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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

Anotación en un diario<br />

14 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1988<br />

Capítulo 4<br />

Puto frío. Tengo que <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> hablar <strong>de</strong> él porque si no me volveré loco, pero<br />

sí escribiré sobre él. Así podré recordarlo otro día —pongamos en julio, sentado<br />

ante una cerveza, embadurnado <strong>de</strong> repelente, pegando manotazos a unos<br />

mosquitos <strong>de</strong>l tamaño <strong>de</strong> un gorrión— y mirar fijamente a los ojos a este maldito<br />

monte blanco.<br />

Entonces sabré que estuve aquí, que lo conseguí. Y la cerveza sabrá mucho<br />

mejor.<br />

Pero estamos en febrero, y julio queda a un siglo. La puñetera rasca es la que<br />

manda.<br />

El viento hace que la temperatura baje hasta los treinta y los cuarenta bajo<br />

cero. Cuando el mercurio está tan abajo ya no importan unos grados más o menos.<br />

El frío ha roto una <strong>de</strong> las linternas y ha atascado la cremallera <strong>de</strong> mi parka.<br />

Puesto que la noche dura dieciséis horas, montamos y <strong>de</strong>smontamos el<br />

campamento a oscuras. Mear es un ejercicio agotador, un suplicio. A pesar <strong>de</strong><br />

todo, en general mantenemos el ánimo.<br />

Es una experiencia difícil <strong>de</strong> contar. Cuando el frío es como cristales rotos<br />

que te van segando el cuello, tienes la conciencia <strong>de</strong> estar vivo <strong>de</strong> una forma que<br />

solo se experimenta en la montaña. Cuando te arriesgas a salir un instante <strong>de</strong>l<br />

refugio y ves la aurora boreal tan luminosa, tan eléctrica que casi crees que<br />

estirando el brazo conseguirías coger esa luz ver<strong>de</strong> y reluciente y atraerla hacia ti<br />

para cargar las pilas, te das cuenta <strong>de</strong> que no te apetece estar en ningún otro lugar.<br />

Avanzamos lentamente, aunque sin abandonar el objetivo: llegar a la<br />

cumbre. La nieve <strong>de</strong>l alud frenó nuestra marcha. Me pregunté cuánta gente habría<br />

acampado aquí, bajo lo que ahora se ve sepultado, y cuánto tardará la montaña en<br />

mover, sacudir y enterrar la cueva <strong>de</strong> nieve que tanto nos ha costado abrir en ella.<br />

Hemos tenido una corta pero acalorada discusión sobre cómo sortear la nieve<br />

<strong>de</strong>l alud. He tomado la <strong>de</strong>lantera. Hemos tardado una eternidad en conseguir<br />

esquivar y superar los obstáculos, pero no podía hacerse más <strong>de</strong>prisa, piensen lo<br />

que piensen los <strong>de</strong>más. Nos encontramos en una zona peligrosa, <strong>de</strong>nominada Paso<br />

<strong>de</strong> las arenas movedizas precisamente porque el glaciar se <strong>de</strong>splaza bajo tus pies.<br />

No lo ves, no pue<strong>de</strong>s tocarlo, pero se mueve y se <strong>de</strong>sliza por <strong>de</strong>bajo. Y pue<strong>de</strong><br />

absorberte, pues bajo ese manto blanco hay grietas al acecho que pue<strong>de</strong>n<br />

convertirse en tu ataúd.<br />

Hemos seguido el ascenso hacia la Cordillera solitaria, al repique <strong>de</strong> los<br />

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