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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

Vuelvo en un par <strong>de</strong> días. Ya saldrá algo; y para <strong>de</strong> darme la lata». Pero alguien tenía<br />

que pagar los recibos, ¿no? —preguntó Charlene—. ¿O no había que pagar los<br />

medicamentos cuando tú te ponías enferma o tener algo en metálico cuando<br />

necesitabas unos zapatos? Todas las flores silvestres que me regalaba en verano, las<br />

bonitas canciones, los poemas que me <strong>de</strong>dicaba, no traían comida a la mesa.<br />

—Yo llevo la comida a la mía. Compro mis zapatos. —Se había calmado un<br />

poco—. Yo no digo que no trabajaras. También estaban tus maquinaciones, pero es tu<br />

vida. Conseguiste lo que querías.<br />

—Lo quería a él. ¡Maldita sea, lo quería a él!<br />

—Y yo, <strong>de</strong> modo que perdimos las dos. Eso no tiene remedio.<br />

Volvería a por sus cosas, pensó Meg. En aquellos momentos lo que necesitaba<br />

era marcharse. Fue hasta la puerta, pero vaciló.<br />

—He llamado a Boston, he hablado con su madre. No pondrá impedimentos<br />

para que reclames el cadáver y lo entierres aquí.<br />

—¿La has llamado?<br />

—Sí, ya está hecho. —Abrió la puerta.<br />

—Meg. Por favor, Megan... Espera un momento. —Charlene se sentó en un<br />

extremo <strong>de</strong> la cama, ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> ropa <strong>de</strong>sparramada—. Gracias.<br />

«¡Mierda!»<br />

—No ha sido más que una llamada telefónica.<br />

—Es importante. —Charlene juntó las manos en su regazo y fijó la vista en<br />

ellas—. Es tan importante para mí... Estaba furiosa contigo porque te habías ido a<br />

Anchorage a... a verlo. Porque me habías excluido.<br />

Meg cerró la puerta y se apoyó en ella.—No fue eso lo que hice.<br />

—No he sido una buena madre. Quería pasar yo <strong>de</strong>lante, o lo intentaba. Pero<br />

había siempre tanto trabajo... Nunca imaginé que hubiera tanto.<br />

—Eras muy joven.<br />

—Demasiado joven, supongo. Él quería más. —Levantó la vista y luego encogió<br />

los hombros—. Te quería con locura, y <strong>de</strong>seaba tener más hijos. Yo no podía<br />

permitirlo. No quería pasar <strong>de</strong> nuevo por todo aquello, engordar, estar agotada,<br />

repetir todo ese dolor. Y luego el trabajo. Saber que el dinero nunca llegaba cuando lo<br />

necesitabas o simplemente cuando lo querías. Él insistía en eso y yo insistía en otras<br />

cosas, hasta el punto que teníamos la impresión <strong>de</strong> que nos pasábamos la vida<br />

empujándonos mutuamente. A<strong>de</strong>más, yo sentía celos porque él te adoraba, y yo<br />

siempre estaba al margen, era la que <strong>de</strong>cía no.<br />

—Supongo que alguien tenía que hacerlo.<br />

—No sé si lo habríamos conseguido. De haber vuelto, no tengo claro si<br />

habríamos aguantado. Empezamos a <strong>de</strong>sear cosas tan distintas... Pero sé que si nos<br />

hubiéramos separado, él se habría quedado contigo.<br />

Como si necesitara tener las manos ocupadas, iba alisando el cubrecama a uno y<br />

otro lado.<br />

—Te habría llevado consigo —dijo—. Y yo le habría <strong>de</strong>jado. Ya <strong>de</strong>bes <strong>de</strong><br />

imaginártelo. Él te quería más <strong>de</strong> lo que yo era capaz.<br />

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