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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

La música era más viva y le resultó más agradable <strong>de</strong> lo que imaginaba. El<br />

salón estaba abarrotado. Habían dispuesto las mesas <strong>de</strong> forma que quedara<br />

espacio para bailar y los clientes lo aprovechaban. Ban<strong>de</strong>rines y globos<br />

engalanaban el techo y todo el mundo se había vestido <strong>de</strong> fiesta.<br />

Vio que algunos viejos llevaban lo que Peach había <strong>de</strong>scrito como el<br />

esmoquin <strong>de</strong> Alaska: un traje <strong>de</strong> resistente paño, recién salido <strong>de</strong> la tintorería para<br />

la ocasión. Algunos llevaban a<strong>de</strong>más como complemento una corbata <strong>de</strong> lazo y,<br />

curiosamente, un festivo sombrero <strong>de</strong> papel.<br />

Muchas mujeres habían sacado lo mejor que había en su ropero y lucían<br />

vestidos y faldas <strong>de</strong>spampanantes, llevaban el pelo suelto y zapatos <strong>de</strong> tacón.<br />

Distinguió a Hopp, con un elegante vestido largo granate, bailando... ¿Un foxtrot,<br />

una polca? Nate no tenía ni i<strong>de</strong>a. Bailaba con un emperifollado Harry Miner. Rose<br />

estaba en un taburete junto a la barra, al lado <strong>de</strong> un hombre que Nate tomó por su<br />

marido, David, que le acariciaba suavemente la espalda.<br />

Se fijó en que reía ante un comentario que acababa <strong>de</strong> hacerle la chica que<br />

trabajaba en la recepción <strong>de</strong>l ambulatorio. Y también en la forma en que levantaba<br />

la vista hacia su esposo. Vio amor entre ellos y notó un escalofrío; se sintió solo.<br />

Jamás una mujer lo había mirado <strong>de</strong> aquella forma. Cuando estuvo casado,<br />

su mujer nunca lo miró con aquel amor franco, sin límites.<br />

Apartó la vista <strong>de</strong> ellos.<br />

Sus ojos escrutaron la multitud tal como hace un poli: evaluando, buscando<br />

el <strong>de</strong>talle, archivando. Una práctica con la que él sabía que mantenía la distancia.<br />

Era algo que no podía evitar.<br />

Vio a Ed, y a la supuestamente estirada Arlene. A Mitch, <strong>de</strong> la KLUN, con su<br />

pelo rubio <strong>de</strong> tonos <strong>de</strong>siguales recogido en una cola y la mano sobre el hombro <strong>de</strong><br />

una muchacha no tan atractiva como él. Ken llevaba un collar <strong>de</strong> flores hawaiano y<br />

mantenía una acalorada discusión con el profesor, que vestía su habitual cheviot.<br />

«Compañerismo», pensó Nate. La gente ya iba un poco tocada por el alcohol<br />

a aquellas horas, pero aun así reinaba el compañerismo. Y él se mantenía fuera.<br />

Captó una ráfaga <strong>de</strong>l perfume <strong>de</strong> Charlene, pero apareció en persona con<br />

tanta rapi<strong>de</strong>z que no le dio tiempo a prepararse ni a huir. Aquellas curvas<br />

femeninas, cálidas, lo envolvieron, sus brillantes labios se <strong>de</strong>slizaron suavemente<br />

sobre los suyos con la lengua tímidamente apuntando. Notó una caricia, un<br />

apretujón en el trasero y un leve mordisqueo en el labio inferior.<br />

Luego, Charlene se apartó con una sonrisa soñolienta.<br />

—Feliz año nuevo, Nate. Esto ha sido por si no lo pillo a medianoche.<br />

Nate no fue capaz <strong>de</strong> articular una palabra y casi temía haberse sonrojado. Se<br />

preguntó si aquella clara e ina<strong>de</strong>cuada insinuación había logrado traspasar sus<br />

tinieblas interiores.<br />

—¿Dón<strong>de</strong> se había escondido? —Le abrazó sujetándole por el cuello—. La<br />

fiesta lleva más <strong>de</strong> una hora en su apogeo y aún no ha bailado usted conmigo.<br />

—Tenía... cosas.<br />

—Trabajo, trabajo, trabajo. ¿Por qué no viene a jugar un poco conmigo?<br />

—Tengo que hablar con la alcal<strong>de</strong>sa. —«Dios mío, ayúdame, por favor».<br />

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