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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

posibilida<strong>de</strong>s y propósitos. Cantamos, follamos y bailamos bajo la maravillosa y<br />

constante luz <strong>de</strong>l sol. No recuerdo a ninguno <strong>de</strong> nosotros con tanta vitalidad como en<br />

aquellos días.<br />

—¿Qué ocurrió?<br />

—Harry se encontró mal. De golpe y porrazo, por la mañana tenía fiebre. La<br />

gripe. Dijo que estaba bien y nadie quiso discutírselo. No aguantó ni cinco horas. Deb<br />

y Hopp lo llevaron abajo. Sam se cayó y se rompió un brazo. Missy se mareaba. Otro<br />

grupo que bajaba la llevó a la base. Empezó el mal tiempo y los que seguíamos<br />

ascendiendo montamos las tiendas y buscamos refugio a la espera <strong>de</strong> que pasara la<br />

tormenta. Pero empeoró. Primero se puso mal Ed y luego yo. Todo fue<br />

enca<strong>de</strong>nándose hasta que tuvimos que <strong>de</strong>jarlo y volver. Un <strong>de</strong>sgraciado final para<br />

unas vacaciones en las que participábamos casi todos.<br />

—¿Quién les trajo <strong>de</strong> vuelta?<br />

—¿Perdón?<br />

—¿Tenían un piloto?<br />

—Ah. Recuerdo que todos nos metimos como sardinas en lata en aquella<br />

avioneta, los que no estaban enfermos iban borrachos o estaban colgados. No me<br />

acuerdo <strong>de</strong>l piloto. Sería algún amigo <strong>de</strong> Jacob. Yo tenía un mareo terrible, me<br />

acuerdo perfectamente. Incluso escribí sobre ello. Escribí un relato humorístico para<br />

The Lunatic.<br />

Terminó el whisky.<br />

—Siempre me ha sabido mal no haber podido izar aquella ban<strong>de</strong>ra.<br />

Nate lo <strong>de</strong>jó y se dirigió a Charlene:<br />

—¿Tendrá un momento?<br />

—Por supuesto. Cuando Rose esté otra vez aquí sirviendo.<br />

—Serán cinco minutos. Tampoco hay ninguna aglomeración ahora mismo.<br />

Se metió el bloc <strong>de</strong> notas en el bolsillo.<br />

—Cinco, vale. Porque si no nos ponemos las pilas, aquí la gente empezará a<br />

largarse a Los Italianos. No puedo permitirme el lujo <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r la clientela habitual.<br />

Se fue hacia el vestíbulo vacío. Aquel taconeo recordó a Nate lo <strong>de</strong>l tango, y se<br />

preguntó cómo la vanidad podía sobre la comodidad en una mujer que estaba <strong>de</strong> pie<br />

horas y horas.<br />

—Según usted, Patrick Galloway se iba a Anchorage a buscar trabajo.<br />

—Eso ya lo hemos hablado.<br />

—Espere. Si fue allí y le dio por escalar, ¿a quién cree que pudo acudir para que<br />

le llevara hasta el glaciar <strong>de</strong>l Sol?<br />

—¿Y por qué coño tendría que saberlo? En principio no se iba <strong>de</strong> excursión, se<br />

iba a buscar trabajo.<br />

—Usted vivió con él casi catorce años. Lo conocía bien.<br />

—Si no se fue con Jacob y estaba en Anchorage, acudiría a Dos Dedos o a<br />

Stokey. A menos que le diera por escalar cuando no tenía ninguno <strong>de</strong> ellos a mano, y<br />

entonces habría contratado a alguien <strong>de</strong> fuera. Mejor dicho, habría hecho algún<br />

trueque por el precio <strong>de</strong>l vuelo. No tenía ni cinco. Yo solo le había dado los cien<br />

dólares que guardaba en casa. Sabía que si llevaba más se lo fundiría.<br />

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