Navarrete, La vida cotidiana de los mayas - Histomesoamericana

Pasadas tres horas, el día empezó a aclarar; el sol se apareció
detrás de los montes. Mi madre puso unas brasas en el incensario
de barro y salió a recibir los primeros rayos de sol; echó copal al
brasero, se hincó, besó la tierra y pidió al sol salud y protección
para todos. 2
Si antes del Sol sale Venus, la gran estrella de la mañana que le
abre camino y trae consigo todas las fuerzas peligrosas del inframundo,
también es necesario saludarlo y aplacar su ira para
que no dañe a los habitantes de la tierra.
Levantarse temprano es indispensable para poder aprovechar
todas las horas de luz y para poder avanzar en el trabajo de
la jornada antes de las sofocantes horas del mediodía. Un viejo
chamula amonestó así a su yerno recién casado:
Ustedes deben acostumbrarse a levantarse temprano para que
con el tiempo junten su dinero y compren sus animalitos, porque
somos muy pobres. Si [mi hija] no se quiere levantar temprano,
la despiertas; y si no quiere me vienes a decir para que yo vaya
a decirle que se levante más temprano. 3
Desde antes del amanecer, la rutina de los hombres y las mujeres
se distingue radicalmente. Los hombres suelen salir de la
casa, a cuidar la milpa si es temporada de siembra, a cazar si están
de humor o hay necesidad, a participar en los asuntos de la
comunidad, o a trabajar en las ciudades o en las fincas de los ladinos,
es decir de los blancos y mestizos. Como van a estar lejos,
las mujeres les preparan un itacate, que consiste generalmente
en masa de maíz para tomar con agua.
Ellas, en cambio, se quedan en el hogar y durante el día la
casa es territorio femenino. Una de sus primeras actividades es
hacer la limpieza Las mujeres tzotzáles apagan el fogón dejando
sólo un leño prendido para encenderlo más tarde, cuelgan en
una red todos los alimentos sobrantes, para que queden a salvo
de los animales, cuelgan las sillas y la pequeña mesa y luego
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r barren
el piso de tierra. Después preparan el almuerzo y la cena,
lavan la ropa y si hay tiempo disponible, hilan y tejen o realizan
otras labores artesanales, como la alfarería. Entre los chamulas,
son también las encargadas de cuidar las ovejas de la familia.
En general las salidas de las mujeres suelen limitarse a ir al río
para lavar la ropa o buscar agua. Los encuentros en estas ocasiones,
o las visitas a las vecinas, son ocasión de conversar sin
interrumpir el trabajo.
Los bebés acompañan a sus madres en todas sus labores,
amarrados a sus espaldas, y no constituyen ningún estorbo. Los
más crecidos se mueven con bastante libertad dentro y fuera de
la casa, entreteniéndose en hacer tortillas de lodo, enjugar con
muñecos de palo o de barro, en cuidar y corretear a los animales
domésticos, o en cazar pequeños animales con hondas y resorteras.
También construyen pequeñas casas con ramitas y las
queman o improvisan juguetes. Los hermanos mayores se
encargan de cuidar a los menores para que sus madres puedan
dedicarse a sus labores.
Alrededor de las once de la mañana, cuando "el calor se levanta",
los hombres hacen una primera pausa en su labor en la
milpa y toman su primer refrigerio, el pozol, masa de maíz diluida
en agua. Luego continúan trabajando hasta poco después
del mediodía.
Según los zinacantecos, es entonces cuando el Sol, Nuestro
Padre Santo, se detiene momentáneamente en la parte superior
del cielo para vigilar las acciones de sus hijos y cerciorarse de
que están acatando sus leyes.
A esta hora es frecuente que las mujeres lleven el almuerzo
a sus maridos en la milpa Si es tiempo de desmontar y hay varios
parientes y amigos ayudando en la labor, la esposa del dueño
de la milpa debe preparar comida para todos. Incluso si el
hombre contrata jornaleros, es deber de su mujer llevar
preparada comida para todos. Manvel, una mujer chamula
describe así sus sufrimientos cuando tuvo que dar de comer a
su esposo y 11 jornaleros:
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