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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

Nate observó, divertido, cómo el oso movía su rechoncho trasero y emprendía<br />

la carrera.<br />

Vigiló la trayectoria <strong>de</strong>l animal al lado <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los hombres que tenía en su<br />

lista <strong>de</strong> sospechosos.<br />

—Ha sido fácil.<br />

—Suele serlo.<br />

—A veces no lo es. Meg y yo tuvimos que matar a uno el otro día por la noche<br />

cerca <strong>de</strong> su casa.<br />

—¿Un oso atacó a su perro? Alguien comentó que un animal le había atacado.<br />

—Sí. Y se habría lanzado sobre nosotros si no le hubiéramos matado. Alguien<br />

puso cebo en la casa.<br />

Otto empequeñeció los ojos hasta que se convirtieron en dos finas rendijas.<br />

—¿Qué <strong>de</strong>monios está diciendo?<br />

—Digo que alguien colgó carne, carne fresca, ensangrentada, en unas bolsas <strong>de</strong><br />

plástico en casa <strong>de</strong> Meg.<br />

Otto apretó los labios, volvió la cabeza en el acto y dio unos pasos. Nate apoyó<br />

la mano en la culata <strong>de</strong>l rifle.<br />

—¿Me está preguntando si fui yo? —Otto dio la vuelta otra vez y se plantó<br />

frente a Nate—. ¿Qué quiere saber, si yo sería capaz <strong>de</strong> hacer algo tan cobar<strong>de</strong>, tan<br />

mezquino? ¿Algo con lo que dos personas podían acabar <strong>de</strong>spedazadas? ¿Y una <strong>de</strong><br />

ellas una mujer? —Hundió dos veces el <strong>de</strong>do en el pecho <strong>de</strong> Nate—. Vale que esté<br />

barajando mi nombre en el caso Galloway, incluso en el <strong>de</strong> Max. Me dio mucha rabia<br />

que lo incluyera en el caso <strong>de</strong> Yukon, y tuve que tragar, pero ni por un instante<br />

piense que pasaré por eso. Fui marine. Sé cómo matar a un hombre si hace falta.<br />

A<strong>de</strong>más sé hacerlo rápido y conozco muchos sitios don<strong>de</strong> <strong>de</strong>jar un cadáver para que<br />

nadie lo encuentre nunca.<br />

—Es lo que imaginaba. Por eso le he hecho la pregunta, Otto, porque usted sabe<br />

quién <strong>de</strong> por aquí podía caer tan bajo.<br />

Otto empezó a temblar. Nate vio que la furia se había apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> él. Tenía el<br />

rifle en la mano, pero incluso en aquel estado, el cañón apuntaba al suelo.<br />

—No lo sé. Pero quien sea no merece vivir.<br />

—El pendiente que le enseñé pertenece a esta persona.<br />

El interés venció a la cólera.<br />

—¿Lo encontró en casa <strong>de</strong> Meg?<br />

—No. En la cueva don<strong>de</strong> estuvo Galloway. De modo que pensemos. ¿A quién<br />

apreciaba Galloway, en quién confiaba que pudiera resistir un ascenso a la montaña<br />

en invierno? ¿Quién ganó algo con su muerte? ¿Quién llevaba esto? —añadió,<br />

señalando el bolsillo <strong>de</strong> la camisa—. ¿Quién en aquella época era una persona<br />

agresiva y podía haberse ausentado un par <strong>de</strong> semanas <strong>de</strong>l pueblo sin que nadie<br />

hiciera un comentario?<br />

—¿Sigue contando conmigo?<br />

—Sí. Vamos a <strong>de</strong>cirle a Ginny que no hay moros en la costa.<br />

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