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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

—Muy bien, Carrie. Me alegra oírla.<br />

—Escribiré lo que me pidió, Nate, se lo prometo. Reflexionaré e intentaré<br />

recordar. Sé que le interesaba revisar sus papeles. Aún no he entrado ahí.<br />

No tuvo que señalarle el <strong>de</strong>spacho para que Nate supiera que se refería al lugar<br />

en el que habían encontrado a Max.<br />

—Si quiere pue<strong>de</strong> hacerlo.<br />

Nate pensó que los <strong>de</strong> la estatal no lo habían registrado. Él seguía con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

hacerlo, pero no en aquellos momentos. Cualquiera que pasara por allí podía verle y<br />

preguntarse qué hacía.<br />

—Volveré. ¿Tenía un <strong>de</strong>spacho en casa?<br />

—Uno pequeño. No he tocado sus cosas. Siempre lo pospongo.<br />

—¿Hay alguien ahora mismo en su casa?<br />

—No. Los niños están en la escuela.<br />

—¿Le importa que vaya a echar un vistazo? Si tengo que llevarme algo, le haré<br />

un recibo.<br />

—A<strong>de</strong>lante. —Fue a por su bolso, buscó las llaves y sacó una <strong>de</strong>l llavero—. Con<br />

esta abrirá la puerta <strong>de</strong> atrás. Qué<strong>de</strong>se todo el tiempo que necesite.<br />

No quiso aparcar <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Hawbaker. La gente hablaría. Dejó el<br />

coche en una curva <strong>de</strong>l río. No vio grietas en el hielo y se preguntó si no se habría<br />

a<strong>de</strong>lantado a los acontecimientos. Se dirigió hacia la parte trasera <strong>de</strong> la casa pasando<br />

por un bosquecillo. Bajo los árboles aquello era mucho más frío, ahí el sol no podría<br />

entrar. Había huellas <strong>de</strong> motos <strong>de</strong> nieve y <strong>de</strong> esquís. Un grupo <strong>de</strong> esquí <strong>de</strong> fondo <strong>de</strong>l<br />

instituto, pensó. Localizó también otras huellas no humanas y enseguida pensó que<br />

ojalá no tuviera que encontrarse cara a cara con el alce al que había espantado.<br />

Conocía poco aquella especie para saber si era rencorosa.<br />

Notó que la capa <strong>de</strong> nieve era más espesa <strong>de</strong> lo que había calculado y se<br />

arrepintió <strong>de</strong> no haber cogido las raquetas. Pero hizo lo que pudo para seguir las<br />

huellas.<br />

Se fijó en algo que se movía, le pareció un zorro, pero cuando se <strong>de</strong>tuvo para<br />

recuperar el aliento se dio cuenta <strong>de</strong> que era un grupo <strong>de</strong> lanudos ciervos.<br />

Avanzaban penosamente hacia el norte, a unos cinco metros <strong>de</strong> él. Dio por supuesto<br />

que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> estar caminando contra el viento, pues ninguno se volvió. Siguió<br />

observándolos hasta que los perdió <strong>de</strong> vista.<br />

Llegó a la parte trasera <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Carrie, pasó por <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> lo que le<br />

pareció un cobertizo para las herramientas y ro<strong>de</strong>ó el edificio construido sobre<br />

pilotes que <strong>de</strong>bían <strong>de</strong> utilizar para guardar reservas. Alguien había <strong>de</strong>spejado la<br />

entrada <strong>de</strong> atrás y junto a la puerta vio un montón <strong>de</strong> leña cubierto por una lona.<br />

Abrió con la llave y entró en una estancia que podía hacer las veces <strong>de</strong> entrada<br />

don<strong>de</strong> <strong>de</strong>jar la ropa y <strong>de</strong> zona <strong>de</strong> lavar. Como llevaba las botas mojadas y llenas <strong>de</strong><br />

nieve, se las quitó y las <strong>de</strong>jó, al lado <strong>de</strong> la chaqueta.<br />

La cocina estaba limpia, casi relucía. Tal vez aquello fuera lo que hacían las<br />

mujeres, o algunas mujeres, para enfrentarse al dolor. Sacar la escoba y la fregona. Y<br />

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