: Uno dio al otro un codazo y le oí
- Page 193 and 194: Salimos del cenador cuando ya casi
- Page 195 and 196: ambigua personalidad, admitida en l
- Page 197 and 198: la humanidad peor de lo que Dios la
- Page 199 and 200: leyendo periódicos, o jugando a la
- Page 201 and 202: Cuando creí hacer este descubrimie
- Page 203 and 204: Hubo una ocasión en que imaginé q
- Page 205 and 206: jate de niñerías, o tendré que d
- Page 207 and 208: a de una ventana. Después le intro
- Page 209 and 210: no les visitaría don Vicente. ¿Qu
- Page 211 and 212: Confirmé estas sospechas al cercio
- Page 213 and 214: grandes madrugones. Me acostaba tem
- Page 215 and 216: encender el mar prodigiosamente ser
- Page 217 and 218: algo muy importante que decirse; y
- Page 219 and 220: Sentáronse muy cerca el uno del ot
- Page 221 and 222: amigo. Lo soy muy de veras... ya me
- Page 223 and 224: - Sentido moral. - Eso. Es buena de
- Page 225 and 226: por fuera no le he perdido el respe
- Page 227 and 228: que fuese en gracia de Dios! ¡Mil
- Page 229 and 230: a: el respeto filial me ata las man
- Page 231 and 232: Dios, como a una persona digna de l
- Page 233 and 234: ahora que todavía estás a tiempo
- Page 235 and 236: espirar, encomendarse a Dios y espe
zaron a hacerme preguntas sobre la que ellos<br />
creían mi religión y las costumbres de mi supuesto<br />
país. A uno se le ocurrió interrogarme<br />
«si era cierto que la ley de Mahoma autoriza<br />
para casarse con muchas mujeres» y, entonces<br />
otro, oficial de caballería por más señas, saltó<br />
diciendo...: «¡Ajo! eso es lo mejor que tiene la<br />
ley de Mahoma...».<br />
Algazara general provocó esta parte del relato.<br />
Mi tío se apretaba la frente; el señor de Aldao<br />
la cintura; Serafín hipaba; Carmiña reía de<br />
muy buen corazón y yo le hacía el dúo.<br />
-¿Y cómo salió usted del paso, Padre Moreno?<br />
Vamos a ver... que eso será curiosísimo.<br />
- Oigan ustedes - dijo el fraile errando se<br />
hubo aquietado un poco la greguería -. Yo me<br />
puse serio, sin amoscarme, y les dije en un tono<br />
así... muy natural: «Señores, aunque nos llaman<br />
bárbaros y fanáticos, sabemos reconocer los<br />
defectos de nuestra legislación. He viajado mucho,<br />
he estudiado la constitución íntima de muchas<br />
sociedades, y pueden asegurar que nada