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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

ninguna gracia. Será mejor para los dos que me <strong>de</strong>je pasar unos minutos, sobre todo<br />

teniendo en cuenta que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una hora vamos a compartir avioneta.<br />

—No quiero que usted me acompañe.<br />

—Ya lo sé. Si opina lo mismo cuando haya oído lo que tengo que contarle,<br />

mandaré a Peter en mi lugar.<br />

Su rostro reflejaba la lucha interna que estaba viviendo. Poco <strong>de</strong>spués se volvió<br />

y <strong>de</strong>sapareció <strong>de</strong>jando la puerta abierta para que pudieran entrar él y el aire helado.<br />

Nate entró y cerró la puerta. La encontró en la salita, <strong>de</strong> espaldas, con los brazos<br />

cruzados sobre el pecho y sujetándose los bíceps con tal fuerza que resaltaba el<br />

blanco <strong>de</strong> sus nudillos.<br />

—¿Están sus hijos aquí?<br />

—No, los he mandado a la escuela. Están mejor si siguen la rutina, con sus<br />

amigos. Necesitan normalidad. ¿Cómo pue<strong>de</strong> aparecer aquí <strong>de</strong> esta forma? —Se dio<br />

media vuelta con rapi<strong>de</strong>z—. ¿Y atreverse a acosarme el día en que voy a traer a casa<br />

las cenizas <strong>de</strong> mi esposo? ¿No tiene usted corazón ni compasión?<br />

—Es una visita oficial y lo que tengo que comunicarle es confi<strong>de</strong>ncial.<br />

—Oficial. —Casi escupió la palabra—. ¿Qué quiere? Mi esposo está muerto.<br />

Está muerto y no pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse contra los horribles comentarios que usted hace<br />

<strong>de</strong> él. Pero no va a hacerlos en su propia casa. Esta es la casa <strong>de</strong> Max y no repetirá en<br />

ella esas mentiras.<br />

—Usted le amaba. ¿Le amaba tanto como para darme su palabra <strong>de</strong> que no<br />

repetirá lo que voy a <strong>de</strong>cirle? ¿A nadie? ¿A nadie, Carrie?<br />

—¿Y usted se atreve a preguntarme si le amaba...?<br />

—Solo diga sí o no. Tiene que darme su palabra.<br />

—No me interesa que repita sus mentiras. Diga lo que tenga que <strong>de</strong>cir y<br />

lárguese. Le prometo que incluso olvidaré que ha estado aquí.<br />

No le daba otra opción.<br />

—Tengo entendido que Max estuvo en la montaña con Patrick Galloway en los<br />

días que murió este.<br />

—Váyase al infierno.<br />

—Y también tengo entendido que con ellos había otra persona.<br />

La boca <strong>de</strong> Carrie se abrió temblando.<br />

—¿Qué quiere <strong>de</strong>cir... una tercera persona?<br />

—Subieron tres, bajaron dos. Creo que esta tercera persona asesinó a Galloway.<br />

Y también creo que es la que mató a Max, o le indujo al suicidio.<br />

Con la mirada fija en él, soltó una <strong>de</strong> las manos y buscó a tientas el respaldo <strong>de</strong><br />

una silla. Pareció que todo su cuerpo se <strong>de</strong>splomara en el asiento.<br />

—No le entiendo.<br />

—No puedo darle más <strong>de</strong>talles, pero necesito su colaboración... Su ayuda —<br />

rectificó—, para <strong>de</strong>mostrar lo que yo creo. Había allí un tercer hombre, Carrie.<br />

¿Quién era?<br />

—No lo sé. ¡Por el amor <strong>de</strong> Dios, no lo sé! Ya le... le dije que alguien mató a<br />

Max. Le dije que él no se había suicidado. Se lo dije al sargento Coben. Y sigo<br />

repitiéndoselo.<br />

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