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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

Mandó llamar a Ed y observó cómo se iluminaba su cara cuando vio las cañas y<br />

la barrena.<br />

—Me parece que esto es suyo.<br />

—Por supuesto. Ya lo daba por perdido; estaba convencido <strong>de</strong> que se hallaba en<br />

alguna casa <strong>de</strong> empeños <strong>de</strong> Anchorage. ¡Buen trabajo, jefe Burke! ¿Ha <strong>de</strong>tenido a<br />

alguien?<br />

—No ha habido <strong>de</strong>tención. Lo encontró Bing anoche en su cabaña junto con su<br />

equipo. Lo primero que ha hecho esta mañana ha sido traérmelo.<br />

—Pero...<br />

—¿Algo le hace pensar que Bing podría haber forzado la cerradura <strong>de</strong> su<br />

cabaña, pintarrajearle las pare<strong>de</strong>s, llevarse todo esto y traérmelo hoy aquí?<br />

—No. —Ed paseaba la mano por encima <strong>de</strong> las cañas—. No, supongo que no,<br />

pero la cuestión es que lo tenía él.<br />

—La única cuestión es que lo encontró y lo ha <strong>de</strong>vuelto. ¿Quiere que continúen<br />

las pesquisas?<br />

Ed soltó un suspiro y permaneció un momento callado con la expresión <strong>de</strong><br />

quien está librando una batalla interna.<br />

—Pues... Realmente no veo por qué me lo habría quitado Bing, y mucho menos<br />

por qué lo habría <strong>de</strong>vuelto si se lo hubiera llevado. Pero ya lo tengo y eso es lo que<br />

cuenta. Claro que tampoco explica lo <strong>de</strong>l vandalismo ni la <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> la botella<br />

<strong>de</strong> whisky.<br />

—Dejaremos el caso abierto.<br />

—Muy bien. De acuerdo. —Señaló hacia la ventana, hacia los témpanos que<br />

flotaban en el oscuro e intenso azul—. Ha sobrevivido usted al primer invierno.<br />

—Eso parece.<br />

—Algunos creen que no querrá vivir dos veces la experiencia. Yo mismo me he<br />

preguntado si no <strong>de</strong>cidirá volver al sur cuando expire su contrato.<br />

—Supongo que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>rá <strong>de</strong> si el ayuntamiento me ofrece una renovación.<br />

—No he oído quejas. Al menos, nada importante. —Recogió las cañas y la<br />

barrena—. Tendré que guardar todo esto.<br />

—Necesito su firma. —Nate le pasó un impreso—. Debemos seguir las normas.<br />

—¡Ah! ¡Claro! —Estampó su firma en los puntos indicados—. Gracias, jefe. Me<br />

alegra haber recuperado mi equipo.<br />

Nate se fijó en que <strong>de</strong>sviaba la mirada hacia el tablero cubierto, como ya había<br />

hecho un par <strong>de</strong> veces, aunque no preguntó ni comentó nada.<br />

Le acompañó hasta la puerta, volvió hacia el tablero y lo <strong>de</strong>scubrió. En la lista<br />

<strong>de</strong> nombres trazó una línea entre Bing y Ed. Y añadió un signo <strong>de</strong> interrogación.<br />

Aquella tar<strong>de</strong> las nubes retrocedían y, a través <strong>de</strong> ellas, Nate localizó la roja<br />

hendidura <strong>de</strong> la avioneta <strong>de</strong> Meg. Volvía <strong>de</strong> investigar una llamada que había<br />

informado sobre un cadáver junto al río en Rancor Woods; comprobó que no eran<br />

más que un par <strong>de</strong> botas viejas clavadas en la nieve y que habían sido vistas con los<br />

prismáticos por unos observadores <strong>de</strong> pájaros que habían alquilado una cabaña.<br />

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