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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

Cuando oyó que se <strong>de</strong>scorría la cortina, permaneció como estaba, con las manos<br />

apoyadas en la pared, la cabeza hacia abajo y los ojos cerrados.<br />

—Más vale que no te pelees conmigo ahora, Meg. Per<strong>de</strong>rías.<br />

—Te diré algo, Burke. No soporto que se me quiten <strong>de</strong> encima como un<br />

insignificante estorbo. Ni tampoco que me <strong>de</strong>jen a un lado. O que me <strong>de</strong>n ór<strong>de</strong>nes.<br />

No me ha gustado la forma en que me has mirado esta noche <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l<br />

ayuntamiento; intentabas que no pudiera reconocer nada en tu rostro, en tus ojos. Es<br />

algo que me cabrea y... —Deslizó sus brazos alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> Nate y apretó su cuerpo,<br />

<strong>de</strong>snudo, contra él hasta que tras una sacudida quedó inmóvil— ... me excita.<br />

—No sigas. —Nate agarró las manos <strong>de</strong> Meg para apartarlas <strong>de</strong> su cuerpo y<br />

mantenerla a cierta distancia—. No lo hagas.<br />

Ella bajó la vista pausadamente. Sonrió mientras la levantaba <strong>de</strong> nuevo.<br />

—Parece que aquí hay una contradicción.<br />

—No quiero hacerte daño y, tal como me siento ahora mismo, podría herirte.<br />

—No me das miedo. Estaba cabreada, <strong>de</strong>seando pelea. Y <strong>de</strong> repente lo que<br />

<strong>de</strong>seo es otra cosa. Dame algo más. —Se acercó un poco y le acarició el pecho—.<br />

Acabaremos la pelea luego.<br />

—No me apetece la proximidad.<br />

—Ni a mí. Pero a veces, Nate, necesitamos algo distinto. Necesitamos ir a otra<br />

parte y olvidar por un tiempo. Que arda una parte <strong>de</strong> la locura, <strong>de</strong>l dolor, <strong>de</strong>l miedo.<br />

Hazme ar<strong>de</strong>r —murmuró, y agarró sus ca<strong>de</strong>ras y las apretó con fuerza.<br />

Nate sabía que para ella hubiera sido mejor que la rechazara. Sin embargo la<br />

atrajo hacia sí; su cuerpo cálido y húmedo se apretó contra el suyo, él encontró su<br />

boca y se apo<strong>de</strong>ró violentamente <strong>de</strong> ella.<br />

Meg lo abrazó con todas sus fuerzas, pegando sus brazos a la parte superior <strong>de</strong><br />

la espalda <strong>de</strong> él y hundiendo los <strong>de</strong>dos en sus hombros. Como clavos que perforaran<br />

la carne. El calor que ella transmitía llegó a sus huesos, los abrasó, e hizo que se<br />

<strong>de</strong>svaneciera el cansancio y su fría actitud <strong>de</strong> <strong>de</strong>sapego.<br />

Las manos <strong>de</strong> ella recorrieron <strong>de</strong> nuevo el cuerpo <strong>de</strong> Nate, humedad contra<br />

humedad; su cabeza bajó en un gesto que le invitaba a <strong>de</strong>leitarse con su cuello, sus<br />

hombros, con cualquier parte en la que pudiera encontrar la suave y cálida carne.<br />

El sonido que salió <strong>de</strong> Meg, ardiendo contra los labios <strong>de</strong> él, era el sonido <strong>de</strong>l<br />

triunfo <strong>de</strong>l erotismo.<br />

—Acércate. —Cogió el jabón—. Voy a lavarte. Me encanta el tacto <strong>de</strong> una<br />

espalda masculina bajo mis manos. Sobre todo cuando está húmeda y resbaladiza.<br />

Su voz recordaba la <strong>de</strong> una sirena. Él <strong>de</strong>jó que siguiera, que sus manos<br />

recorrieran su cuerpo, <strong>de</strong>jó que creyera que marcaba la pauta. Cuando la empujó<br />

contra la pared <strong>de</strong> la ducha, la mirada soñolienta <strong>de</strong> Meg cobró vida con la sorpresa.<br />

Esbozó una sonrisa y él aplastó su boca contra la suya.<br />

Estaba en lo cierto, pensó ella, rendida. Era otra persona, alguien que se había<br />

apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong>l control <strong>de</strong> manera implacable. Alguien que se imponía y la obligaba a<br />

rendirse.<br />

En el momento en que su boca se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> la <strong>de</strong> ella y le arrebató el jabón,<br />

Nate empezó a recorrer sus senos con unas largas y excitantes caricias que llegaron a<br />

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