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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

—Lo sé. Y la creo.<br />

—Usted me cree. —Las lágrimas empezaron a salir <strong>de</strong> sus ojos y a caer por sus<br />

mejillas—. Usted me cree.<br />

—Sí. Pero la cuestión es que el forense estableció que se trataba <strong>de</strong> un suicidio.<br />

Tal vez Coben tenga sus dudas, pue<strong>de</strong> que su instinto le diga algo, incluso pue<strong>de</strong><br />

haber ciertas pruebas circunstanciales, pero no está comprometido como nosotros.<br />

No pue<strong>de</strong> ni tiene tiempo para seguir esta vía. Tendremos que retroce<strong>de</strong>r muy atrás.<br />

Usted <strong>de</strong>bería intentar recordar <strong>de</strong>talles, sensaciones, conversaciones. No le será fácil.<br />

Y tendrá que guardarlo para usted misma. Le estoy pidiendo que se arriesgue.<br />

Se secó las lágrimas.<br />

—No le entiendo.<br />

—Si estamos en lo cierto, si alguien mató a Max por lo que sucedió en la<br />

montaña, este alguien la estará vigilando. Probablemente se preguntará qué sabe<br />

usted, qué recuerda, qué podía haberle contado Max.<br />

—¿Cree que puedo estar en peligro?<br />

—Creo que lo importante es que vaya con pies <strong>de</strong> plomo. Que no hable <strong>de</strong> esto<br />

con nadie, ni siquiera con sus hijos. Ni con su mejor amiga, ni con el sacerdote. Con<br />

nadie. Quisiera que me <strong>de</strong>jara revisar los objetos personales <strong>de</strong> Max, sus papeles.<br />

Todo... aquí y en el local. Y no quiero que lo sepa nadie. Me gustaría que retrocediera<br />

en el tiempo hasta aquel febrero y recordara qué hizo usted, qué hizo Max, con quién<br />

pasaba el tiempo, cómo se comportaba. Escríbalo.<br />

Carrie lo miró fijamente; había una chispa <strong>de</strong> esperanza en medio <strong>de</strong> la<br />

aflicción.<br />

—¿Encontrará a quien le hizo esto? ¿A quién nos hizo esto?<br />

—Haré lo que esté en mi mano.<br />

Se secó las mejillas.<br />

—He dicho cosas horribles <strong>de</strong> usted a... a todos los que han querido<br />

escucharme.<br />

—Algunas serían ciertas.<br />

—No, no lo eran. —Se apretó los ojos con los <strong>de</strong>dos—. Estoy tan<br />

<strong>de</strong>sconcertada... Me duele el corazón, me duele la cabeza. He hecho un esfuerzo para<br />

contratar a Meg para que me llevara y me trajera porque tenía que <strong>de</strong>mostrar que no<br />

creía... que no estaba avergonzada. Pero en parte lo estaba. —Apartó las manos <strong>de</strong><br />

los ojos y <strong>de</strong>jó al <strong>de</strong>scubierto su mirada cansada—. Si él estuvo allí, tenía que saber...<br />

—Aclararemos todo esto. Pue<strong>de</strong> que algunas <strong>de</strong> las respuestas resulten duras,<br />

Carrie, pero siempre será mejor que tener solo las preguntas.<br />

—Ojalá tenga usted razón. —Se levantó—. He <strong>de</strong> arreglarme un poco. —Iba a<br />

salir, pero se <strong>de</strong>tuvo y se volvió—. Esa historia <strong>de</strong>l alce en la escuela... A Max le<br />

habría encantado. Habría sacado un buen artículo. «Expulsan <strong>de</strong> la escuela <strong>de</strong><br />

Lunacy a un alce alborotador» o algo parecido. Estas historias siempre le habían<br />

atraído. Un hombre como él, que encontraba placer en algo tan tonto no podría haber<br />

hecho lo que le hicieron a Pat Galloway.<br />

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