Navarrete, La vida cotidiana de los mayas - Histomesoamericana

en el cristianismo. Para los cristianos, la sangre de Cristo tiene
un poder espiritual redentor, para los chortí tiene un poder material
creador y fertilizador muy acorde con la tradición maya.
En tiempos precolombinos los reyes mayas ofrecían su sangre
para atraer las lluvias y garantizar el crecimiento del maíz. Se
pensaba que esta planta era la sangre y la carne de los dioses y
que para poder gozar de ella, los hombres debían ofrendar a las
divinidades su propia sangre. En la actualidad, los chortí establecen
la misma vinculación entre la sangre divina y las plantas
alimenticias, pero han adoptado también la oposición dualista
cristiana entre Dios y el Diablo, su enemigo, a cuya sangre atribuyen
la existencia de los animales dañinos.
Este mito también muestra que para entender cualquier aspecto
de la cultura maya, por más concreto y terrenal que
parezca, hay que tomar en cuenta los demás. La cultura material,
la manera en que se producen y elaboran los alimentos y en
que se construyen las casas, las ropas que se utilizan, son inseparables
de la manera en que se concibe el mundo, del lugar
que se le atribuye a la humanidad en él y, por ende, de la vida
ritual y religiosa. La misma rutina diaria, con sus placeres y sus
trajines, es una manifestación del orden del cosmos, un reflejo
del camino diario del Sol y de la eterna rivalidad y cooperación
entre los hombres y las mujeres, el cielo y la tierra, el calor y el
frío.
Por ello conocer la vida cotidiana de los mayas implica necesariamente
adentrarnos en su manera de ver la realidad, en su
manera de entender el tiempo y el espacio, la vida y la muerte.
Finalmente, en este mito contado por los chortí, que viven
en territorio hondureno, encontramos elementos comunes con
mitos de otros pueblos indígenas de zonas tan distantes como
el centro de México: la sangre creadora de Jesucristo recuerda
la sangre con que el dios Quetzalcóatl dio vida a la humanidad,
según los nahuas. Esta semejanza no es fortuita. La civilización
maya es parte de una tradición más amplia y más antigua, la civilización
mesoamericana, que incluye cientos de pueblos que
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hablan idiomas muy diversos. De los demás pueblos indios los
mayas aprendieron a cultivar el maíz, a construir pirámides para
sus templos, a utilizar el calendario de 260 días y la escritura jeroglífica,
y a su vez les transmitieron muchas ideas, imágenes
y conocimientos. La civilización maya es una rama, particularmente
frondosa, del gran árbol de la civilización mesoamericana.
Por otra parte, los mayas siempre estuvieron en contacto
con los pueblos indígenas de Centroamérica, de cultura diferente
a la mesoamericana. De ellos recibieron, entre otras cosas,
los objetos de metal precioso que se encuentran en sus tumbas
y ofrendas.
En este libro se pasará continuamente de la descripción de la vida
cotidiana de los mayas actuales a la reconstrucción de la vida
de los mayas precolombinos, señalando las coincidencias y
también las profundas diferencias entre ellas. El objetivo es intentar
comprender la cultura maya como una realidad vigente
y en perpetuo cambio, tan rica y contradictoria como las personalidades
de los hombres y mujeres que la hacen vivir.
Los capítulos de este libro abordan diversos aspectos de la
vida maya, sin apegarse a un orden cronológico y geográfico.
Para facilitar la comprensión de la historia maya y la localización
de los diferentes pueblos que se mencionan, el Apéndice
final ofrece un resumen de la lingüística, geografía e historia
mayas. Este breve esquema se puede leer de corrido o emplearse
como referencia durante-la lectura de los demás capítulos.
Notas
1 John Fought, Chortí (Mayan) Texts, vol. 1, p. 499.
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