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Una cristiana.pdf - Ataun

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preciosas? Pues el señor de Aldao salía con sus<br />

bustos de yeso, sus «cuatro Estaciones» o su<br />

grupo de «amorcillos» y me los plantificaba en<br />

mitad de un prado o de un espaller. ¿Que en el<br />

Naranjal instalaron una estufa caliente, con sus<br />

encefalartus, sus gomeros, sus helechos, sus<br />

orquídeas? Cátate al señor de Aldao adquiriendo<br />

de lance en Pontevedra la mayor cantidad<br />

posible de vidrieras de desecho, para armar un<br />

invernáculo barato, atestado de las ya insufribles<br />

y acartonadas begonias. ¿Que en el Naranjal<br />

había mesas y bancos rústicos traídos de<br />

Suiza? Pues el señor de Aldao enseñaba al carpintero<br />

de su aldea a aserrar por la mitad las<br />

piñas y a armar con troncos de pino cada asiento<br />

y cada mueble. ¡Y por último... el Tejo!<br />

El primer día de mi estancia en el Tejo vino a<br />

comer gente de Pontevedra: Luciano, hijo mayor<br />

del señor de Aldao, con su niño, que podría<br />

tener entonces cosa de cuatro años de edad, y<br />

un diputado provincial llamado Castro Mera, a<br />

la sazón el mayor amigote de mi tío, jefe de la

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