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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

Escaladores que esperaban que escampara el tiempo. En otro compartimiento los<br />

pesados <strong>de</strong> Hans y Dex se enfrentaban a la lluviosa velada con cerveza y partidas <strong>de</strong><br />

damas.<br />

A la espera <strong>de</strong> cualquier chisme que llegara a sus oídos.<br />

Habría más entradas y salidas si el río crecía. Aparecerían quienes <strong>de</strong>seaban<br />

pasar un rato en un lugar seco y cálido tomando un café antes <strong>de</strong> salir otra vez a<br />

colocar sacos <strong>de</strong> arena. Y cuando acabaran, otra oleada. Entonces se aglomerarían<br />

todos, empapados, agotados y hambrientos, aunque aún no estarían dispuestos a<br />

volver a casa y romper el compañerismo que crea hacer frente a la naturaleza.<br />

Les apetecería café, alcohol y cualquier plato caliente que pudieran servirles.<br />

Charlene haría todo lo posible por complacerles; trabajaría hasta que se marchara el<br />

último. No sería la primera vez que Meg lo veía.<br />

Añadió dos dólares a la apuesta cuando Jim se retiró.<br />

—Dos parejas —dijo Otto—. Reyes y cincos.<br />

—Pues tus reyes van a tener que inclinarse ante mis damas —Meg <strong>de</strong>scubrió<br />

dos reinas—, teniendo en cuenta que llevan un séquito <strong>de</strong> tres ochos.<br />

—¡Valiente putada! —Otto tenía la vista fija en los billetes y monedas que Meg<br />

iba recogiendo. De pronto levantó la cabeza y apartó la silla al ver a Nate, que venía<br />

<strong>de</strong>l vestíbulo—. ¿Jefe?<br />

Meg se volvió en el acto. Se había colocado <strong>de</strong> cara a la puerta con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

saltar sobre él en cuanto la abriera. Y sin embargo, pensó con amargura, la había<br />

sorprendido por <strong>de</strong>trás.<br />

—Un café me vendría <strong>de</strong> perlas, Charlene.<br />

—Calentito y <strong>de</strong>licioso. —Le llenó una taza—. También puedo prepararle algo<br />

para comer. Calentito y <strong>de</strong>licioso como el café.<br />

—No, gracias.<br />

—¿Dón<strong>de</strong> están mis perros? —preguntó Meg.<br />

—En el vestíbulo. Me he encontrado con Hopp y otros en la calle, Otto. Parece<br />

que hay consenso sobre lo <strong>de</strong> que el río aguantará, pero hay que estar alerta. Ahora<br />

mismo cae una nieve fina. Los <strong>de</strong>l tiempo han anunciado que el frente se <strong>de</strong>splaza<br />

hacia el oeste, <strong>de</strong> modo que es probable que el cielo se <strong>de</strong>speje.<br />

Tomó media taza <strong>de</strong> café y la acercó <strong>de</strong> nuevo a Charlene para que se la llenara<br />

otra vez.<br />

—Está inundada la parte <strong>de</strong>l lago Shore —añadió—. Peter y yo hemos puesto<br />

indicadores <strong>de</strong> peligro en la zona y al otro lado a partir <strong>de</strong>l extremo oriental <strong>de</strong><br />

Rancor Woods.<br />

—Son dos lugares que se convierten en un problema a la que unos cuantos se<br />

<strong>de</strong>tienen a mear junto a la carretera —dijo Otto—. El frente va hacia el oeste, por<br />

tanto aquí estaremos tranquilos.<br />

—Estaremos ojo avizor —insistió Nate mientras se dirigía hacia la escalera.<br />

—Eh, espera un minuto, jefe. —Meg se plantó ante la puerta con un perro a<br />

cada lado—. Tengo un par <strong>de</strong> cosas que <strong>de</strong>cirte.<br />

—Necesito una ducha. Me lo cuentas mientras la tomo o esperas un momento.<br />

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