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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

algún ritual, un experimento <strong>de</strong> los muchachos <strong>de</strong>l instituto o algo así. Yo no creo<br />

nada <strong>de</strong> esto.<br />

—No tenía nada <strong>de</strong> ritual.<br />

—Otros opinan que se trata <strong>de</strong> algún chiflado que ha acampado por los<br />

alre<strong>de</strong>dores. Pue<strong>de</strong> que reconforte pensar que nadie <strong>de</strong> aquí pue<strong>de</strong> haber hecho algo<br />

tan horrible, pero no sé si me preocupa más todavía pensar que tenemos a un loco<br />

mero<strong>de</strong>ando por aquí, capaz <strong>de</strong> matar a un perro <strong>de</strong> esta forma.<br />

Hopp observó la expresión <strong>de</strong> Nate.<br />

—Usted no cree eso.<br />

—No, no lo creo.<br />

—¿Y me dirá qué opina?<br />

—Opino que cuando alguien mata a un perro, en pleno centro, frente a un<br />

edificio en el que se ha reunido la mitad <strong>de</strong> la población, tiene sus razones para<br />

hacerlo.<br />

—¿Y son?<br />

—Estoy en ello.<br />

Antes <strong>de</strong> dirigirse a la comisaría pasó por la orilla <strong>de</strong>l río. El agua tenía un tono<br />

gris, sombrío, las placas y los pedazos <strong>de</strong> hielo mate flotaban en la superficie.<br />

La avioneta <strong>de</strong> Meg había <strong>de</strong>saparecido, una clara señal <strong>de</strong> que él ya no podía<br />

mantenerla encerrada en algún lugar seguro. Bing y otros dos hombres reparaban un<br />

tramo <strong>de</strong> la carretera. El único gesto que hizo este cuando Nate redujo la marcha y<br />

pasó a su lado fue clavarle la vista durante unos segundos.<br />

Llegó a la comisaría y se encontró con Peach, que insistía en ofrecer un café a<br />

Joe y Lara. Peter estaba allí <strong>de</strong> pie con la expresión <strong>de</strong> un adulto que se esfuerza por<br />

contener las lágrimas. Lara, que tenía los ojos hinchados y rojos, se levantó en cuanto<br />

Nate entró por la puerta.<br />

—Quisiera saber qué está haciendo respecto a Yukon. ¿Cómo piensa encontrar<br />

al cabrón que mató a mi perro?<br />

—Tranquila, Lara.<br />

—No me vengas con «Tranquila, Lara» —dijo ella, revolviéndose contra su<br />

marido—. Quiero saberlo.<br />

—¿Por qué no pasan a mi <strong>de</strong>spacho? Peach, los próximos minutos ocúpese <strong>de</strong><br />

resolver lo que surja, a menos que se trate <strong>de</strong> una emergencia.<br />

—De acuerdo, jefe. Lara... —Cogió la mano <strong>de</strong> la mujer entre las suyas—. No<br />

sabe cuánto lo siento.<br />

Lara respondió con un leve movimiento <strong>de</strong> la cabeza antes <strong>de</strong> adoptar <strong>de</strong> nuevo<br />

su expresión altiva y entrar en el <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong> Nate.<br />

—Quiero respuestas.<br />

—Siéntese, Lara.<br />

—No me venga con...<br />

—He dicho que se siente. —Lo había dicho en tono tranquilo, pero con una<br />

autoridad que la obligó a sentarse <strong>de</strong> inmediato.<br />

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