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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

—Tranquilo. Yo lo haré ahora. —Se levantó—. ¿Max conocía a Patrick<br />

Galloway?<br />

—No lo sé. —Otto frunció el ceño—. Sí, claro que lo conocía. Cuesta recordar<br />

cosas ocurridas hace tanto tiempo. Me parece que Max apareció el verano antes <strong>de</strong><br />

que <strong>de</strong>sapareciera Pat. De que lo asesinaran —rectificó—. Max trabajaba en una<br />

publicación <strong>de</strong> Anchorage y <strong>de</strong>cidió crear su propia revista en un pueblo. Así fue,<br />

más o menos.<br />

—De acuerdo. Empiece a investigar.<br />

Al acercarse Nate a la puerta <strong>de</strong> su <strong>de</strong>spacho creyó oír que alguien cantaba.<br />

Mejor dicho, que entonaba una melodía, como las que se cantan a un bebé. Abrió la<br />

puerta y vio a Carrie tendida en el suelo sobre una manta, con la cabeza apoyada en<br />

el regazo <strong>de</strong> Peach. Esta le acariciaba el pelo mientras cantaba.<br />

Cuando entró Nate levantó la vista.<br />

—Es lo mejor que he podido hacer —murmuró—. La pobre está <strong>de</strong>strozada.<br />

Ahora duerme. Y, ejem, por casualidad he encontrado Xanax en su escritorio. He<br />

partido una y se la he dado.<br />

Nate prefirió pasar por alto el bochorno <strong>de</strong> la mujer.<br />

—Tengo que hablar con ella.<br />

—Me sabe mal <strong>de</strong>spertarla. De todas formas, seguro que está más tranquila que<br />

cuando lo intentó Otto. ¿Quiere que me que<strong>de</strong>?<br />

—No, pero no se vaya muy lejos.<br />

Nate se sentó en el suelo, Peach le cogió la muñeca y le dijo:<br />

—Creo que no hace falta que le diga que vaya con cuidado. Pero nunca está <strong>de</strong><br />

más, aunque usted lo sepa y esté acostumbrado a ello... —arrastró las últimas<br />

palabras mientras acariciaba la mejilla <strong>de</strong> Carrie—. ¿Carrie? Cariño, tendrás que<br />

<strong>de</strong>spertarte.<br />

Esta abrió los ojos, su mirada se veía perdida, apagada.<br />

—¿Qué pasa?<br />

—Nate tiene que hablar contigo, bonita. ¿Pue<strong>de</strong>s incorporarte?<br />

—No lo entiendo. —Se frotó los ojos como una niña—. He tenido un sueño... —<br />

Miró a Nate y sus ojos se llenaron <strong>de</strong> lágrimas—. No era un sueño. Max. Mi Max. —<br />

Su voz se quebró y Nate tomó su mano.<br />

—Lo siento, Carrie. Sé que es muy duro. ¿Le apetece un poco <strong>de</strong> agua o alguna<br />

otra cosa?<br />

—No. No. No necesito nada. —Se incorporó y hundió el rostro en sus manos—.<br />

Nada.<br />

Nate se levantó y ayudó a Peach a hacer lo mismo.<br />

—Estaré aquí fuera por si me necesita —dijo antes <strong>de</strong> salir y cerrar suavemente<br />

la puerta.<br />

—¿Quiere sentarse en una silla o prefiere seguir don<strong>de</strong> está?<br />

—Tengo la sensación <strong>de</strong> estar en un sueño. Todo flota <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mi cabeza.<br />

Nate <strong>de</strong>cidió que estaba mejor en el suelo y volvió a sentarse allí.<br />

—Tengo que hacerle unas preguntas, Carrie. Míreme. ¿A qué hora salió Max <strong>de</strong><br />

su casa anoche?<br />

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