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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

«Todo lo que tengo está aquí». Tampoco llama por teléfono, al menos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su<br />

habitación. Ni recibe llamadas. Yo diría que lo único que hace allí es dormir.<br />

Aunque en aquellos momentos no había nadie más en la tienda, Sarrie bajó la<br />

voz y se inclinó un poco.<br />

—Y a pesar <strong>de</strong> que Charlene se le echa constantemente encima, duerme solo.<br />

—Hizo un rotundo gesto <strong>de</strong> asentimiento—. Cuando le cambian las sábanas <strong>de</strong> la<br />

cama <strong>de</strong> un hombre se sabe qué ha pasado allí por la noche.<br />

—Pue<strong>de</strong>n hacerlo en la ducha o en el suelo. —Deb tuvo la satisfacción <strong>de</strong> ver<br />

la expresión <strong>de</strong> horror en la cara <strong>de</strong> ardilla <strong>de</strong> Sarrie—. Ninguna ley obliga a follar<br />

en la cama.<br />

Como profesional <strong>de</strong>l cotilleo, Sarrie se recuperó rápidamente.<br />

—Si Charlene lo hubiera pillado, no seguiría persiguiéndole como el sabueso<br />

tras el conejo, digo yo.<br />

Deb hizo una pausa para rascar la sedosa oreja <strong>de</strong> Cecil antes <strong>de</strong> darle la<br />

razón.<br />

—Supongo.<br />

—Un hombre que aparece aquí prácticamente con lo puesto, que se encierra<br />

horas y horas en su habitación, esquiva a una mujer totalmente dispuesta y<br />

prácticamente no dice ni pío a menos que lo acorrales, la verdad, algo extraño<br />

tiene. No sé, es mi opinión.<br />

—Cualquiera diría que es el primero <strong>de</strong> este tipo que llega a Lunacy.<br />

—Ya, pero es el primero al que hemos hecho jefe <strong>de</strong> policía. —Aún estaba un<br />

poco resentida por la multa que le había puesto a su hijo la semana anterior. Como<br />

si los billetes <strong>de</strong> veinticinco dólares crecieran en los árboles—. Ese tipo oculta algo.<br />

—¡No fastidies, Sarrie! ¿Conoces a alguien <strong>de</strong> por aquí que no lo haga?<br />

—Me da igual lo que oculte la gente, siempre que no tenga autoridad para<br />

meterme a mí o a los míos en la cárcel.<br />

Impaciente, Deb empezó a pulsar teclas en la caja registradora.<br />

—A no ser que tengas la intención <strong>de</strong> largarte <strong>de</strong> aquí sin pagarme los<br />

chicles, no creo que estés infringiendo ninguna ley. Yo que tú no me preocuparía.<br />

El hombre sobre el que discutían seguía sentado en su <strong>de</strong>spacho. Pero ahora<br />

sí estaba acorralado. Durante dos semanas había conseguido eludir o esquivar a<br />

Max Hawbaker. No quería que le entrevistaran. Opinaba que la prensa era la<br />

prensa, ya fuera un semanario <strong>de</strong> pueblo o el Baltimore Sun.<br />

Probablemente a los ciudadanos <strong>de</strong> Lunacy no les importaba que su nombre<br />

saliera en la publicación, por la razón que fuera, pero él aún no se había quitado el<br />

mal sabor <strong>de</strong> boca que le había <strong>de</strong>jado su experiencia con los periodistas <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong>l tiroteo.<br />

Y supo que tendría que tragar un poco más cuando Hopp apareció en su<br />

<strong>de</strong>spacho acompañada <strong>de</strong> Max.<br />

—Max tiene que hacerle una entrevista. El pueblo necesita saber algo <strong>de</strong>l<br />

hombre a quien hemos confiado la ley y el or<strong>de</strong>n. The Lunatic está cerrando la<br />

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